lunes, 26 de octubre de 2020

Hay una Patria que espera

 


(Discurso en la ceremonia Fraternitas de la República del 17 de septiembre de 2020)

Queridos Compatriotas:

 

Estamos viviendo en este encuentro la Fraternitas de la República, ceremonia de Fiestas Patrias única en su carácter laico y, por lo tanto, entroncada con el carácter original de la República, que nos legaron quienes la modelaron para todas las conciencias, independientemente de sus creencias o pensamientos, como un espacio acogedor de la diversidad humana.

Esta Fraternitas de la República se piensa y se origina bajo la motivación de considerarnos todos hermanos en la Patria. Y al celebrar a la Patria, lo que queremos es ayudar a construir y fortalecer los lazos cívicos que nos lleven a unirnos con su más hermosa historia y las mejores inspiraciones, para reconocernos todas y todos como hijos de un legado, que nos dejaron los padres fundadores de un sueño histórico llamado Chile, que debe renacer en cada primavera con la calidez del sol de septiembre.

Celebramos, así, nuestro origen como país, independiente y soberano, que nos congrega en un territorio donde se conjugan las esperanzas y los sueños de sus habitantes, y que sintetizamos en el concepto de Patria, que no es sino un ideal de comunidad donde podemos ser hijos y padres, hijas y madres, que dejan su heredad de vida, a través de un contrato social que nos debe incluir a todas y todos, donde todas y todos pueden hacer realidad el sueño de sus vidas, en la sencillez, en la solidaridad, en la tolerancia, en la integración, en la justicia social, en la paz, en un constructo moral de convivencia fraterna, para hacer realidad el respeto al valor de cada vida humana, en su legítima aspiración a la felicidad.

Un verdadero concepto de Patria que aleja los fantasmas de la violencia, de la codicia, del empecinamiento personal, de los dogmas y del fanatismo. En fin, nos aleja de la injusticia y del odio, que tanto dañan el alma de los que tienen todo y de los que no tienen nada.

 

Queridos compatriotas

 

Esta celebración la desarrollamos en un ambiente distinto al año anterior.

Nuestra patria vive momentos difíciles. La crisis sanitaria, dura en sí misma, está teniendo graves consecuencias económicas, que de manera directa está afectando al mundo laboral y social, en una de las crisis más grandes de nuestra historia.

Nuestro llamado es a afrontarla, con unidad y en comunidad de propósitos, para que se transforme en una oportunidad para construir una mejor senda de desarrollo, para bien de nuestro país y sus habitantes.

No es una tarea fácil, pero estamos convencidos de que entre todos podremos encontrar la salida correcta.

Inspirados por la buena voluntad, debemos ser capaces de buscar nuevas oportunidades, con fraternidad, tolerancia, solidaridad y respeto, virtudes cívicas que siempre harán posible la necesaria armonía social.

Debemos, por lo mismo, entender las legítimas diferencias con una disposición de espíritu abierto al entendimiento, a comprender que nadie es depositario de la verdad y que su búsqueda es un proceso permanente, que no puede sostenerse en la pertinacia ideológica ni en la destrucción del que piensa y siente de manera distinta.

En octubre pasado, la sociedad chilena, en su más amplio espectro, expresó su deseo de poner fin al contrato social que surgiera de la recuperación de la democracia.

Una profunda aspiración de justicia social y una demanda de trato dignificador pusieron en jaque el rol de las élites y establecieron una severa censura frente a su desempeño.

Un profundo anhelo de establecer un nuevo contrato social, más justo y más equitativo, ha recorrido el país desde entonces, y constituye el más acuciante deber de quienes ejercen liderazgos y responsabilidades políticas.

El Acuerdo por la Paz Social y una Nueva Constitución, establecido por todas las fuerzas políticas con presencia parlamentaria, el 15 de noviembre pasado, ha sido uno de los mejores logros para establecer una ruta para buscar una solución pacífica, racional e institucional a esa demanda, de acuerdo a las mejores tradiciones de la buena política, es decir, aquella que aleja los altos precios de la violencia, que siempre paga el pueblo con las vidas de sus hijos.

Fruto de ese acuerdo histórico, este 25 de octubre se desarrollará un acto propio de la democracia y de la soberanía popular. Definirán los ciudadanos de la República, a través de un plebiscito, si entramos a un proceso para elaborar una nueva Constitución. 

Valoramos y exaltamos el interés de la ciudadanía por participar.

Sabemos de las estrictas medidas que se han tomado para cautelar la salud de las personas que asistan, y damos gracias por este inmenso esfuerzo que se está desplegando, el cual deberá ser recompensado con una asistencia ciudadana ejemplar.

La organización que presido, cuando nuestro país expresó mayoritariamente su deseo de producir un cambio profundo en el contrato social, desarrolló, entre noviembre y enero pasados, un debate a través de todo el país, en el que el Acuerdo por la Paz Social y una Nueva Constitución fue ampliamente valorado y reconocido su itinerario como una oportunidad apropiada y coherente con la democracia, la paz y la razón.

La inspiración del debate que hicimos fue “La Fraternidad como camino de unidad” y permitió la realización de mas de 600 reuniones desde Arica a Punta Arenas. Sus conclusiones están disponibles en nuestra página web.

Como consecuencia de ese debate, deseamos sinceramente que los distintos sectores de nuestro país colaboren para que el 25 de octubre se viva en un genuino ambiente de civilidad y fraternidad, donde primen los intereses supremos de la Patria, que permitan cumplir los objetivos que buscaban sus fundadores y quienes han aportado posteriormente para hacerla mejor.

En los últimos años, en nuestro país se ha entronizado la intolerancia política, lo que oscurece los debates y estimula la confrontación de manera recurrente.

Sin duda, para abordar definitivamente esas expresiones en nuestra sociedad, debemos trabajar para establecer una convicción cotidiana de tolerancia. Chile necesita construir una profunda cultura de tolerancia. Ello debe ser motivo de un trabajo que debe partir desde la escuela.

Al respecto, distinguidas autoridades de la República, respetuosamente pedimos su patrocinio para el proyecto que, el 2 abril de 2019, presentaron diez diputados de distintas corrientes políticas, para establecer el Día Nacional de la Tolerancia.

Ello hará posible establecer condiciones propicias para que, cada 16 de noviembre, en las escuelas se trabaje en torno a tan importante virtud cívica y moral, y para que mejoremos la comprensión de nuestros futuros ciudadanos en torno a la convivencia en diversidad.

 

Queridos compatriotas

 

Es urgente encontrar las respuestas que necesita nuestro país, para alcanzar una verdadera y sincera convivencia pacífica y cívica entre todos los miembros de nuestra comunidad nacional.  Sabemos que, cuando nos dividimos como país, solo surge el dolor, la incomprensión, el odio, el miedo y la frustración, impidiéndonos avanzar hacia una sociedad mejor para todos.

Hay que entender que ninguna hegemonía es capaz de sostenerse a través de la democracia y el derecho. No debe buscarse, porque ella trae siempre dolor y sufrimiento social.

Las experiencias de aquellos que persiguen afanosamente un propósito hegemónico sobran en la historia humana y las consecuencias que han producido son una enseñanza dolorosa para muchos pueblos y naciones.

Todos los problemas que existen en nuestro país, y que son legítimos de enumerar en un acto como este, solo pueden ser solucionados en la medida que sean abordados a través del diálogo, para su adecuada y justa solución.

Solo a través del diálogo y el debate democrático es posible potenciar nuestras mejores virtudes como país y como personas. Para hacerlo posible, es fundamental la prudencia, la responsabilidad y el respeto, a fin de asegurar que la sensatez y el bien común abran oportunidades reales para nuestro país y para cada uno de sus habitantes.

Un alto compromiso fraternal hizo posible abrir el camino hacia la emancipación de Chile hace 210 años. Solo un alto compromiso fraternal puede asegurar la dignidad de cada uno de los que hoy viven en su territorio. Es lo que nos enseña esa Patria que espera.

 

¡Que así sea!

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