(Discurso en la ceremonia Fraternitas de la República del 17 de septiembre de 2020)
Queridos Compatriotas:
Estamos
viviendo en este encuentro la Fraternitas de la República, ceremonia de
Fiestas Patrias única en su carácter laico y, por lo tanto, entroncada con el
carácter original de la República, que nos legaron quienes la modelaron para
todas las conciencias, independientemente de sus creencias o pensamientos, como
un espacio acogedor de la diversidad humana.
Esta
Fraternitas de la República se piensa y se origina bajo la motivación
de considerarnos todos hermanos en la Patria. Y al celebrar a la Patria, lo que
queremos es ayudar a construir y fortalecer los lazos cívicos que nos lleven a
unirnos con su más hermosa historia y las mejores inspiraciones, para
reconocernos todas y todos como hijos de un legado, que nos dejaron los padres
fundadores de un sueño histórico llamado Chile, que debe renacer en cada
primavera con la calidez del sol de septiembre.
Celebramos, así, nuestro
origen como país, independiente y soberano, que nos congrega en un territorio
donde se conjugan las esperanzas y los sueños de sus habitantes, y que
sintetizamos en el concepto de Patria, que no es sino un ideal de comunidad
donde podemos ser hijos y padres, hijas y madres, que dejan su heredad de vida,
a través de un contrato social que nos debe incluir a todas y todos, donde
todas y todos pueden hacer realidad el sueño de sus vidas, en la sencillez, en
la solidaridad, en la tolerancia, en la integración, en la justicia social, en
la paz, en un constructo moral de convivencia fraterna, para hacer realidad el
respeto al valor de cada vida humana, en su legítima aspiración a la felicidad.
Un verdadero concepto de
Patria que aleja los fantasmas de la violencia, de la codicia, del
empecinamiento personal, de los dogmas y del fanatismo. En fin, nos aleja de la
injusticia y del odio, que tanto dañan el alma de los que tienen todo y de los
que no tienen nada.
Queridos compatriotas
Esta celebración la
desarrollamos en un ambiente distinto al año anterior.
Nuestra patria vive
momentos difíciles. La crisis sanitaria, dura en sí misma, está teniendo graves
consecuencias económicas, que de manera directa está afectando al mundo laboral
y social, en una de las crisis más grandes de nuestra historia.
Nuestro llamado es a
afrontarla, con unidad y en comunidad de propósitos, para que se transforme en
una oportunidad para construir una mejor senda de desarrollo, para bien de
nuestro país y sus habitantes.
No es una tarea fácil,
pero estamos convencidos de que entre todos podremos encontrar la salida correcta.
Inspirados por la buena voluntad, debemos
ser capaces de buscar nuevas oportunidades, con fraternidad, tolerancia,
solidaridad y respeto, virtudes cívicas que siempre harán posible la necesaria
armonía social.
Debemos, por lo mismo, entender las
legítimas diferencias con una disposición de espíritu abierto al entendimiento,
a comprender que nadie es depositario de la verdad y que su búsqueda es un
proceso permanente, que no puede sostenerse en la pertinacia ideológica ni en
la destrucción del que piensa y siente de manera distinta.
En octubre pasado, la
sociedad chilena, en su más amplio espectro, expresó su deseo de poner fin al
contrato social que surgiera de la recuperación de la democracia.
Una profunda aspiración
de justicia social y una demanda de trato dignificador pusieron en jaque el rol
de las élites y establecieron una severa censura frente a su desempeño.
Un profundo anhelo de
establecer un nuevo contrato social, más justo y más equitativo, ha recorrido
el país desde entonces, y constituye el más acuciante deber de quienes ejercen
liderazgos y responsabilidades políticas.
El
Acuerdo por la Paz Social y una Nueva Constitución, establecido por todas las
fuerzas políticas con presencia parlamentaria, el 15 de noviembre pasado, ha
sido uno de los mejores logros para establecer una ruta para buscar una
solución pacífica, racional e institucional a esa demanda, de acuerdo a las
mejores tradiciones de la buena política, es decir, aquella que aleja los altos
precios de la violencia, que siempre paga el pueblo con las vidas de sus hijos.
Fruto de ese acuerdo histórico, este
25 de octubre se desarrollará un acto propio de la democracia y de la soberanía
popular. Definirán los ciudadanos de la República, a través de un plebiscito,
si entramos a un proceso para elaborar una nueva Constitución.
Valoramos y exaltamos el interés de la ciudadanía por participar.
Sabemos de las estrictas medidas que
se han tomado para cautelar la salud de las personas que asistan, y damos
gracias por este inmenso esfuerzo que se está desplegando, el cual deberá ser
recompensado con una asistencia ciudadana ejemplar.
La organización que presido, cuando nuestro
país expresó mayoritariamente su deseo de producir un cambio profundo en el
contrato social, desarrolló, entre noviembre y enero pasados, un debate a
través de todo el país, en el que el Acuerdo por la Paz Social y una Nueva
Constitución fue ampliamente valorado y
reconocido su itinerario como una oportunidad apropiada y coherente con la
democracia, la paz y la razón.
La inspiración del debate que
hicimos fue “La Fraternidad como camino de unidad” y permitió la realización de
mas de 600 reuniones desde Arica a Punta Arenas. Sus conclusiones están
disponibles en nuestra página web.
Como consecuencia de ese
debate, deseamos sinceramente que los distintos sectores de nuestro país
colaboren para que el 25 de octubre se viva en un genuino ambiente de civilidad
y fraternidad, donde primen los intereses supremos de la Patria, que permitan
cumplir los objetivos que buscaban sus fundadores y quienes han aportado
posteriormente para hacerla mejor.
En los últimos años, en
nuestro país se ha entronizado la intolerancia política, lo que oscurece los
debates y estimula la confrontación de manera recurrente.
Sin duda, para abordar
definitivamente esas expresiones en nuestra sociedad, debemos trabajar para
establecer una convicción cotidiana de tolerancia. Chile necesita construir una
profunda cultura de tolerancia. Ello debe ser motivo de un trabajo que debe
partir desde la escuela.
Al
respecto, distinguidas autoridades de la República, respetuosamente pedimos su
patrocinio para el proyecto que, el 2 abril de 2019, presentaron diez diputados
de distintas corrientes políticas, para establecer el Día Nacional de la
Tolerancia.
Ello
hará posible establecer condiciones propicias para que, cada 16 de noviembre,
en las escuelas se trabaje en torno a tan importante virtud cívica y moral, y para
que mejoremos la comprensión de nuestros futuros ciudadanos en torno a la
convivencia en diversidad.
Queridos compatriotas
Es urgente encontrar las
respuestas que necesita nuestro país, para alcanzar una verdadera y sincera
convivencia pacífica y cívica entre todos los miembros de nuestra comunidad
nacional. Sabemos que, cuando nos
dividimos como país, solo surge el dolor, la incomprensión, el odio, el miedo y
la frustración, impidiéndonos avanzar hacia una sociedad mejor para todos.
Hay que entender que
ninguna hegemonía es capaz de sostenerse a través de la democracia y el
derecho. No debe buscarse, porque ella trae siempre dolor y sufrimiento social.
Las experiencias de
aquellos que persiguen afanosamente un propósito hegemónico sobran en la
historia humana y las consecuencias que han producido son una enseñanza
dolorosa para muchos pueblos y naciones.
Todos los problemas que
existen en nuestro país, y que son legítimos de enumerar en un acto como este,
solo pueden ser solucionados en la medida que sean abordados a través del
diálogo, para su adecuada y justa solución.
Solo a través del
diálogo y el debate democrático es posible potenciar nuestras mejores virtudes
como país y como personas. Para hacerlo posible, es fundamental la prudencia,
la responsabilidad y el respeto, a fin de asegurar que la sensatez y el bien
común abran oportunidades reales para nuestro país y para cada uno de sus
habitantes.
Un alto compromiso
fraternal hizo posible abrir el camino hacia la emancipación de Chile hace 210
años. Solo un alto compromiso fraternal puede asegurar la dignidad de cada uno
de los que hoy viven en su territorio. Es lo que nos enseña esa Patria que
espera.
¡Que así sea!