jueves, 28 de enero de 2021

Clausura de la Semana del Clima 2020

 

Al dar inicio a esta reunión de clausura de la Semana del Clima de la Gran Logia de Chile, expreso el saludo fraterno a los Muy RRHH Grandes Maestros de las Grandes Logias de la VI Zona de la Confederación Masónica Interamericana.

            Hacemos esta clausura desde nuestros hogares, para dar cumplimiento a las disposiciones sanitarias que ha establecido la autoridad sanitaria, y que impone cuarentena los fines de semana y festivos.

 Culmina una Semana de profunda significación, con motivo de la conmemoración del quinto aniversario del Acuerdo de París, y que la establecimos en el propósito docente de investigar y reflexionar sobre “Los desafíos éticos ante la crisis climática global, una mirada reflexiva desde la Masonería”.

Esto, porque consideramos que no es suficiente con observar desde la ciencia los cambios catastróficos que pudieran afectar al medioambiente y la vida, sino que es necesario poner el acento en el derecho que protege a nuestra especie, desde la dignidad que es esencial a cada persona, y desde sus conductas, desde nuestra participación en nuestras sociedades, donde somos ciudadanos, consumidores, o actores.

            Debo agradecer a la Comisión de Sustentabilidad y Cambio Climático de la Gran Logia de Chile y a su director, por los magníficos resultados obtenidos, al conseguir que durante estos días estuvieran con nosotros grandes figuras de realce internacional en el ámbito de la protección al medioambiente, quienes nos entregaron ponencias del más alto interés del ámbito de sus competencias. Son un grupo de jóvenes masones, que entregarán mucho a la Orden en el futuro.

            La actividad inaugural tuvo el honor de contar con la participación del presidente de la VI Zona de la Confederación Masónica Interamericana, MRH José Garchitorena Ferreira; del ministro de energía de Chile, señor Juan Carlos Jobet Eluchans; y del doctor Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía.

            Al día siguiente, 8 de diciembre, trabajamos sobre el tema Desafíos éticos globales del cambio climático, con el foco puesto en la energía, contando con ponencias en relación a los desafíos globales del cambio climático en la era antropocénica, a la energía puesta en el centro de un camino global de desarrollo sustentable, y la descarbonización y el rol que en este proceso de transformación energética corresponde al sector privado. Participaron en esa actividad Marcelo Mena Carrasco, ex ministro del Medio Ambiente de Chile, Director del Centro de Acción Climática de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Janina Franco, Especialista Senior del Banco Mundial; Mariano Morazzo, Responsable de Políticas de Cambio Climático y Energías Renovables de ENEL, y María Teresa González, Gerenta General de Statkraft en Chile.

            El miércoles 9, el lema fue Desafíos éticos globales del cambio climático, con el foco puesto en los océanos y recursos hídricos, día en que oímos acerca del rol del océano para el equilibrio climático del planeta, los desafíos de adaptación en la gestión de los recursos hídricos; y el aporte de la Antártica en la investigación científica del cambio climático. Contamos con las ponencias de José Eduardo Alatorre, Oficial de Asuntos Económicos de la Unidad de Cambio Climático de CEPAL; Alex Muñoz Wilson, Director para Latinoamérica Mares Prístinos de National Geographic's; Marie-Laure Lajaunie, Especialista Senior en Gestión de Recursos Hídricos del Banco Mundial, y Dr. Marcelo Leppe Cartes, Director Nacional del Instituto Antártico Chileno

            El jueves 10 lo titulamos “Desafíos éticos globales del cambio climático: El valor de los derechos humanos y de la agenda social en las políticas climáticas”. Los trabajos que se leyeron ese día giraron en torno a los derechos humanos y el cambio climático en la búsqueda de justicia climática ambiental; el desarrollo sostenible en los instrumentos de planificación para la acción climática; y la urgencia de la acción ante la emergencia climática global. Al finalizar la jornada, se abordó la necesidad de generar una política climática basada en derechos, poniendo de relieve los desafíos que presenta la transición hacia un desarrollo sostenible.

Esta vez fue nuestro privilegio escuchar la voz experta de Jill MacIntyre Witt, Una de los 100 personajes destacados en la Defensa Global de los Derechos Humanos por Naciones Unidas en 2019. A Waldo Perci Vargas Ballester, ex Secretario Nacional de Recursos Naturales y Medio Ambiente de Bolivia, y a Arturo Brandt, profesor de Derecho de la Energía Global y Políticas Públicas y Presidente de la Asociación Chilena de Derecho Ambiental.

            Finalmente, el viernes 11 trabajamos sobre el tema “Desafíos éticos globales del cambio climático: La urbe en la búsqueda del equilibrio con la naturaleza”. En esta ocasión hubo cuatro trabajos. En el primero de ellos se expuso acerca de la creación de un transporte público bajo en emisiones, como una forma de contribuir a un desarrollo sustentable. La segunda ponencia se refirió a las migraciones climáticas, calificándolas como una tendencia creciente que se está dando a nivel mundial. La tercera exposición estuvo abocada a la biodiversidad y el financiamiento climático, alternativas en la búsqueda de soluciones basadas en las naturales; para concluir con una exposición sobre criterios de sostenibilidad en las contribuciones al Acuerdo de París, enfocada en el aporte que podía obtenerse desde la biodiversidad.

Disertaron esta vez Simone Tripepi, Representante de Enel en Latinoamérica; Cristian Retamal González, Asesor Presidencia Chilena de COP 25 y experto en migraciones como consecuencia del cambio climático; Rodrigo Morera, Administrador de la Cartera de Proyectos Alimentarios de FAO en Chile; y Claudia Mellado Ñancupil, experta mapuche lafkenche en reproducción de semillas originarias y biodiversidad alimentaria.

…….

            Hace poco más de doscientos años, y en algunos casos varias décadas, América conoció el impulso emancipador de una generación de jóvenes masones, que nos legaron nuestras Repúblicas, el derecho a ser Naciones y el sentido de patriotismo.

            Luego vinieron otros masones a dejarnos el civismo, las libertades públicas, el Estado de Derecho y los derechos del Hombre y de los ciudadanos.

            Otros nos dejaron la democracia, las leyes sociales, el derecho a la educación, y luego los Derechos Humanos.

            Nuestra gran responsabilidad hoy es consolidar la generación de masones que nos legarán la conservación del medio ambiente, y que nos ayudarán a detener el cambio climático, y a adaptarnos a una nueva forma de utilización de los recursos y de todo los que nos provee la Naturaleza.

Los lautarinos del siglo XXI serán los que nos emancipen de las amenazas de un deterioro ambiental irreversible, que nos aseguren los recursos para alimentar a los habitantes de nuestras Repúblicas, y que aseguren el buen uso de los recursos hídricos.

Los grandes heroísmos de los herederos de los lautarinos, no serán en campos de batalla, sino en los campos de producción, en los campos del uso racional de la ciencia y la tecnología para sortear los desafíos del cambio climático.

            Hoy día, el gran desafío de esta parte del siglo, corresponde a la Acción Climática, y en ese contexto agradecemos a todos los jóvenes masones que han hecho posible esta primera semana del clima, que la cerramos en este encuentro fraternal de los líderes masónica del cono sur sudamericano, donde podemos reflexionar en conjunto en torno a este desafío fundamental de la condición humana.

Muchas gracias por vuestra presencia y, reciban todos, nuestro más estrecho abrazo fraternal.


Inauguración de la Semana del Clima 2020


Para la Gran Logia de Chile es este un momento especial de su historia. La realización de esta Semana del Clima es uno de los hitos de su accionar en la sociedad chilena. Trabajar en la sociedad para favorecer la condición humana es parte de la razón de existencia de la Francmasonería. Lo hace a través de sus miembros y lo hace también, bajo determinados principios éticos, desde su carácter institucional.

No interviene nuestra acción y nuestro compromiso a través de las opciones políticas en debate en toda sociedad democrática, no pretende ser rectora ni pretende ninguna aspiración de detentar determinada verdad.

La Francmasonería señala su acción desde la construcción ética, siempre necesaria para orientar el actuar de las personas y las comunidades, construyendo racionalidades que sean compatibles con el interés superior de lo humano y con los derechos que atañen a cada integrante de la sociedad, donde el bien común y la máxima de no hacer a otros lo que no me gustaría que hicieran conmigo, permite contextualizar todo propósito de quienes intervienen en los hechos humanos y en el espacio donde la Humanidad existe, en un sentido local, parcial o total.

En el desarrollo humano, desde sus primeras construcciones civilizacionales, la realización humana ha dependido del medio ambiente en que se encuentra llevando a cabo sus sueños, aspiraciones y ambiciones. La naturaleza le ha puesto a su disposición sus productos y sus recursos, para hacerlos posibles.

Lo más glorioso y extraordinario de la condición humana, ha sido posible mediante la transformación del medio ambiente y la utilización de la Naturaleza, y, al mismo tiempo, lo más perverso y lo más absurdo. Definir lo que está bien y lo que está mal en la acción humana es parte del ejercicio moral.

En la medida que podemos discernir moralmente y establecer racionalidades que construyan las decisiones, es la forma como las sociedades establecen el debido preludio a las decisiones políticas que las sociedades deben abordar, sobre todo si aquello nace dentro de las prácticas democráticas.

Una buena política, por muy bien que esté formulada desde los aspectos técnicos, si se encuentra objetada moralmente, seguramente estará condenada al fracaso. Hemos comprobado, a través de las décadas recientes, que en las democracias el debate moral es muy determinante para resolver cuestiones que deben favorecerán o afectarán a las sociedades y a sus componentes.

Instituciones éticas como la Francmasonería, lo que pretenden es formar la conducta individual de sus miembros con arreglo al bien común, a la racionalidad constituida a través del consenso y con el fin de establecer las condiciones morales convencionales que pongan en acción aquello que se considere mejor para las comunidades y las personas.

Con las experiencias que nos ha aportado el estudio de la ciencia, en los últimos cincuenta años, la sensibilización de los aspectos morales relativos al uso de los recursos naturales ha ido construyendo una visión moral creciente de que estamos en una crisis que se agrava, como consecuencia de las emisiones de efecto invernadero.

Ciertamente, la ciencia ha puesto en evidencia los daños que produce la sobreexplotación de los recursos, la falta de renovación de ellos, la polución y las distintas formas de contaminación, que están provocando el cambio climático.

Esa preocupación ha estado en la realidad institucional de la Gran Logia de Chile, a través de muchos masones y de logias, que desde hace algunas décadas vienen insistiendo en una crisis ambiental que se expresa en nuestra geografía nacional y en el planeta.

 Esto ha sido tomado como un tema prioritario por la actual gestión institucional. El año pasado constituimos una Comisión Asesora de Sustentabilidad y Cambio Climático, integrada por destacados masones profesionales de especialización ambiental. Con ellos planificamos más de 130 conferencias en distintas ciudades sobre el cambio climático.

Distintas iniciativas han sido desarrolladas con el fin de abrir debates que informen sobre la urgente necesidad de una acción climática masónica, en correspondencia con el Acuerdo de París de 2015.

En lo que va del año, varios webinar han permitido debates importantes y especializados, en torno a los distintos efectos del deterioro ambiental en Chile, y se ha ido logrando una cada vez mayor convicción sobre la acción climática masónica, sobre la base de la sustentabilidad como principio rector.

En el invierno, un grupo de 20 miembros de nuestras logias participó en un entrenamiento remoto con el Premio Nobel, Al Gore, organizado por la Fundación Internacional que aquel preside, a los que esperamos sumar nuevos participantes en la versión 2021. Este entrenamiento permite ir configurando un grupo creciente de actores ambientalistas a disposición de los objetivos que la Orden se proponga en torno a la acción climática y la sustentabilidad ambiental, pero también en favor de las comunidades de las que estos Masones son parte.

También hemos iniciado la medición de la huella de carbono de nuestras sedes, esto es, de las casas masónicas, y que nos permitirá elaborar un conjunto de proposiciones a sus administradores, una vez que las actividades masónicas retornen a los templos.

En las próximas horas, el Informe Consolidado Medición de Huella de Carbono de las Casas Masónicas será entregado a todas las autoridades masónicas, nacionales, regionales y locales, y la comunidad masónica internacional, como un primer documento referencial sobre nuestro impacto en el calentamiento global y el cambio masónico.

Queremos también, trabajar decididamente para manejar en nuestras casas masónicas la huella del agua y la huella de los residuos, también como prioridades de la mayor relevancia.

Pero, sin duda, uno de los pasos más importantes es que, durante este año 2020, lleno de dificultades de todo tipo, hemos construido una columna de medio millar de hermanos a nivel nacional, con los cuales hemos emprendido los proyectos en curso y, lo más importante, los que vendrán.

Esto ha dado pie para preparar la primera Semana del Clima de la Gran Logia de Chile, que inauguramos esta mañana.

Para todos los masones, la acción climática es una de las grandes tareas de nuestro tiempo, y una labor insoslayable.

Nos parece muy importante, en ese contexto, la presencia del Señor Ministro de Energía en este encuentro. Chile ha estado marcando una senda notable en lo que significa eliminar de su matriz energética la producción con combustibles fósiles.

Pensamos que esta tarea coherente con el Acuerdo de París, que cumple cinco años, no puede tener lecturas ideologizadas, o pretensiones hegemónicas para la elaboración de acciones comunes, frente a lo que hay que hacer desde la acción política y desde la acción civil.

Saludamos pues su presencia, Señor Ministro, porque Ud. expresa una conducta abierta, inclusiva y coherente con los desafíos que deben involucrar a todos los actores, que pueden ayudar a un gran cambio en las conductas que la acción climática requiere, para adaptarnos social y civilizacionalmente a un mundo nuevo, que surgirá de las grandes virtudes y de los grandes errores del actuar humano.

Doy la bienvenida a todos quienes participarán en esta semana de reflexión, información y debate sobre el cambio climático. A quienes asisten desde el extranjero y a quienes se suman desde los distintos puntos del país. A todos, los deseamos la mejor jornada, y que salgamos todos los fortalecidos en nuestras convicciones sobre lo que debemos hacer, como personas y como comunidades humanas.



Sesquicentenario del Supremo Consejo para Chile


Al iniciar mis palabras, Soberano Gran Comendador, IPH Álvaro Pulgar Gallardo, os entrego, en primer lugar, mi querido Maestro, el más fraterno saludo de la Gran Logia de Chile, para vos y cada uno de los miembros del Supremo Consejo, en este Sesquicentenario de la fundación del Supremo Consejo del Grado XXXIII del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para la República de Chile, acontecimiento primero de la institucionalización de una Masonería de perfeccionamiento del Grado Tercero, que tiene sus raíces en las Constituciones de 1762 y 1786, es decir los estatutos y reglamentos redactados en Burdeos, que luego fueron modificados, estableciendo los 33 grados del REAA bajo un Consejo de Soberanos Grandes Inspectores Generales.

Lo que recordamos y celebramos esta noche, es uno de los hechos más relevantes en la historia de la Masonería chilena. Se produjo apenas transcurridos ocho años de la incipiente marcha de la Gran Logia de Chile, y cuando las primeras logias bajo esa Obediencia comenzaban a construir las primeras páginas de una Francmasonería autónoma, radicada y soberana en el territorio de la República de Chile.

Como producto de las gestiones realizadas por el QH Juan de Dios Merino Benavente – tanto en Inglaterra, primero, como luego en Chile -, el 8 de julio de 1870, el recién constituido Supremo Consejo del Grado XXXIII para la jurisdicción de la República de Chile, anunció al mundo masónico su fundación, con Carta‐Patente otorgada por el Supremo Consejo de Inglaterra, Gales y dependencias de Gran Bretaña, quedando, integrado por los IIPPHH Juan de Dios Merino Benavente, Pluncket Bourchier, Jorge H. Kendall, Francisco Javier Villanueva Godoy, Juan de Dios Arlegui Gorbea y Benicio Álamos González.

El primer Soberano Gran Comendador será el IPH Juan de Dios Merino Benavente, 33º, y notificada su instalación a los Poderes Masónicos de América y Europa, será reconocido por los Supremos Consejos de la propia Inglaterra, de las Jurisdicciones Norte y Sur de Estados Unidos, y por el Gran Oriente de Francia.

El texto de la comunicación referida señalaba que el Supremo Consejo de Inglaterra había otorgado una Patente para establecer un Supremo Consejo del mismo Grado en Chile, invistiendo al IPH Merino de las facultades necesarias y que, a consecuencia de ellas, se había formado dicho Consejo con miembros honorables de distintas nacionalidades.

El nuevo organismo obtendría el inmediato patrocinio del Supremo Consejo de Inglaterra y el establecimiento de relaciones de amistad con éste, así como el favorable pronunciamiento del Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos de Norteamérica, órgano madre de todos los Supremos Consejos del mundo regularmente constituidos.

Al respecto, el Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos, comunicaría en 1871: “La Masonería en Chile fue establecida hace tiempo por Logias Simbólicas que trabajan bajo jurisdicción extranjera en diferentes Ritos y dado, finalmente, su paso hacia la unidad… Habiendo adoptado como base para su fundación, los sublimes principios de nuestra Augusta Orden y para su Gobierno, las Grandes Constituciones de 1762 y 1786…”. 

La historia nos cuenta que lo que ocurre en los años sucesivos no fue un proceso exitoso. La idea paralela de crear un Gran Oriente, como consecuencia del establecimiento del Supremo Consejo, creo condiciones antagónicas para que el gobierno del REAA pudiera prosperar con éxito.

Debieron pasar al menos 27 años, antes que un nuevo momento se diera, para superar los problemas iniciales. El 28 de agosto de 1897, después de largos y difíciles trámites, se procede a una nueva instalación del Supremo Consejo del Grado XXXIII para Chile, en el Templo Masónico de Valparaíso, bajo la presidencia del IPH Eduardo de la Barra Lastarria.

Desde allí en adelante, el Supremo Consejo comenzará a vivir episodios de consolidación, década tras década, hasta alcanzar sus máximos logros, al punto de que, este año, a pesar de la pandemia, se ha registrado un record histórico de insinuaciones al Grado IV.

Carácter de la Masonería chilena

La Masonería del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, se asienta en Chile con fuerza irrefutable, a partir del momento en que se institucionaliza. Ello no es consecuencia de un accidente. La Logia Madre de la Masonería chilena – Unión Fraternal - lo practicaba, y casi simultáneamente a su fundación se formaba en Chile un Capítulo Rosa Cruz, dependiente de la Logia L’ Etoile de Pacifique.

Meses antes de la fundación de la Gran Logia de Chile, un grupo de miembros de la Masonería porteña formaron un Consejo del Grado XXX, bajo el nombre de “Etoile du Pacifique -Union Fraternelle”, dependiente de Francia.

Sin duda, el mérito más significativo para ese logro recae en el IH Pierre-Antide Martin, que debería ser reconocido como un precursor del Escocesismo, merced a su esfuerzo y persistencia para ir creando las condiciones para un desarrollo capitular del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

Las primeras décadas de la institucionalización de la Gran Logia de Chile, permitieron comprobar que, así como surgían las primeras logias, bajo el impulso de las cuatro logias fundadoras, así también se iba consolidando la presencia del REAA, al punto de ir dando una identidad irrefutable y distintiva al desarrollo masónico chileno, bajo una mirada absolutamente desligada de concepciones teológicas en el ejercicio de la práctica masónica.

Ello exigía desde luego, que la continuidad del proceso formativo de la Maestría tuviera una capacidad institucional, en la profundización del conocimiento del sistema de enseñanza expresado en el REAA. Ello es lo que debía aportar un Supremo Consejo, que será la tarea que asumió Juan de Dios Merino Benavente.

Si bien ese hito terminó frustrado inicialmente, ello no inhibió el creciente predominio del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que fue consolidándose con el paso del tiempo, al punto que la necesidad de institucionalizar su proceso iniciático debió retomarse a fines del siglo XIX, para recuperar la fuerza y vigor necesarios a partir de los últimos 100 años.

Es así como se ha establecido la unidad del Escocesismo con la Gran Logia de Chile, a través de un proceso que da identidad y carácter a Masonería Chilena, con un sello librepensador que fortalece las expresiones ciertas de un proceso iniciático bien conceptuado y definido, correspondiéndole el desarrollo primero y simbólico, a través de los Grados de Aprendiz, Compañero y Maestro, a la Gran Logia de Chile, y la profundización del grado de Maestro al Supremo Consejo, poder masónico que regula un proceso formativo del Grado IV al XXX, con la colaboración de los Grados XXXI y XXXII, que también le son dependientes.

 

La fortaleza institucional que aporta el escocesismo

 

El masón, más allá de cualquier definición no nace, se hace. Es fruto de un sostenido proceso de construcción y autoconstrucción, que se inicia en la noche de la Iniciación, y que solo culmina con la muerte. Sin duda, la noche en que la venda fue retirada de nuestros ojos, solo otorga la oportunidad de vivir la Iniciación, y de perseverar en la ruta de los hombres buenos que trabajan en su perfeccionamiento y en torno a los Grandes Principios que entrega la Masonería para vivir la virtud.

Nadie es masón por el simple hecho de pagar cuotas institucionales y ser parte de un registro que le otorgue membresía. Solo puede reclamar la condición de masón, aquel que trabaja en los conceptos éticos formativos que le entrega el proceso mismo de la iniciación, y que el REAA le configura gradualmente a hasta el Grado XXX, y que aún en los tres últimos – XXXI, XXXII y XXXIII -, le sigue señalando como una conminación hacia la virtud.

Así, desde sus orígenes mismos, el REAA, a través de su proceso gradual conducido por el Supremo Consejo de los Soberanos Grandes Inspectores Generales del Grado XXXIII, ha aportado solidez doctrinaria y moral a toda la Masonería chilena, en un proceso de complementación, con la Gran Logia de Chile, que ha permitido tener una Masonería Única e Indivisible.

Los grandes masones que adornan la historia del Supremo Consejo 

En estos 150 años, la Masonería del REAA ha sido el alma mater del desarrollo masónico nacional, sea en el Simbolismo como en el Escocesismo. Grandes masones han contribuido a nuestra República desde la fortaleza de la vivencia de ambos procesos iniciáticos.

En ese contexto, en el cargo que ejerces, representáis, Soberano Gran Comendador, mi querido Maestro, la continuidad histórica de 19 grandes masones, que han tenido el deber, el honor y el privilegio de conducir los trabajos de los Grados VI al XXXIII, con un renombre y trascendencia que la historia recoge con orgullo por lo que cada cual fue, masónica y extramuralmente.

La Patria debe sentir orgullo y admiración de todos los grandes chilenos que han dirigido al Supremo Consejo, a través de distintos periodos, en que Chile ha afrontado las más difíciles páginas de su historia.

Algunos de ellos no solo cumplieron altas funciones en el Supremo Consejo, sino también lideraron el Simbolismo como Grandes Maestros. Buenaventura Cádiz Patiño, Soberano Gran Comendador entre 1900-1903 y Gran Maestro entre 1902 y 1906; Benicio Álamos González, dos veces Gran Maestro entre 1873-1877 / 1900-1902 y Soberano Gran Comendador entre 1903‐1907; Víctor Guillermo Ewing, Gran Maestro entre 1906–1912 y Soberano Gran Comendador entre 1909‐1925; Armando Quezada Acharán, Soberano Gran Comendador entre 1925‐1931 y Gran Maestro entre 1930 y 1931; Héctor Boccardo Benvenuto, Gran Maestro entre 1924 – 1930 y Soberano Gran Comendador entre 1932‐1937; Hermógenes del Canto Aguirre, Gran Maestro entre 1937-1944 y Soberano Gran Comendador entre 1938‐1950; y René García Valenzuela, Gran Maestro entre 1944 – 1947, Soberano Gran Comendador entre 1950‐1960 y nuevamente Gran Maestro entre1969-1974.

Ellos no solo aportaron sus mejores capacidades desde el ejercicio de ambas responsabilidades, sino también dejaron una huella de coherencia, con la argamasa moral que une a los dos poderes en que se expresa la masonería chilena.

Los hubo también aquellos que cumplieron solo uno de tales dignidades, y cada cual lo hizo con el mejor aporte de ambas vertientes del perfeccionamiento iniciático, para bien de la masonería chilena toda.

La Gran Logia de Chile esta noche de octubre, rinde un sentido y fervoroso homenaje a sus compañeros de ruta, los Soberanos Grandes Inspectores Generales del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, con la alegría fraternal de ser partes de una misma historia, que se hace en el día a día, en la trascendencia del tiempo transcurrido, donde ambas instituciones, ambos poderes masónicos, han dado solidez a la Masonería chilena, y hacen que esta navegue prestigiada y admirada por los mares de la excelencia masónica internacional, libre de episodios y querellas, que ensombrecen la historia de la Masonería Universal en los últimos 100 años.

Ese patrimonio es fundamental para entender la Masonería, y debemos siempre cautelarlo y robustecerlo.

Vivimos un tiempo difícil, donde hasta las personas lúcidas parecen perder la buena senda de la sensatez, de la razón y de la abnegación. Voces basadas en el egoísmo y la ambición desmedida, la codicia, la pasión desenfrenada, el dogmatismo y el oportunismo, son capaces de amenazar las instituciones y socavar los esfuerzos colectivos. Muchos de ellos estimulan la violencia y el desacato, el fanatismo y la confrontación.

Ante este tiempo de complejas realidades, la Masonería chilena, merced al vínculo de sus dos poderes institucionales, tiene la capacidad de ser luz que ilumine la búsqueda del buen camino, con las mejores virtudes masónicas, que devienen del trabajo fraterno entre el Supremo Consejo y la Gran Logia de Chile.

 

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