sábado, 9 de mayo de 2020

Masones en la Constitución Política de 1925


Las elecciones de 1920 se realizan luego de un vasto movimiento social, en que las Federación Obrera de Chile (FOCH) y la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), jugaron un rol fundamental en las llamadas Asambleas de Alimentación Nacional, grandes movilizaciones tendientes a buscar soluciones para la grave crisis económica y social que afectaba al país.
Muchos jóvenes y profesionales que representaban las posiciones de la clase media, buscaron un cambio político fundamental que se expresara de manera coherente con las aspiraciones de los sectores más excluidos de la sociedad. Bajo la inspiración de las ideas de justicia social, trataron de implementar los valores que la Masonería inspira en sus miembros, en el contexto del respeto a la ley y amor por la paz y el entendimiento.
El 25 de abril de 1920, la Alianza Liberal le ofreció al senador Arturo Alessandri Palma la posibilidad de ser su candidato a la Presidencia de la República, en tanto portavoz de las aspiraciones sociales, que buscaban expresarse electoralmente, en un país donde la gran mayoría de los ciudadanos estaba impedida de ejercer el derecho a voto, debido a que no sabían leer y escribir.
El masón Alessandri, en el discurso de aceptación de la candidatura se comprometió con las libertades, reclamadas por gran arte de la sociedad, destacando la libertad de cultos y de conciencia, que debían estar fundadas en el sólido pedestal de la tolerancia, y con los objetivos de justicia social. En este sentido, recogía los permanentes y anhelados principios masónicos.
Otra de sus preocupaciones era el centralismo exagerado que existía en Chile. Por ello, proponía reformar la Constitución de 1833, para darles a las provincias lo que él llamó “personalidad propia”, de modo que pudiesen atender sus servicios, elegir sus autoridades e invertir sus caudales públicos.
En su discurso de aceptación de la candidatura, se preocupó del conflicto entre capitalistas y obreros, llamando a la necesidad de la armonía entre ambos, a la vez factores obligados de prosperidad. Luego entró al tema social, muy en boga en la época, preocupándose de la higiene, trabajo y remuneración del pueblo, reclamando la necesidad de que el Senado cursase la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, constituida como el verdadero factor de desarrollo social ya que sacaría al pueblo de la ignorancia. 
Aun cuando la mujer no tenía derecho a voto, Alessandri asumió su causa, expresando que la legislación debería reconocer sus derechos, así como se había hecho en otras legislaciones en el mundo.
Así, representando esas ideas, asumió la primera magistratura el 23 de diciembre de 1920.  Meses antes, había dado su voto, junto a diversos parlamentarios masones y liberales, para aprobar la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, resistida por sectores conservadores y retardatarios, que obligaba a ir a la escuela a todo niño en edad escolar, contra las costumbres de la pobreza y de la riqueza, de que quien estaba destinado ser peón o campesino no necesitaba aprender a leer, escribir o las aritméticas. Esto fue señalado por distinguidos tribunos conservadores en los debates en el Congreso Nacional.
Iniciado su gobierno, Alessandri comenzó a encontrar trabas para su Programa, bastante de avanzado para la época, consistente en materializar una descentralización administrativa, abolir el sistema parlamentario, elecciones presidenciales por voto directo, separación de la Iglesia y del Estado, previsión social en bancos y compañía de seguro y control de la estabilidad monetaria.
En el mensaje que pronunció el Gran Maestro Alfredo Melossi, ante la Asamblea Ordinaria de la Gran Logia de Chile, el 8 de junio de 1924, recordó que había solicitado a las Logias la proposición de temas de interés general, que concitaran la preocupación de ellas. Hubo coincidencia a nivel nacional, en proponer el estudio de los “problemas educacionales, el problema social y el deseo de alcanzar para la República la separación de la Iglesia y el Estado”, causa esta última que venía siendo parte de las convicciones de gran parte de la clase media y de los sectores obreros.
La culminación de la crisis política se produjo cuando el Congreso negó el apoyo a los proyectos urgentes y votó favorablemente el aumento de la dieta parlamentaria, lo que produjo un profundo impacto que alentó el clima de descontento de los oficiales de grados subalternos, quienes apoyaban a Alessandri.
Estos militares subalternos organizaron un reclamo en el Congreso, conocido como “Ruido de Sables”, que no solo provocó una crisis política, sino que también la desestabilización del mando superior. Los días 8 y 9 de septiembre de 1924, el Congreso aprobó todos los proyectos sociales que había tenido postergados. Una Junta de Gobierno disolvió el Congreso y Alessandri emprendió el exilio con un permiso de seis meses.
El 11 de septiembre de 1924, la Junta Militar de la Oficialidad joven – que no era lo mismo que la Junta de Gobierno, integrada por Altamirano, Neff y Bennett, que sustituyó al Alessandri – presentó al país un manifiesto, en parte del cual expresó: “Nuestra finalidad es convocar una libre Asamblea Constituyente, de la cual surja una Carta Fundamental que corresponda a las aspiraciones nacionales. Creada la nueva Constitución, ha de procederse a la elección de Poderes Públicos, sobre registros hechos con inscripción amplia y libre. Constituidos estos Poderes habrá terminado nuestra misión”.
En esa oficialidad joven destacan los nombres de Marmaduque Grove, Bartolomé Blanche y Carlos Ibáñez. 
El 23 de enero, una intervención de los militares jóvenes sacó la junta de Gobierno y Alessandri regresó. El 7 de abril de 1925, Alessandri nombró una Comisión Consultiva, compuesta de 122 miembros que representaban a todas las fuerzas políticas de la época, cuyo objetivo sería elaborar una nueva Constitución Política que reemplazase la de 1833.
El 16 de abril se creó la subcomisión de reformas constitucionales, integrada por 15 personas y presidida por el mismo Alessandri y en la que participa su Ministro de Justicia, José Maza. Este político liberal y masón es una figura política de gran relevancia histórica, no solo en su rol redactor en la Constitución de 1925, sino también influirá decisivamente en la obtención del voto femenino en Chile. Según revelaría Fanor Velasco, José Maza Fernández venía trabajando desde 1921 en las reformas que requería la Constitución[1].
En un proceso que tuvo difíciles y contradictorios episodios, finalmente la nueva Constitución, que erradicaba el parlamentarismo que impusieron los vencedores de la guerra civil de 1891, e imponía nuevamente el presidencialismo, fue aprobada el 30 de agosto de 1925. También la nueva Constitución terminaba toda relación constitucional entre la Iglesia Católica y el Estado. Esa Constitución daría marco para que, posteriormente, se desarrollara el modelo chileno de Estado de Bienestar, con un sistema de salud que conjuró graves amenazas, una educación pública gratuita, laica y de gran calidad; y un modelo democrático admirable en una convulsa América Latina determinada por cuartelazos, populismos e inestabilidad institucional.
De las personas que participaron en la subcomisión de reformas constitucionales, eran masones Onofre Avendaño Flores, Héctor Boccardo Benvenuto, Pedro Fajardo Ulloa, Luis Galdames, Juan Marín Rojas, Daniel Martner Urrutia, Darío Salas Díaz, José Maza Fernández y el propio Arturo Alessandri, además del líder obrero Carlos Alberto Martínez.  Boccardo sería por seis años Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, entidad dirigente de las logias masónicas del país desde 1862.



[1]Los constituyentes de 1925” Trabajo colectivo del seminario de derecho público con una introducción de su director Profesor Aníbal Bascuñán Valdés (1945), p. 297

Elogio conmemorativo al masón Alberto Bachelet Martínez


(Discurso del 12 de marzo de 2020 en el Cementerio General)

Me resultaría imposible en esta jornada de recuerdo, conmemoración y homenaje, no hablar de Alberto Bachelet Martínez, el general que murió sobre el terreno inhóspito de la injusticia, sino desde su condición de masón. Porque, desde mis tiempos de aprendiz del Arte Real, que su recurrencia va y viene, en los pasadizos ilimitados de la memoria, con las preguntas que solo la certeza moral puede responder, porque nada puede ser más amargo y desolador que el silencio frente al pasado que nos deshereda.
La reclamación de la postura que se yergue desde la decencia, infiere al pasado, desde donde venimos, para mirar el futuro, como Jano, para establecer la justicia y la sabiduría lo que demandamos frente a ambigüedad de la impostura y la opacidad de la incoherencia.
Nada frustra más las convicciones que la renuncia a la congruencia. Más aún cuando ella se cubrió con el manto del artero soslayo a la palabra empeñada, bajo juramentos y adhesión a principios tan caros para la condición humana.
Compungidos, los hijos de una doctrina sublime, ante los fallos y evasiones a nuestras más recias afirmaciones, nos hacemos cargo de los yerros de algunos que nos precedieron, y, a cambio, tomamos el heraldo de las mejores expresiones, del hacer y del saber, y las hacemos enseñanza en la revelación de la dignidad corporizada en el ejemplo. Allí, en este hombre revelado, está el buen Maestro, el que enseña, el que eroga a la virtud, el que tributa a la decencia.
Es a ese Maestro al que brindamos el elogio en toda circunstancia.
Fue, sin duda, Alberto Bachelet Martínez un ilustre masón, un buscador de la verdad, con una notable capacidad de estudio y un bagaje cultural, propio de aquel que quiere conocer y formarse un verdadero juicio crítico.
A través de su paso por la Francmasonería, no solo cumplió con dedicación los deberes propios de sus tres Grados iniciáticos, sino que construyó su opinión crítica y modeló sus decisiones con la doctrina masónica, a la cual fue leal y firmemente adscrito en cada una de las etapas de su vida pública y militar.
Inició su vida masónica en Temuco, en 1945. Luego, la continuó en logias de Puerto Montt, La Cisterna y Valparaíso. Desde 1961 en adelante, se vincula definitivamente a la Masonería de Santiago, a través de la Logia Renacimiento, donde permanece por 7 años, y en la cual alcanzaría el más alto cargo posible en una logia: Venerable Maestro, que equivale a la presidencia de un taller masónico.
En enero de 1968, nuestro Querido Hermano Alberto Bachelet Martínez, firmará el acta fundacional de una nueva logia en Santiago, y la primera en el sector oriente de la ciudad, que comenzaba a tener un creciente desarrollo inmobiliario en la entonces comuna de Las Condes: la logia tomó por nombre “La Cantera”. Pronto tomó el cargo de Tesorero, y en la elección de oficiales de diciembre de 1970, asumió como Orador, esto es de encargado del cumplimiento de la ley masónica en la logia.
A fines de 1971, fue elegido para ejercer el cargo de Primer Vigilante, que ejerce labores de conducción docente de los estudios masónicos, para el periodo 1972- 1973. Esta responsabilidad debió declinarla a mediados de 1972, debido a la complejidad de las demandantes tareas que el Gobierno del Presidente Allende le encomendara para garantizar el abastecimiento alimentario, en medio del boicot que realizaban opositores con apoyo de un poder extranjero.
Los registros de su participación en los debates masónicos de aquella logia, desde que se fundara hasta 1972, fueron recogidos en el libro titulado “Investigación sobre el Masón Alberto Bachelet Martínez, en la Respetable Logia “La Cantera” N° 130 del Valles de Las Condes”, publicada internamente por un destacado miembro de esa Logia en 2003.
A través de las actas históricas, es posible conocer el pensamiento del Querido Hermano Alberto Bachelet, donde debate sobre temas filosóficos, masónicos, culturales, sociológicos, históricos, religiosos, etc., y siempre lo hace con una fundada argumentación, fruto de una persistente voluntad de estudio y una esmerada reflexión.
Así, en octubre de 1969, por ejemplo, debate sobre la doctrina de Theillard de Chardin, en torno al origen humano como consecuencia de la acción de un ser omnipotente, donde nuestro recordado Hermano recomienda leer al filósofo Desiderio Papp, y sus aportes sobre la metafísica y el empirismo.
Su reflexión continúa algunas semanas al presentar un trabajo al debate, sobre la Causa Primera, donde hace una exploración de las grandes preguntas sobre el origen de la vida y del universo. Allí reflexiona sobre la Teoría de la Relatividad, el espacio-tiempo, y el campo unificado, adscribiendo a la idea de un universo en expansión. En aquella oportunidad  expresa que la ciencia no se inventa, y que ella es la que permite avanzar paso a paso hacia la comprensión del origen de la vida y de sus consecuencias.
Al final de ese año, presenta en dos reuniones de trabajo un sólido estudio sobre “La realidad Latinoamericana”, donde hace un descarnado análisis de la realidad de la región, analizando el rol de Estados Unidos, y el subdesarrollo crónico que se manifestaba en los países de Centro y Sudamérica. Allí hace un análisis del rol de ALALC (Asociación Latinoamericana de Libre Comercio) y del Mercado Común Centro Americano, así como de los avances del Pacto Andino, haciendo alcances sobre la reunión de Punta del Este de 1967 y  Reunión de Cartagena, que ocurriera meses antes. Se muestra critico del provincialismo de los países de la región y los factores que coartan mayores avances, entre ellos los determinados por intereses económicos que califica de reaccionarios. Asevera que la integración es fundamental para liberar a los países del colonialismo en que viven, especialmente económico.
En debates de abril de 1970, en tanto, nuestro Querido Hermano Bachelet define el rol de la Orden, donde defiende la doctrina y principios masónicos, y que la virtud masónica reside en la capacidad de adaptarse al tiempo secular, y defiende la idea de una masonería específicamente chilena.
Este pensamiento lo continúa desarrollando en mayo, con motivo de la Fiesta del Trabajo, donde propugna que la Masonería es una institución universal, fundamentalmente filosófica, dedicada a trabajar por el advenimiento de la justicia, de la solidaridad y de la paz en la Humanidad. Expresa con claridad que la Orden Masónica insta a trabajar por grandes principios humanísticos de convivencia social.
A mediados de 1971, hace una exhaustiva exposición sobre las grandes religiones en el mundo, y, poco después, en que se trata el tema de “La juventud frente al Servicio Militar”, señala que las Fuerzas Armadas están integradas por el pueblo mismo y en ellas descansa la vida constitucional del país.
Sus responsabilidades masónicas hacia 1972, se vieron condicionadas a las funciones públicas que el Gobierno de la República le encargara, tal como ocurrió con otros miembros de la Fuerzas Armadas, algunos ocupando roles de Ministros de Estado, en medio de la crisis que el país fue escalando, como consecuencia de la polarización política.
Cuando aquellas responsabilidades cesan, regresa a sus tareas esencialmente institucionales.
Sabemos lo que ocurrió en nuestro país, por factores interno y externos. Ello llevaría al QH Bachelet a ser tratado como preso político, sin garantías ni derechos, siendo sometidos a torturas que le provocarían la muerte.
Previo a ello, merced a recursos reglamentarios de uso común, incompatibles para casos excepcionales como el que el Querido Hermano Bachelet estaba viviendo, en su logia se le emitió carta de retiro obligatorio, el 18 de noviembre de 1973. Es ese un procedimiento administrativo, que no implica la pérdida de la calidad masónica, y que se aplica de manera corriente, y que puede ser subsanado regularizando los motivos.
Ciertamente, aún en su carácter administrativo, aquella decisión quedó sometida ante la historia al reproche moral, dado que no era por causas de desaprensión los incumplimientos a sus deberes masónicos, sino por estar privado de libertad y sometido a privaciones económicas, producto de las acusaciones que se le imputaban, que carecieron de todo fundamento.
Sin embargo, por motivos fundados en prácticas anti-fraternales, hubo interés de algunos miembros de su Logia, para acusarlo de conductas contrarias a las obligaciones que todo masón tiene con su patria y con la ley. Constituido el tribunal masónico para abrir proceso, este resolvió suspender el procedimiento, mientras el acusado no estuviera presente para defenderse de tales imputaciones.
De este modo, la dolorosa muerte del Querido Hermano Bachelet, es la muerte de un masón, a carta cabal, a pesar de que muchas veces se ha dicho, desde la ignorancia, que murió en condición de profanidad, es decir, luego de perder la calidad masónica.
En esa condición de masón, la Gran Logia de Chile le confiere el 14 de octubre de 2013, por decreto N°95 de ese año, la Calidad de Miembro Honorario, el más alto honor que la dirección superior de la Francmasonería Chilena puede conferir a un masón.
Hoy, una obra pictórica lo retrata con su uniforme de general de la Fuerza Aérea de Chile, la que se encuentra junto a las oficinas de la Gran Maestría, en el tercer piso de la sede central de la Masonería.  Ese mismo espacio contiene el retrato de otro destacado masón, que vistiera uniforme de la aviación militar, el Comodoro Arturo Merino Benítez. También está el retrato del General Ramón Freire, masón del proceso emancipatorio. Contiguo a ese espacio, se encuentran los masones O´Higgins y Carrera.
En aquellos espacios de nuestras oficinas, dejamos presente el legado de aquellos hombres de armas, que, a partir de sus virtudes masónicas, dieron forma a los ideales de patriotismo, republicanismo y sentido de progreso, en bien del futuro.
Cada uno de ellos sufrió las consecuencias de su tiempo y de un revanchismo político exacerbado, pero, la Patria y la historia los honra y exalta sus virtudes para ejemplo de los patriotas que vendrán.


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