(Discurso del 12 de marzo de 2020 en el
Cementerio General)
Me resultaría imposible en esta jornada de
recuerdo, conmemoración y homenaje, no hablar de Alberto Bachelet Martínez, el
general que murió sobre el terreno inhóspito de la injusticia, sino desde su
condición de masón. Porque, desde mis tiempos de aprendiz del Arte Real, que su
recurrencia va y viene, en los pasadizos ilimitados de la memoria, con las
preguntas que solo la certeza moral puede responder, porque nada puede ser más
amargo y desolador que el silencio frente al pasado que nos deshereda.
La reclamación de la postura que se yergue
desde la decencia, infiere al pasado, desde donde venimos, para mirar el
futuro, como Jano, para establecer la justicia y la sabiduría lo que demandamos
frente a ambigüedad de la impostura y la opacidad de la incoherencia.
Nada frustra más las convicciones que la
renuncia a la congruencia. Más aún cuando ella se cubrió con el manto del
artero soslayo a la palabra empeñada, bajo juramentos y adhesión a principios tan
caros para la condición humana.
Compungidos, los hijos de una doctrina
sublime, ante los fallos y evasiones a nuestras más recias afirmaciones, nos
hacemos cargo de los yerros de algunos que nos precedieron, y, a cambio,
tomamos el heraldo de las mejores expresiones, del hacer y del saber, y las
hacemos enseñanza en la revelación de la dignidad corporizada en el ejemplo.
Allí, en este hombre revelado, está el buen Maestro, el que enseña, el que
eroga a la virtud, el que tributa a la decencia.
Es a ese Maestro al que brindamos el
elogio en toda circunstancia.
Fue, sin duda, Alberto Bachelet Martínez
un ilustre masón, un buscador de la verdad, con una notable capacidad de
estudio y un bagaje cultural, propio de aquel que quiere conocer y formarse un
verdadero juicio crítico.
A través de su paso por la Francmasonería,
no solo cumplió con dedicación los deberes propios de sus tres Grados
iniciáticos, sino que construyó su opinión crítica y modeló sus decisiones con
la doctrina masónica, a la cual fue leal y firmemente adscrito en cada una de
las etapas de su vida pública y militar.
Inició su vida masónica en Temuco, en
1945. Luego, la continuó en logias de Puerto Montt, La Cisterna y Valparaíso.
Desde 1961 en adelante, se vincula definitivamente a la Masonería de Santiago,
a través de la Logia Renacimiento, donde permanece por 7 años, y en la cual
alcanzaría el más alto cargo posible en una logia: Venerable Maestro, que
equivale a la presidencia de un taller masónico.
En enero de 1968, nuestro Querido Hermano Alberto
Bachelet Martínez, firmará el acta fundacional de una nueva logia en Santiago,
y la primera en el sector oriente de la ciudad, que comenzaba a tener un
creciente desarrollo inmobiliario en la entonces comuna de Las Condes: la logia
tomó por nombre “La Cantera”. Pronto tomó el cargo de Tesorero, y en la
elección de oficiales de diciembre de 1970, asumió como Orador, esto es de
encargado del cumplimiento de la ley masónica en la logia.
A fines de 1971, fue elegido para ejercer
el cargo de Primer Vigilante, que ejerce labores de conducción docente de los
estudios masónicos, para el periodo 1972- 1973. Esta responsabilidad debió
declinarla a mediados de 1972, debido a la complejidad de las demandantes
tareas que el Gobierno del Presidente Allende le encomendara para garantizar el
abastecimiento alimentario, en medio del boicot que realizaban opositores con
apoyo de un poder extranjero.
Los registros de su participación en los
debates masónicos de aquella logia, desde que se fundara hasta 1972, fueron
recogidos en el libro titulado “Investigación sobre el Masón Alberto Bachelet
Martínez, en la Respetable Logia “La Cantera” N° 130 del Valles de Las Condes”,
publicada internamente por un destacado miembro de esa Logia en 2003.
A través de las actas históricas, es
posible conocer el pensamiento del Querido Hermano Alberto Bachelet, donde debate sobre temas
filosóficos, masónicos, culturales, sociológicos, históricos, religiosos, etc.,
y siempre lo hace con una fundada argumentación, fruto de una persistente voluntad
de estudio y una esmerada reflexión.
Así, en octubre de 1969, por ejemplo,
debate sobre la doctrina de Theillard de Chardin, en torno al origen humano
como consecuencia de la acción de un ser omnipotente, donde nuestro recordado
Hermano recomienda leer al filósofo Desiderio Papp, y sus aportes sobre la
metafísica y el empirismo.
Su reflexión continúa algunas semanas al
presentar un trabajo al debate, sobre la Causa Primera, donde hace una
exploración de las grandes preguntas sobre el origen de la vida y del universo.
Allí reflexiona sobre la Teoría de la Relatividad, el espacio-tiempo, y el
campo unificado, adscribiendo a la idea de un universo en expansión. En aquella
oportunidad expresa que la ciencia no se
inventa, y que ella es la que permite avanzar paso a paso hacia la comprensión
del origen de la vida y de sus consecuencias.
Al final de ese año, presenta en dos
reuniones de trabajo un sólido estudio sobre “La realidad Latinoamericana”,
donde hace un descarnado análisis de la realidad de la región, analizando el
rol de Estados Unidos, y el subdesarrollo crónico que se manifestaba en los
países de Centro y Sudamérica. Allí hace un análisis del rol de ALALC
(Asociación Latinoamericana de Libre Comercio) y del Mercado Común Centro
Americano, así como de los avances del Pacto Andino, haciendo alcances sobre la
reunión de Punta del Este de 1967 y
Reunión de Cartagena, que ocurriera meses antes. Se muestra critico del
provincialismo de los países de la región y los factores que coartan mayores
avances, entre ellos los determinados por intereses económicos que califica de
reaccionarios. Asevera que la integración es fundamental para liberar a los
países del colonialismo en que viven, especialmente económico.
En debates de abril de 1970, en tanto, nuestro Querido Hermano Bachelet define el rol de la Orden, donde defiende la doctrina y principios
masónicos, y que la virtud masónica reside en la capacidad de adaptarse al
tiempo secular, y defiende la idea de una masonería específicamente chilena.
Este pensamiento lo continúa desarrollando
en mayo, con motivo de la Fiesta del Trabajo, donde propugna que la Masonería
es una institución universal, fundamentalmente filosófica, dedicada a trabajar
por el advenimiento de la justicia, de la solidaridad y de la paz en la
Humanidad. Expresa con claridad que la Orden Masónica insta a trabajar por
grandes principios humanísticos de convivencia social.
A mediados de 1971, hace una exhaustiva
exposición sobre las grandes religiones en el mundo, y, poco después, en que se
trata el tema de “La juventud frente al Servicio Militar”, señala que las
Fuerzas Armadas están integradas por el pueblo mismo y en ellas descansa la
vida constitucional del país.
Sus responsabilidades masónicas hacia
1972, se vieron condicionadas a las funciones públicas que el Gobierno de la
República le encargara, tal como ocurrió con otros miembros de la Fuerzas
Armadas, algunos ocupando roles de Ministros de Estado, en medio de la crisis
que el país fue escalando, como consecuencia de la polarización política.
Cuando aquellas responsabilidades cesan,
regresa a sus tareas esencialmente institucionales.
Sabemos lo que ocurrió en nuestro país,
por factores interno y externos. Ello llevaría al QH Bachelet a ser tratado
como preso político, sin garantías ni derechos, siendo sometidos a torturas que
le provocarían la muerte.
Previo a ello, merced a recursos
reglamentarios de uso común, incompatibles para casos excepcionales como el que
el Querido Hermano Bachelet estaba viviendo, en su logia se le emitió carta de retiro
obligatorio, el 18 de noviembre de 1973. Es ese un procedimiento administrativo,
que no implica la pérdida de la calidad masónica, y que se aplica de manera
corriente, y que puede ser subsanado regularizando los motivos.
Ciertamente, aún en su carácter
administrativo, aquella decisión quedó sometida ante la historia al reproche
moral, dado que no era por causas de desaprensión los incumplimientos a sus
deberes masónicos, sino por estar privado de libertad y sometido a privaciones
económicas, producto de las acusaciones que se le imputaban, que carecieron de
todo fundamento.
Sin embargo, por motivos fundados en
prácticas anti-fraternales, hubo interés de algunos miembros de su Logia, para
acusarlo de conductas contrarias a las obligaciones que todo masón tiene con su
patria y con la ley. Constituido el tribunal masónico para abrir proceso, este
resolvió suspender el procedimiento, mientras el acusado no estuviera presente
para defenderse de tales imputaciones.
De este modo, la dolorosa muerte del Querido Hermano Bachelet, es la muerte de un masón, a carta cabal, a pesar de que muchas veces
se ha dicho, desde la ignorancia, que murió en condición de profanidad, es
decir, luego de perder la calidad masónica.
En esa condición de masón, la Gran Logia
de Chile le confiere el 14 de octubre de 2013, por decreto N°95 de ese año, la
Calidad de Miembro Honorario, el más alto honor que la dirección superior de la
Francmasonería Chilena puede conferir a un masón.
Hoy, una obra pictórica lo retrata con su
uniforme de general de la Fuerza Aérea de Chile, la que se encuentra junto a
las oficinas de la Gran Maestría, en el tercer piso de la sede central de la
Masonería. Ese mismo espacio contiene el
retrato de otro destacado masón, que vistiera uniforme de la aviación militar,
el Comodoro Arturo Merino Benítez. También está el retrato del General Ramón
Freire, masón del proceso emancipatorio. Contiguo a ese espacio, se encuentran
los masones O´Higgins y Carrera.
En aquellos espacios de nuestras oficinas,
dejamos presente el legado de aquellos hombres de armas, que, a partir de sus
virtudes masónicas, dieron forma a los ideales de patriotismo, republicanismo y
sentido de progreso, en bien del futuro.
Cada uno de ellos sufrió las consecuencias
de su tiempo y de un revanchismo político exacerbado, pero, la Patria y la
historia los honra y exalta sus virtudes para ejemplo de los patriotas que
vendrán.
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