La
Masonería, en años recientes, ha estado en distintos procesos de reflexión,
como consecuencia de los hechos que han impactado a nuestra sociedad, como
consecuencia del llamado estallido social. En tanto institución ética, que
promueve altos valores orientados a una mejor convivencia humana, a partir de
la libertad, la igualdad y la fraternidad, así como la justicia social, en el
marco del respeto a la ley y a autoridades legítimamente constituidas, a través
del ejercicio democrático, busca permanentemente el diálogo y un propósito de
armonía que oriente las capacidades de la sociedad hacia propósitos comunes,
superando las formas de confrontación y las querellas que solo conducen a la
violencia y a las injusticias.
La
Masonería considera que la condición humana solo se realiza en un marco de
dignidad y justicia, donde toda persona debe ser objeto de preocupación,
interés y protección, solo por ser una persona humana, pero también reconoce
que la condición humana no solo surge de la existencia de derechos
inalienables, sino también de deberes que emanan del hecho colectivo de ser
parte de una comunidad donde concurren distintos intereses, anhelos y
obligaciones.
Los
eventos desencadenados en octubre de 2019, han sido objeto de significativas
reflexiones en la Masonería. Formada por personas orgullosas de su ciudadanía,
individuos reflexivos que hacen del constructo racional toda cuestión sometida
a su análisis, fervientes enamorados de la Patria y sus gentes, hombres de paz,
por antonomasia, no han escatimado esfuerzos para comprender las variables de
los procesos que estamos viviendo.
Muchos
de los diagnósticos en la década previa, preveían una crisis en desarrollo,
producto de las frustraciones que señalaban las realidades sociales de los que
comenzaban a estaban quedando rezagados. Por más de diez años, la crisis de
representación venía siendo un dato de la causa, que ninguna estrategia
política daba cuenta de ello.
La
Gran Logia de Chile, a tres semanas de producido el estallido social, resolvió
iniciar un profundo debate sobre lo que estaba ocurriendo. En dos meses, entre
el 15 de noviembre de 2019 y el 15 de enero de 2020, se desarrolló a través de
todas las logias del país un convento o convención, de carácter local, primero,
y luego de carácter jurisdiccional, es decir, por agrupaciones geográficas de
logias, para analizar si era necesario un nuevo contrato social para Chile.
Sus
conclusiones fueron reveladoras.
A
fines de enero de 2020, tales conclusiones confluyeron en un convento nacional,
con representantes de todo el país. Sus conclusiones están disponibles en
nuestra página web.
Concluido
el Convento Masónico, era necesario llevar ese marco general de conclusiones a
una siguiente reflexión. Es así que se encargó al Departamento de Asuntos
Públicos iniciar un proceso de reflexión con todos aquellos que quisieran
trabajar en la perspectiva de pensar que debía hacer el país, una vez que los
procesos surgidos de los acuerdos políticos que han hecho posible un proceso
constitucional concluyan positivamente.
Habrá
una nueva Constitución, surgirá un Nuevo Contrato Social, y debemos hacer todos
los esfuerzos para que ello sea posible. Para ello es fundamental el acuerdo y
el deseo cierto de darle al futuro una esperanza común, basada en la pacífica
convivencia y en la democracia. Para ello nadie debe asirse a la idea de que la
solución a la crisis que hemos vivido nace de una opción basada en la
hegemonía.
Si
somos capaces de construir un nuevo contrato social, lo que se requerirá luego
es definir el proyecto que permita generar nuestras mejores cualidades y
potencialidades como sociedad y como país.
Eso
es lo que pretenden vislumbrar las 31 comisiones que se constituyeron con casi
un millar de participantes, y cuya primera mirada contiene este libro. Todos, con sus distintas apreciaciones sobre
la crisis y la forma de resolverla, han concurrido a un propósito común: el
interés superior del país y sus pueblos.
Queremos
dar a conocer esa elaboración, guiada por su generosidad y compromiso con
nuestra historia institucional, de aporte al desarrollo de la República. Se
harán otras jornadas como esta, para que ilustres comentaristas nos entreguen
su visión sobre este aporte al diálogo, al reencuentro, a la convivencia.
Seguramente
hay insuficiencias en este texto, que las comisiones abordarán en la siguiente
etapa de estudios y discusión. Habrá en otros lugares, probablemente ideas más
lúcidas. Quienes han trabajado en este esfuerzo no pretenden hegemonizar los
debates ni las conclusiones. Solo aportar con generosidad y patriotismo.
Este
es un trabajo de masones, que no comprometen la opinión institucional que ha
sido expresada a través de las declaraciones públicas de la Gran Logia de
Chile, pero que, bajo esa inspiración institucional, canalizan la opinión
profesional, académica y técnica de un deseo común de país, de hombres
inspirados en los altos principios de nuestra institución.
Agradecemos
a los destacados expositores que nos han acompañado hoy, a su generosa voluntad
de diálogo. Hoy, más que nunca Chile necesita vencer las desconfianzas y las
diferencias sustentadas en un pasado que no podemos cambiar, para hacer
realidad un futuro donde todos tengamos un espacio de respeto y dignidad en lo
que representamos y en lo que somos, pero, sobre todo, en lo que podemos aportar
para felicidad de todos los que viven en este país y aportan a su grandeza con
su esfuerzo y sus legítimos sueños.
Don
Juan Sutil, don Ascanio Cavallo, don Rodolfo Codina: Muchas gracias por su
participación en esta presentación.
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