miércoles, 18 de julio de 2012

Presentación del libro “DESDE EL SILENCIO, VERSO A VERSO".

"Aporte de los inmigrantes del Winnipeg en la construcción de la obra política y social de Salvador Allende”.


Sebastián Jans

Es para este comentador tremendamente motivante, concurrir esta noche, a comentar el libro de David Duque Schick, obra que ya ha tenido un recorrido en librerías y en la referencia bibliográfica de muchos lectores, y que está construido en torno a uno de los episodios de afirmación democrática más relevantes de la historia de Chile. Y digo episodio democrático, porque fue un acto, un suceso, un hecho, donde las variables más relevantes tienen que ver con la democracia, con el deseo y la voluntad de que las decisiones de las naciones, los procesos de estructuración social, los procesos que permiten construir la ciudad del hombre, tienen que ver con como los pueblos son protagonistas de la historia. Los personajes que emergen en este libro y su reconstrucción e interpretación de los hechos, recogen esa afirmación democrática. Son hombres relacionados con esa idea de que, todo lo que permite construir en sociedad, debe ser determinado por la voluntad del pueblo, y solo en la medida que esa voluntad se exprese es posible constatar la existencia de una democracia. Pero, también, es tremendamente motivador, el hacerlo en una actividad que está organizada en el contexto de la celebración de la primera década de historia de la Respetable Logia “Salvador Allende” N° 191, de mi logia por convicción, la logia a la cual pertenezco no por filiación regular y de acuerdo a las leyes masónicas, sino por los lazos del amor, del afecto, de la más pura fraternidad.

Entonces, “DESDE EL SILENCIO, VERSO A VERSO”, trabajemos la prosa en torno a esta nueva mirada, que David Duque Schick nos propone sobre el mito del Winnipeg. Y cuando digo mito, lo digo en el sentido más exacto del concepto, no desde la inferencia menoscabante que le ha dado la costumbre popular de raigambre confesional, de considerarlo como un cuento ficticio, una trivialidad. Digo mito en el sentido superior de un relato donde siempre hay una consecuencia moral, porque el relato proviene de una realidad humana, de la cual emerge una abstracción de la que podemos sacar una lección o extrapolar una consecuencia. El valor de todo mito radica ciertamente en su relato simbólico, que escapa a ciertas leyes o lógicas humanas, pero que proyectan su efecto sobre las lógicas y los lugares comunes, sobre las convenciones del hacer social, y que da cuenta del efecto que puede tener el simbolismo en la cotidianidad de lo humano, ligando y religando lo universal y lo individual, lo ignoto y lo cotidiano del existir. En ese contexto, la inmigración española derivada de la derrota de la II República Española, tiene todos los componentes míticos para ser validada como uno de los grandes referentes morales, que deja a todos los pueblos la enseñanzas necesaria para abordar los desafíos de la democracia, es decir, aquella condición política que permite que se exprese la voluntad popular. Y es un mito, o un relato ejemplar, primero porque deviene, precisamente, de un mito mayor, cual es la II República. Y es un mito que se relaciona con otro mito mayor, otro relato ejemplar, cual es la lucha del pueblo chileno por la profundización democrática. Y como en todos los grandes mitos de la historia humana, hay personajes determinantes y consecuenciales, hay tragedias, está la exaltación del drama, está el ejemplo, la enseñanza, y todo el cúmulo de grandezas y bajezas que la naturaleza humana transmite y permea a los dioses, sean o no del Olimpo.

Pensemos en los grandes personajes de acá y acullá. El mito chileno y sus héroes: Pedro Aguirre Cerda y Salvador Allende. Su gran propósito: profundizar la democracia chilena, no solo en el contexto de las formas institucionales, sino como la manifestación del esfuerzo de todos los chilenos para ser incorporados a la condición de ciudadanos, es decir, hombres con derechos y deberes iguales, chilenos con las mismas oportunidades, con los mismos accesos, con el mismo valor humano. Junto a ellos, una figura que expresa lo más sublime del encuentro del lenguaje de una América Morena con su ancestro colonial, a través de la creación y la sublimación estética, Pablo Neruda, con las contradicciones típicas del ser chileno, un poeta chileno que adopta un apellido checo – nada más distante de nuestra cotidianidad -, y con las cualidades y virtudes que da la relacionalidad basada en la palabra, sea esta en prosa o en verso. El libro que comentamos, precisamente, nos muestra esos encuentros, corporizados en nombres de la mayor alcurnia literaria, de las generaciones de creadores de los primeros cuarenta años de la historia española del siglo XX, y para todos los siglos, padres espirituales del mito español republicano. El acullá también tuvo sus héroes: el obrero estucador que llegó a Presidente de la II República, Francisco Largo Caballero; ese pulcro intelectual y excelso orador republicano que fue Manuel Azaña, el más representativo de los Presidentes republicanos; el hijo de un albañil e incansable hombre de imprenta Diego Martínez Barrios, Presidente también; entre la medicina y la ciencia, incursionó en la política el controvertido Juan Negrin, Presidente del desenlace; y junto a ellos, toda esa enorme conciencia de España, constituida por nombres luminosos, míticos, titanes del verbo y la conjugación gramatical, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Vicente Alexaindre, Rafael Alberti, Antonio Machado, vinculados a Neruda, y otros que no, como Miguel de Unamuno, que a veces quería la república, pero la desquería por sus excesos, para volver a quererla y a desquererla. Junto a ellos otros múltiples héroes y heroínas. Un panteón demasiado extenso para traerlos todos a colación en estos breves minutos. “DESDE EL SILENCIO, VERSO A VERSO”, tiene la virtud de traernos no solo componentes del mito de la inmigración y sus trágicas causales, sino que también nos trae el ritmo y la constancia de la épica popular.

Uno de los grandes temas sociológicos, psicológicos, éticos y estéticos, que marcan la historia humana está dimensionado por la épica popular. Ello no es sino consecuencia del mito, porque no hay traducción de lo mítico a la realidad, si ella no está construida en la afirmación humanamente heroica del relato que construye la razón y la sinrazón de los seres humanos. En el último tiempo, en una instancia masónica en particular, he estado tratando de retomar ciertas epopeyas de la épica popular, a través de la exploración estética de la música, y como la estética viene a reflejar la ética de las construcciones culturales, que surgen de los relatos socio-políticos en torno a las ideas de libertad, de igualdad y de fraternidad. La creación humana es consecuencia de su historicidad, y lo que produce la II República española alcanza niveles inconmensurables.

El libro de David Duque Schick creo que es una notable contribución a la afirmación del relato histórico y mítico de la tragedia española, a partir de su conexión con la evolución de relato allendiano, como mito social y político que sostiene la afirmación democrática de raigambre popular en la historia transcurrida y por transcurrir de Chile. Es la conexión del mito de acá y de acullá, y las incumbencias de las enseñanzas que dejan los errores humanos en la consecuencia política. Españoles y chilenos, aún vocean la consigna “El pueblo unido jamás será vencido”. Es la mejor enseñanza que puede dejar la convergencia de esos dos grandes mitos e historias: la II República Española y la muerte de Salvador Allende en el asalto golpista al Palacio de los Presidentes de la República de Chile. Ambos momentos de la Humanidad, que han marcado la conciencia de los hombres que aman la libertad, donde la legalidad y constitucionalidad democrática terminan bajo la lógica de las botas militares y el genocidio.

La enseñanza que dejan ambos relatos, es que los dioses, los semi-dioses, los héroes y titanes de ambas tragedias, fueron presas de tantas mortales pasiones como la de sus antecesores griegos, y lo que señala el carácter de los hechos está en las antípodas de aquella consigna: “El pueblo unido jamás será vencido”. Obviamente, la contradicciones, los antagonismos, las pre-eminencia de algunos por sobre otros, la falta de unidad y coherencia con el proyecto político, son las causas que pavimentaron la tragedia. “DESDE EL SILENCIO, VERSO A VERSO”, no pretende indagar en las enseñanzas que dejan ambos procesos, sino que retoma el mito del Winnipeg, en la exacta perspectiva de la épica popular, en el relato humano y democrático, en el legado societario y político. Y uno no puede dejar de vibrar íntimamente, emocionalmente, – no podría hacerlo -, cuando reconstruye los momentos de la travesía y las canciones que acompañaban a los pasajeros, y no podemos dejar de imaginar a sus pasajeros, al término de la travesía, cantando el “Himno de Riego”, el Himno de la República, cuando descendían por las escalinatas del barco mítico.

Y el lector puede seguir los trazos de la historia de Salvador Allende, no como una incursión historiográfica, sino como consecuencia de un relato vinculado a la épica popular. Y cada capítulo del libro se dimensiona en el carácter de la construcción y reconstrucción del relato épico, porque premeditadamente, cada uno de sus capítulos parte de un diálogo que se vincula en la forma y el propósito con los mitos que forman los decires y las comprensiones de la trascendencia de Allende. Creo que lo que quiso decir David Duque Schick, lo ha dicho claramente en su libro. La coherencia con su propósito está en el libro. Sin embargo, esta confluencia de los mitos tiene otros alcances, u otros actores. Y no puedo dejar de mencionarlo, ya que aquellos también tienen incumbencia con el relato popular y las significancias de la II República Española para la apuesta de reconstrucción republicana que el movimiento popular pretendió para Chile, desde Pedro Aguirre Cerda hasta Salvador Allende.

En ese contexto, no puedo dejar de considerar al grupo de intelectuales asilados en la Embajada de Chile en Madrid, que un día llegaría a nuestro país, para dejar tanto de su aporte a la cultura nacional: los hermanos Tarragó, los hermanos de Antonio Marchado, Antonio Rodríguez Romera y su esposa Adela, Vicente Mengod, Juan Guixé, Isidro Corbinos, Carlos Baraibar, Darío Carmona y Ramón Suárez Picallo. Y otros que llegaron por distintos medios, entre los que se encuentra el nombre solemne de José Ferrater Mora. Y entre todos aquellos que no llegaron en el Winnepeg, entra a tallar la figura de uno de los exiliados españoles que más admiro, Antonio de Lezama y González del Campillo. Junto a Penélope Ramírez, una joven historiadora española de La Rioja, hemos sido quienes más hemos aportado al posicionamiento histórico de este gran intelectual español, que tuvimos el privilegio de tener en Chile durante su exilio, y que también está inscrito dentro del aporte exiliar republicano español a la obra política y social de Salvador Allende.

Y aquí viene un detalle que no podemos dejar de considerar, en estas apreciaciones sobre el libro de este autor español, “DESDE EL SILENCIO, VERSO A VERSO”. Estamos en una casa masónica, y en el momento de diversos actos de celebración del aniversario de una Logia Masónica, que lleva el nombre de Salvador Allende, que en el plano de su identidad y naturaleza, trabaja precisamente por la preservación constructiva de la obra social y política de su patronímico en los ámbitos de los universos iniciáticos. El exilio republicano tuvo distintas variables que considerar, tal como las concurrencias a lo que fue ese enorme esfuerzo de hacer de España una República. Hubo partidos políticos, hubo organizaciones sociales, hubo organizaciones que representaron la espiritualidad de la sociedad civil. Lo propio ocurre con el movimiento popular que se expresa entre Aguirre Cerda y Allende. Tal pues que, la II República Española, la República Chilena, el exilio republicano español y Salvador Allende, tienen en común en sus raíces y en su trayectoria, la presencia espiritual y ética de la Masonería.

Quienes han estudiado el proceso de constitución y vigencia de la II República, desde el punto de vista de la presencia masónica, han señalado que tuvieron la calidad de masones 17 ministros, 5 subsecretarios, 15 directores generales, 183 diputados de Cortes (casi un 40% del total), 5 embajadores, 9 generales de división y 12 generales de brigada, sin considerar a los intelectuales, profesionales y políticos regionales que trabajaron por el afianzamiento y éxito de la II República. Entre aquellos hombres de primera línea, en el liderazgo y la conducción, se destacan Manuel Azaña Díaz, Ministro de Guerra, luego Presidente del Consejo de Ministros y más tarde Presidente de la República; Alejandro Lerroux y Gracia, Ministro de Estado y luego Presidente del Consejo de Ministros; el Gran Maestro Diego Martínez Barrio, que luego sería Ministro de Comunicaciones, de Guerra y de Gobernación, y que ejercerá también la Presidencia; Fernando de los Ríos Urruti, Ministro de Justicia, de Instrucción Pública y de Estado; Marcelino Domingo San Juan, Ministro de Instrucción Pública y de Agricultura; José Giral, Ministro de Marina; Alvaro de Albornoz Liminiana, Ministro de Fomento y de Justicia y presidente del Tribunal de Garantías Constitucionales; etc. Y así como llegaron a Chile exiliados comunistas, socialistas, liberales de izquierda, que buscaron su canal de identificación en Chile, no fue extraño entonces, que hubiese españoles republicanos y masones que llegaran hasta nuestro territorio.

Desde luego, el más relevante fue Antonio de Lezama, que llegó a ocupar un cargo de Gran Oficial de la Gran Logia de Chile, es decir, fue parte del gobierno superior de la Masonería Chilena. El otro que llegaría a un nivel homologable, aunque fue iniciado en Chile, fue David Firmas Gil, nacido en Barcelona en 1916, pasajero del “Winnipeg”, iniciado en la Logia “América” # 86, en 1951, y quien llegaría a ser miembro titular del Supremo Consejo del Grado XXXIII para la República de Chile, ejerciendo el alto cargo de Gran Canciller. Hay uno de sus escritos que narra la travesía y los sentimientos que le albergaron al llegar a Chile e iniciar en este suelo la reconstrucción de su vida. De Antonio de Lezama y David Firmas, se han hecho reivindicaciones importantes en la Masonería Chilena, aun cuando creo que queda mucho por hacer, por lo cual aprovecharé esta ocasión para hacer cuatro reivindicaciones que son más que necesarias.

En primer lugar, quiero recordar a ese gran republicano que fue Cesáreo Vázquez Ambrós, que nos dejó un pequeño pero significativo libro “La Masonería y la Guerra de España”, que recoge dos conferencias dictadas en el seno de la Masonería Chilena, a instancias de la Respetable Logia “Unión Fraternal” N° 1. Nacido en Los Santos, Badajoz, llegó tempranamente al norte de Chile, huyendo de la dictadura de Primo de Rivera. Fue iniciado masón en la Respetable Logia “Unión y Cultura” N° 14 de Antofagasta. De ella se retiró en 1934, marchando a su país natal, para estar en la primera línea de la lucha por la democracia y la libertad. Regresaría como un exiliado, para contarle a los masones chilenos la tragedia de la República y como las democracias de Europa le dieron vuelta la espalda. De Vázquez Ambrós diría el propio Antonio de Lezama: “es, en esencia y presencia, un español que podrá estar o no estar en la patria, pero en quien esta se encuentra hondamente enraizada en la médula o en la corteza”.

En segundo lugar, quiero destacar la figura de Jesús García Álvarez, obrero madrileño, que ejercería en Chile como vendedor viajero, quien sería iniciado en Chile en 1944, en la Respetable Logia “Iberia” N° 51. En 1953 es miembro fundador de la Logia “Plus Ultra” # 98 de la cual llegaría a ser su Venerable Maestro cinco años después. Posteriormente, en 1977 será miembro fundador de la Logia “Constructores” # 141, mi Logia Madre, a la cual perteneció hasta pasar a decorar el Oriente Eterno. Le conocí antes de ser masón, en los años en que en nuestro país imperaba la dictadura, y él participaba en uno de los grupos socialistas que trataban de rearticular la organización partidaria en la clandestinidad. Falleció en 1982, cuando aún no se vislumbraba el comienzo del fin de la dictadura.

El tercero fue Arnoldo Maynadé Mateos, imprentero, iniciado en la Logia “Inmortalidad” # 18 de Barcelona, quien llegaría a ser Venerable Maestro de la Logia chilena “Iberia” # 51. Aún se recuerda su paso por la Masonería Chilena y especialmente en su logia.

Y por último, Sigfrido Blasco Ibáñez, nacido en Valencia, dueño de una librería en el barrio de la Estación Central de Santiago, iniciado en Chile, en la logia “Prometeo” # 101, en 1962, en la cual obtendría los siguientes grados simbólicos. Era hermano menor del escritor y político valenciano Vicente Blasco Ibáñez (republicano y masón). La cultura de aquel esforzado español, aún vive en el recuerdo de muchos viejos masones que le conocieron y trataron. Otros no pudieron llegar.

Un republicano como Vázquez Ambrós, que vivía en Chile, y que partió a defender la República, José Carro, miembro de la Respetable Logia “Iberia” N° 51, fue amarrado a una reja de una calle en Huelva, donde se le sometió a múltiples suplicios, para que delatara a otros masones, hasta morir sin que de sus labios saliera nombre alguno. Son las múltiples historias que el tiempo no debe dejar morir, porque son parte d este gran relato universal, que se llama la lucha por la libertad, la igualdad y la fraternidad. Estimado, señor Duque.

El Chile democrático, el Chile republicano, el Chile de siempre, debe agradecer su aporte a la reconstrucción histórica de lo que han sido las luchas por la democracia y el anhelo de un mundo fundado en la legalidad y en tránsito pacífico hacia los cambios de garanticen la igualdad de derechos y oportunidades, que la República Española y el movimiento popular liderado por Allende. Son dos procesos unidos simbólicamente por el “Winnipeg”, pero que en la sangre y en la piel de sus hombres, y en todo el alcance de su relato, corresponden a una misma voluntad de humanización del existir de los hombres. Muchas gracias, señor Duque por la obra realizada. Venerable Maestro y QQ:. HH:. de la Respetable Logia “Salvador Allende” N° 191, como siempre, agradezco el privilegio y quedo fraternamente a vuestra disposición. Muchas Gracias.

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