sábado, 13 de octubre de 2018

Acta de relación y cooperación con logias femeninas


Para algunos que no conocen de la Masonería y su desarrollo histórico, ha resultado un hecho extraordinario que se haya firmado un acta de relación y cooperación entre la Gran Logia de Chile (masculina) y la Gran Logia Femenina de Chile (femenina). Sin embargo, es algo natural, que responde a una historia común, en torno a los altos principios que ambas organizaciones en Chile sostienen en el ámbito de su respectiva historia y su tradición.
La Masonería es, por esencia, una institución que recoge el progreso humano y la evolución que la Humanidad experimenta, en su proceso de cambios producto del aseguramiento de los derechos humanos y los avances en términos de la superación de la ignorancia y el error, y de los resabios arcaicos que condicionan la realización de la condición humana.
No es novedad que la Masonería asuma desafíos, en todos los planos de los derechos fundamentales, incluso en el acceso al sublime derecho a la Iniciación. Prueba irrefutable de ello, es que una organización masónica tan tradicional como lo es la Gran Logia Unida de Inglaterra (UGLE), madre de la Masonería que practicamos, asumiera el 10 de marzo de 1999, la validez de las grandes logias de mujeres en el ámbito de su independencia, lo que es refrendado actualmente en su página web, donde expresa taxativamente que la UGLE siempre ha estado formada por hombres, y que las mujeres masonas tienen dos grandes logias separadas en sus prácticas e institucionalidad, a las cuales las mujeres pueden remitirse: la Honorable Fraternidad de Antiguas Francmasonas (HFAF) y la Orden de Mujeres Francmasonas (OWF).
La preocupación por la mujer y su derecho a la iniciación, está en la historia de la Gran Logia de Chile, en forma patente. Fue uno de los puntos de debate en su segundo Convento Nacional (1942), lo que llevó 25 años después, al Gran Maestro Sotero del Río Gundián, a promover acciones concretas para estimular la iniciación femenina, en forma autónoma y en su exclusivo género.
De allí que muchos masones de la Gran Logia de Chile, pudieron colaborar de manera significativa en el desarrollo de logias de la Gran Logia Femenina de Chile, sin jamás participar en sus reuniones sometidas a ritual, entendiendo que las virtudes de la iniciación se alcanzan en la naturaleza específica de cada género.
Resaltó en ese proceso un masón de enorme humanismo y que ha dignificado a la Gran Logia de Chile, el muy querido hermano Mauricio Sommariva, quien realizó un trabajo digno de encomio en apoyo de la consolidación material de la GLFCH, en su actual sede central.
Esa relación de miembros de la GLCH con logias de mujeres, construida desde la autonomía y el respeto iniciático a la naturaleza de género que cada institución expresa, ha sido un basamento fundamental para que se haya firmado un acta de relación y cooperación entre ambas organizaciones masónicas, que, entre otros considerandos, expresa: “La Gran Logia de Chile y la Gran Logia Femenina de Chile, en el contexto de sus desarrollos institucionales, reconocen sus diferentes orígenes y las circunstancias específicas de desarrollo histórico e institucional. Ello obliga a establecer las salvaguardas y prohibiciones que impiden una participación común en el ámbito ceremonial, dado el carácter masculino de una y femenina de la otra”. 
Manifiesta también que “La Gran Logia de Chile y la Gran Logia Femenina de Chile expresan que sus trabajos se realizan a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo, que sus iniciados realizan sus juramentos y obligaciones ante la Escuadra y el Compás y el Volumen de la Ley Sagrada, y que ejercen su absoluta autoridad sobre los Grados de Aprendiz, Compañeros y Maestros, en las Logias de su Obediencia”.
Más adelante se señala, de modo concreto e inequívoco, que acuerdan “Sostener relaciones de cooperación en favor de los Altos Principios que sostienen, y realizar actividades comunes de filantropía y protección de los derechos individuales consagrados por las leyes del país, respetándose en su autonomía y singularidad, y sin intervenir en circunstancia alguna en los trabajos propiamente masónicos de la otra parte”.
Queda así preservada de manera irrefutable, la institucionalidad independiente de cada poder masónico concurrente al acta citada, lo que permite homologar – en el caso de la Gran Logia de Chile - la conducta que nos precede por 19 años, y que es absolutamente coherente con el aseguramiento de los derechos a la Iniciación de mujeres y hombres, en el marco de la Tradición y de los Antiguos Usos de la Fraternidad.

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