La Masonería es la primera institución
ética de la República. Lo reclamamos y lo reivindicamos. Fueron las logias
masónicas las que trajeron, a esta parte del mundo, las ideas de la república e
insuflaron las velas de la libertad frente al absolutismo y el antiguo régimen.
Fueron las logias masónicas las que proclamaron la emancipación espiritual y la
libertad de conciencia, y la importancia de la educación para liberar a las
conciencias de la ignorancia y el error.
Y fue la Universidad de Chile la potente
luz del saber, que iluminó la libertad de pensamiento y el camino hacia el
conocimiento en nuestro país, desde aquellos bisoños años republicanos, más
allá de la instrumental necesidad de dar formación a aquellos profesionales que
el país necesitaba para construir su autonomía nacional.
Concuerdo con aquella afirmación que
expresa que la Universidad de Chile fue concebida para contribuir a las tareas
de consolidación de una naciente República y que ha cumplido con creces en el
dibujar el devenir del país y que ha sido sustancial para su desarrollo
material e inmaterial.
Así, en el propósito de construir un
proyecto de país bajo la impronta republicana, la Universidad de Chile y la
Masonería han estado en una misma ruta, que se caracteriza por su compromiso
con el Humanismo, la Libertad de Conciencia, la Laicidad y la Tolerancia.
La una, desde el aula y la academia, ha
sido capaz de poner el sello indeleble de una idea de progreso y desarrollo,
que ha permitido no solo proveer de inteligencia y conocimiento a las
necesidades crecientes de Chile, por 176 años.
El señor Rector, ha dicho, hace un par de años, que la excelencia y
compromiso son dos cualidades que marcan el propósito de la Universidad de
Chile, y que le resultan definitorias. “No puede haber un real compromiso - ha
dicho -, que no se fundamente en un cultivo de saberes en las fronteras del
conocimiento”. Y ha agregado que, al mismo tiempo, parte de la auténtica
excelencia de la Universidad “es la convivencia de distintas ideologías,
religiones, orígenes socio-económicos, así como también los valores de equidad,
inclusión y pertenencia”[1]
La otra, desde sus templos y altares a la
Fraternidad, ha sido capaz de promover dentro de nuestra sociedad, por más de
siglo y medio, el valor de la Tolerancia como práctica social fundamental,
necesaria para garantizar la libertad de conciencia, el valor del conocimiento
- aportado fundamentalmente por la ciencia - como elemento de liberación frente
al error y la ignorancia, y la reflexión filosófica, insustituible cuando se
trata de pensar al hombre en su contextualización histórica y secular, tanto en
lo individual como en lo colectivo. Un
Rector de la Universidad de Chile, cuando ejerció como Gran Maestro de la Gran
Logia de Chile, el profesor Marino Pizarro, señalaba respecto de la Masonería, que
ella es una institución cuyo objetivo fundamental es el perfeccionamiento del
hombre y la sociedad, que exalta la virtud de la tolerancia y aleja de su seno
toda discusión de política partidista y todo sectarismo religioso.
Desde hace siglo y medio, la Universidad
de Chile y la Masonería han estado en ámbitos y propósitos comunes. Hombres
señeros de nuestra clase media ilustrada, que han hecho su legado al país desde
ambas instituciones, han iluminado con sus luces intelectuales y morales, al
país de todos, bajo un concepto de república que, por tanto, nos acoge a todos.
Ellos representan la fusión ética del concepto de Universidad y de identidad
masónica.
Muchos de los mejores miembros de la
Masonería promovieron ideas, desde los claustros y aulas, que han sido fundamentales
para establecer el rol de la Universidad de Chile, en el ámbito de la
república, de la educación y la cultura.
Para el masón
Juvenal Hernández, el rol de la Universidad estaba en “el cultivo de la
inteligencia en la investigación científica, el propósito irreductible de
descubrir la verdad por sí misma, la aspiración inquebrantable de descifrar lo
desconocido".
Para el masón
Eugenio González Rojas, el imperativo de la Universidad consistía “en la
preservación de los valores que dan sentido de superior dignidad a la vida
humana, individual y colectiva, en cada circunstancia histórica” y agregaba: “tiene
la Universidad, por el hecho de serlo, que preocuparse fundamentalmente de la
formación del hombre en la plenitud de su condición moral”.
Otro masón, desde la rectoría de la
Universidad, mi antecesor, Luis Riveros Cornejo, señalaría hace algunos años: “esta Universidad de Chile fue fundada para Chile, y sus
tareas se vinculan con los retos de país, poniendo ello de relieve la necesidad
de un marco externo consistente con ese aporte de reflexión y creación, y de un
medio interno comprometido cada día más con la calidad y pertinencia del
trabajo académico, para así delinear el claro referente que requiere el sistema
universitario nacional”.
Con tantas expresiones construidas en
comunidad de propósitos, sin duda, es necesario que la Universidad de Chile y
la Masonería se reconozcan en sus compartidas certezas y en su cercanía
intelectual y ética, expresadas a través de más de siglo y medio.
Así, este primer homenaje que la Masonería
hace, a través de las organizaciones masónicas y entidades hermanas hoy
presentes, en este templo a la Fraternidad, la Tolerancia y la Filantropía, viene
a ser expresión de nuestro hermanamiento republicano, ético y cultural, en bien
de Chile y de comunes comprensiones sobre lo que hay que hacer en la sociedad,
para liberarla del velo fatal de la ignorancia, del error y de visiones
arcaicas, que se sustentan en dogmas y pre-determinismos contrarios a la
libertad de pensamiento y al libre examen.
Sean todos los presentes, recibidos con
regocijo y franca hospitalidad en esta jornada de homenaje a la Universidad de
Chile, que la Masonería viene a hacer con júbilo y un declarado ánimo
fraternal. No en vano, hoy recibimos a una hermana en nuestra casa. Una hermana
de ideales humanistas y sentido republicano. Una hermana en la comprensión de
la ciencia y del saber. Una hermana en la misma interpretación del hombre histórico
y su misión secular.
¡Larga vida a la Universidad de Chile!
[1]
“Una Universidad Única. Comprometida con Chile y su gente”. Edición de la U. de
Chile 2016. Santiago de Chile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.