jueves, 13 de diciembre de 2018

Perseveremos en el camino compartido


Durante los tres meses precedentes he visitado distintas regiones del país, luego de haber asumido la Gran Maestría de la Gran Logia de Chile. Debido a aniversarios logiales o encuentros jurisdiccionales ya hemos llegado a casi todas las regiones, y esperamos completar las que faltan en lo que queda del año.
En todas las programaciones de las visitas, he solicitado reunirme especialmente con los Centros Femeninos, para saber de su estado y desarrollo. En ese propósito he logrado conocer las distintas realidades que expresan la condición en que se encuentran. He podido comprobar, en muchos lugares, como nuestras logias y sus dirigentes se enorgullecen de la labor que sus Centros Femeninos hacen, tanto en favor del crecimiento personal de sus integrantes, como en favor de personas rezagadas en nuestra sociedad, que reciben una labor bienhechora, fundada en los valores fundamentales de la filantropía y el humanismo.
En otros lugares, sin duda, deberemos trabajar denodadamente para igualar el éxito y asertividad que expresan aquellos Centros Femeninos que tanto trascienden en sus ciudades, donde actúan bajo el auspicio de logias que han perseverado en un camino de dignificación de la mujer.
La Gran Logia de Chile necesita de los Centros Femeninos. No fue una casualidad que así ocurriera hace más de medio siglo, cuando se realizó una convención nacional para acoger las distintas iniciativas existentes en nuestro país, bajo el incentivo de logias precursoras, dado inicio a lo que ha sido la Asociación Nacional, que actúa públicamente como la más antigua asociación de mujeres existente en nuestro país, bajo el nombre de Asociación Nacional de Mujeres Laicas.
Esa iniciativa señera mantiene hoy su vigencia en torno a lo que ha sido su impronta y acción insuperable: trabajar por el crecimiento espiritual e intelectual de sus afiliadas, contribuir de modo activo a la familia masónica, desarrollando iniciativas de filantropía dentro de las comunidades de que son parte, estimulando una reflexión serena e inclaudicable en torno a los derechos de la mujer, que sigue estando rezagada en muchos aspectos dentro de la sociedad chilena.
He conocido a muchas mujeres de los Centros Femeninos, trabajando con profundas convicciones en torno a los grandes valores de la Masonería, y perseverando en torno a las responsabilidades que la Asociación Nacional impone como metas de trabajo y objetivos institucionales.
Mi experiencia en torno a lo que Uds. hacen la he vivido de modo enriquecedor. Aprendí de lo que Uds. hacen con tanto esfuerzo y sincera dedicación, como Relacionador de mi Logia con el ya desaparecido Centro Filantropía N° 141. Luego, cuando fui Venerable Maestro de mi Logia Madre, asimilé el drama de hermanas mayores tratando de dar continuidad, la mayoría en la viudez, a su compromiso de mujeres con la Logia de sus esposos.
Siendo Primer Gran Vigilante de la Gran Logia de Chile, compartí con el entonces jefe del Departamento de Acción Masónica, que los Centros Femeninos seguían siendo insuperables en su tarea junto a las logias en la dignificación de la mujer.
Hoy como Gran Maestro, me asiste la convicción que los Centros Femeninos son efectivamente insuperables y que deben seguir expresando todo lo bueno que hacen. En estos meses he comprobado que la diversidad etarea, sigue siendo una caracterización tremendamente potente en muchos lugares, y que todas sienten enorme orgullo de estar contribuyendo a formar a niños y jóvenes en un hogar donde se viven los valores masónicos.
No tengo duda alguna que hay muchas mujeres, vinculadas a miembros de nuestras logias, que no serán parte de logias femeninas, y que habrá aquellas que, aún siendo iniciadas en logias de mujeres, seguirán trabajando en los Centros Femeninos, porque es un espacio distinto del hacer bienhechor de la Masonería, donde también se puede dignificar y enaltecer el rol determinante de la mujer en la sociedad contemporánea.
Debemos seguir trabajando juntos, Logias y Centros Femeninos, por el aseguramiento de los derechos de la mujer en nuestra sociedad, por obras enaltecedoras en bien de la condición humana, y construyendo espacios con altruismo y filantropía, tanto en bien de nosotros mismos – hombres y mujeres vinculados por lazos de fraternidad y altos principios laicos -, como en bien de aquellos que están marginados de las oportunidades que entrega la sociedad.  

Desde mis actuales responsabilidades en el Gobierno Superior de la Gran Logia de Chile, reciban mi compromiso y reconocimiento con la maravillosa obra masónica que realizan, y perseveremos en el camino compartido, porque es necesario y vigente.
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La imagen corresponde a la firma del Acta de Ratificación del Patrocinio a la Asociación 
Nacional de Mujeres Laicas.



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