Durante los tres meses precedentes he
visitado distintas regiones del país, luego de haber asumido la Gran Maestría
de la Gran Logia de Chile. Debido a aniversarios logiales o encuentros
jurisdiccionales ya hemos llegado a casi todas las regiones, y esperamos
completar las que faltan en lo que queda del año.
En todas las programaciones de las visitas,
he solicitado reunirme especialmente con los Centros Femeninos, para saber de
su estado y desarrollo. En ese propósito he logrado conocer las distintas
realidades que expresan la condición en que se encuentran. He podido comprobar,
en muchos lugares, como nuestras logias y sus dirigentes se enorgullecen de la
labor que sus Centros Femeninos hacen, tanto en favor del crecimiento personal
de sus integrantes, como en favor de personas rezagadas en nuestra sociedad,
que reciben una labor bienhechora, fundada en los valores fundamentales de la filantropía
y el humanismo.
En otros lugares, sin duda, deberemos
trabajar denodadamente para igualar el éxito y asertividad que expresan
aquellos Centros Femeninos que tanto trascienden en sus ciudades, donde actúan
bajo el auspicio de logias que han perseverado en un camino de dignificación de
la mujer.
La Gran Logia de Chile necesita de los
Centros Femeninos. No fue una casualidad que así ocurriera hace más de medio
siglo, cuando se realizó una convención nacional para acoger las distintas
iniciativas existentes en nuestro país, bajo el incentivo de logias
precursoras, dado inicio a lo que ha sido la Asociación Nacional, que actúa
públicamente como la más antigua asociación de mujeres existente en nuestro
país, bajo el nombre de Asociación Nacional de Mujeres Laicas.
Esa iniciativa señera mantiene hoy su
vigencia en torno a lo que ha sido su impronta y acción insuperable: trabajar
por el crecimiento espiritual e intelectual de sus afiliadas, contribuir de
modo activo a la familia masónica, desarrollando iniciativas de filantropía
dentro de las comunidades de que son parte, estimulando una reflexión serena e
inclaudicable en torno a los derechos de la mujer, que sigue estando rezagada
en muchos aspectos dentro de la sociedad chilena.
He conocido a muchas mujeres de los
Centros Femeninos, trabajando con profundas convicciones en torno a los grandes
valores de la Masonería, y perseverando en torno a las responsabilidades que la
Asociación Nacional impone como metas de trabajo y objetivos institucionales.
Mi experiencia en torno a lo que Uds.
hacen la he vivido de modo enriquecedor. Aprendí de lo que Uds. hacen con tanto
esfuerzo y sincera dedicación, como Relacionador de mi Logia con el ya
desaparecido Centro Filantropía N° 141. Luego, cuando fui Venerable Maestro de
mi Logia Madre, asimilé el drama de hermanas mayores tratando de dar
continuidad, la mayoría en la viudez, a su compromiso de mujeres con la Logia
de sus esposos.
Siendo Primer Gran Vigilante de la Gran
Logia de Chile, compartí con el entonces jefe del Departamento de Acción
Masónica, que los Centros Femeninos seguían siendo
insuperables en su tarea junto a las logias en la dignificación de la mujer.
Hoy como Gran Maestro, me asiste la
convicción que los Centros Femeninos son efectivamente insuperables y que deben
seguir expresando todo lo bueno que hacen. En estos meses he comprobado que la
diversidad etarea, sigue siendo una caracterización tremendamente potente en
muchos lugares, y que todas sienten enorme orgullo de estar contribuyendo a
formar a niños y jóvenes en un hogar donde se viven los valores masónicos.
No tengo duda alguna que hay muchas
mujeres, vinculadas a miembros de nuestras logias, que no serán parte de logias
femeninas, y que habrá aquellas que, aún siendo iniciadas en logias de mujeres,
seguirán trabajando en los Centros Femeninos, porque es un espacio distinto del
hacer bienhechor de la Masonería, donde también se puede dignificar y enaltecer
el rol determinante de la mujer en la sociedad contemporánea.
Debemos seguir trabajando juntos, Logias y
Centros Femeninos, por el aseguramiento de los derechos de la mujer en nuestra
sociedad, por obras enaltecedoras en bien de la condición humana, y
construyendo espacios con altruismo y filantropía, tanto en bien de nosotros
mismos – hombres y mujeres vinculados por lazos de fraternidad y altos
principios laicos -, como en bien de aquellos que están marginados de las
oportunidades que entrega la sociedad.
Desde mis actuales responsabilidades en el
Gobierno Superior de la Gran Logia de Chile, reciban mi compromiso y
reconocimiento con la maravillosa obra masónica que realizan, y perseveremos en
el camino compartido, porque es necesario y vigente.
________________________________________________________________
La imagen corresponde a la firma del Acta de Ratificación del Patrocinio a la Asociación
Nacional de Mujeres Laicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.