domingo, 24 de marzo de 2019

Álvaro Soto Bradasich


Fuente: La Prensa Austral
Hablar de los valores y la ética que impulsa la masonería es mucho más fácil cuando se hace referencia a una persona que encarna y hace de su vida un ejemplo de doctrina y prácticas masónicas. Es por eso que resulta tan triste la pérdida del destacado médico cirujano traumatólogo y masón Álvaro Soto Bradasich, que ha impactado sensiblemente en la Región de Magallanes, por tratarse de un destacado ciudadano de Punta Arenas, ciudad que lo nombró Ciudadano Ilustre el 21 de octubre de 2009.
Álvaro, con quien compartí inolvidables jornadas de trabajo masónico, ingresó a la Orden el 17 de diciembre de 1975, incorporándose a la Logia “Estrella de Magallanes” N°25, de Punta Arenas. Veinte años más tarde sus hermanos le elevaron a su presidencia, eligiéndolo Venerable Maestro. En 2011 su logia lo nombró Miembro Honorario, el más alto honor que se le puede asignar a un masón, producto de su trabajo y perseverancia en torno a los principios de la Orden.
Dentro de su destacada trayectoria masónica destaca haber sido Gran Delegado del Gran Maestro para la Jurisdicción de Magallanes, desde 2001 hasta el 2010, representando de manera destacada a la Masonería de la Patagonia ante las instancias superiores,
Pero no solo aquello fue su aporte tesonero. Con su libro “De mediodía a medianoche en el Estrecho de Magallanes”, Álvaro Soto Bradasich reseñó, hace diez años, la historia de la Masonería en la región, recordándonos el valioso aporte de los miembros de la Orden al desarrollo de la ciudad y de sus instituciones.
Su sello como médico fue la solidaridad y una profunda vocación de servicio público, ayudando constantemente a los más necesitados y los menos favorecidos con el acceso a la salud pública que se ha ido transformando en un frío negocio.
Como profesional, sabemos que fue un pionero, ya que, entre sus logros médicos, se destacaría por haber efectuado el primer implante de cadera realizado en Chile, en 1972.
Su muerte, ocurrida este 15 de marzo, tras una abrupta enfermedad, nos trae la evidencia de su impronta personal, que nos hace reflexionar sobre la importancia de los valores y la ética que forma a personas, que, con su ejemplo y abnegación, dejan una huella imborrable entre quienes lo conocieron.
Mientras recordemos la consecuencia y aporte de Álvaro Soto Bradasich, vivirá siempre en nuestros corazones. La Gran Logia de Chile hace suyo el dolor de quienes hoy lloran su partida y se enorgullece de reivindicar su herencia moral.


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