La Masonería, como institución eminentemente ética
que se funda en los valores del humanismo, hace un llamado a todos los chilenos
y chilenas, y a las organizaciones e instituciones políticas, para implementar
en conjunto las soluciones que nuestro país requiere.
En estos días convulsionados, en que las
pasiones amenazan la convivencia, cuando todas las argumentaciones reclaman
legitimidad y supremacía sobre las posiciones diferentes, la Masonería quiere
hacer un llamado a construir en conjunto, a entender que nuestro supremo fin es
el bien común y que, en consecuencia, debemos actuar con prudencia,
responsabilidad y respeto.
Entendemos el momento crucial que está
viviendo nuestro país y vemos con preocupación que no hay una comprensión común
sobre la imperiosa y ética necesidad de implementar soluciones consensuadas, para
resolver los agobiantes problemas que viven nuestros compatriotas; que no se asume
con claridad el compromiso de desarrollar un proceso constituyente ejemplar; y
que hay quienes no expresan con fuerza y claridad su respaldo a los caminos
institucionales, donde la violencia y los excesos no deben ser permitidos.
Debemos construir la convicción común de
que todo lo que hagamos o dejemos de hacer marcará inexorablemente el devenir
de nuestra querida patria y su gente, su mayor riqueza.
A todos, más allá de nuestras particulares
identidades, nos corresponde ser actores de nuestro tiempo, y enfrentar el
presente con toda su descarnada realidad. Ello conlleva una tremenda
responsabilidad para con nuestra sociedad, la que debemos asumir con decisión y
claridad de propósitos.
Estamos conscientes de que en nuestro país
existen diferentes miradas sobre los problemas sociales y sobre sus soluciones,
y es natural y bueno que así sea. Los masones nos nutrimos de la diversidad de
opiniones, y ella es un valor fundamental de la democracia.
Pero es indispensable que esas diferencias
no se constituyan en barreras insalvables, y que se debatan en un permanente esfuerzo
de tolerancia y de respeto, para lograr un gran acuerdo que guíe a nuestra
patria hacia superiores destinos, que prestigie a quienes hacen política ante
una ciudadanía escéptica frente a lo que hacen sus élites, factor determinante
en la crisis que nos afecta.
Construyamos comunicaciones y lenguajes
fundados en la prudencia, establezcamos consensuadamente las responsabilidades
del momento histórico y respetémonos en todos los espacios del hacer común. Ese
es el camino que nos permitirá la paz social, la solidez de nuestras
instituciones y la construcción de una senda común de progreso y justicia
social.