Si
la actual pandemia no hubiese afectado a la Humanidad, y si no estuviésemos
obligados a mantenernos en aislamiento, para colaborar con la autoridad
sanitaria de la República en su esfuerzo para controlar los contagios,
seguramente, durante este mes de julio, se habrían realizado ceremonias a lo
largo de todo nuestro país, organizadas por las logias, para distinguir a
bomberos de cada ciudad o comuna o provincia.
En
una ceremonia convocada por la Masonería, bomberos seleccionados por sus
autoridades locales, habrían recibido la medalla Germán Tenderini, que
instituyera para ese efecto la Gran Logia de Chile hace muchos años, y un
diploma que le reconoce esa cualidad honorífica.
Esa
es una tradición que viene desde hace muchos años, y que une de manera estrecha
a dos instituciones que tienen sus orígenes en el mismo periodo del siglo 19, y
que, en muchos casos, se funden en una común historia, que se ha expresado en una
comprensión en bien de los demás, a pesar de que cada cual tiene fines
distintos.
Esos
fines específicos, a pesar de todo, en sus caracteres se complementan.
Por
ello, no es casualidad que miembros de una y otra, han compartido la misma
condición, de bombero y masón, engalanando la historia patria con páginas
imborrables.
De
esa manera, la Masonería chilena tiene el honor de haber estado siempre en
primera fila cuando se ha tratado de contribuir a las buenas obras para
beneficio de la comunidad, a través de la abnegación del voluntariado bomberil.
Así, desde 1851, ha habido masones en la
creación de los cuerpos de bomberos que enorgullecen a las distintas ciudades
de la república. Solo por nombrar a algunos, citaré al querido hermano Manuel
de Lima, considerado el fundador de la Masonería chilena, quien figura en la
nómina de los primeros que inscribieron su nombre como voluntario en
Valparaíso; al querido hermano Ángel Custodio Gallo, uno de los fundadores del
cuerpo de bomberos de Santiago y comandante en su primer directorio; y al
querido hermano Carlos Rowsell, primer Superintendente del Cuerpo de Bomberos
de Concepción.
Los
masones voluntarios, además, con el característico heroísmo y altruismo de los
bomberos, han ofrendado sus vidas en el combate contra el fuego.
Fue
el caso del querido hermano Alexander Blackwood, miembro de la Logia Bethesda,
quien, en 1869, murió cumpliendo con su deber en Valparaíso.
Fue,
también, lo que ocurrió con Germán Tenderini, miembro de la Logia Justicia y
Libertad N°5, de Santiago, muerto como consecuencia del incendio del Teatro
Municipal, en 1870.
Sus
nombres han sido inmortalizados también por nosotros, como ejemplos de conducta
de hermanos comprometidos con los principios masónicos y con la abnegación del
bombero que cumple con su código de honor.
El
recuerdo de ellos y de otros mártires bomberiles quedó inmortalizado, en
Valparaíso, con la estatua trabajada por el querido hermano Nicanor Plaza,
célebre escultor chileno, miembro de la Logia Verdad N°10.
El
querido hermano y destacado músico en Valparaíso Pedro Cesari, de la Logia
Unión Fraternal N°1, en 1888 puso música al “Himno de los Bomberos”, escrito
por el poeta Rubén Darío, quien posteriormente también ingresaría a la
Masonería en su tierra natal.
Las
letras y la música se unieron, entonces como ahora, para rendir homenaje a
quienes, con desinteresado espíritu de servicio, lo han entregado todo por amor
a su prójimo.
Es
ese mismo amor por el prójimo, el que inspirará también, a los queridos
hermanos Luis Merino Reyes y Ernesto Peralta Martínez, de la Logia Luz de
Oriente N°74, para escribir y poner música al himno Bomberos de Chile, que
sintetiza la fuerza altruista que inspira y mueve al bombero voluntario,
sintetizado en los versos “Mientras haya una vida en peligro/ nuestro
impulso de amor vibrará”.
Cierto.
La constancia, el valor, el cumplimiento del deber, el sacrificio, el amor a la
Humanidad, son formas de vida que ambas instituciones compartimos.
Hoy,
imposibilitados de rendir el justo homenaje a los bomberos que más se han
destacado dentro del servicio a sus comunidades locales, sin poder reconocerlos
en sencillo agasajo, por su labor perseverante y de alto compromiso bomberil,
hemos invitado a Uds. a este acto de carácter telemático, para unirnos, desde
Arica hasta Punta Arenas, para concurrir desde nuestras casas, a este momento
de comunión de voluntades, para rendir homenaje a todas y todos nuestros
bomberos.
Nuestras
y nuestros, porque son parte de nuestras comunidades. Nuestras y nuestros,
porque son de nuestras ciudades, de nuestras localidades. Nuestras y nuestros,
porque son parte de nuestra sociedad civil, de nuestras cotidianidades.
Pero,
sobre todo, porque son parte de nuestra República, y son también la República,
la de todos, donde los ciudadanos construyen en su diversidad el todo que nos
une y nos da una común historia y una común comprensión de convivencia, donde
todos en nuestra diversidad, construimos el hecho social de cada día, con
nuestras virtudes, nuestros sueños y nuestra voluntad de servicio a los demás.
Valores
como la Tradición, la Tolerancia, la Prudencia, la Filantropía, la
Responsabilidad, la Obediencia Jerárquica, el Respeto, la Honestidad, el Valor
para actuar, son parte de un código común que nos relaciona y nos aproxima, al
punto de que muchos masones siguen su compromiso social, expresado en el
servicio bomberil.
He
allí lo que une a las diversas unidades de bomberos con las logias del país, y
que las hacen converger, a través de sus comunes miembros, en una misma
voluntad de amor por la sociedad a la que como chilenos debemos servir.
Allí
en ese servir, está el espíritu de comunidad, que se establece en la hermandad,
en la concepción fraternal que deviene de los códigos morales de la comunidad
de propósitos y en la común comprensión del deber cívico.
Uds.,
desde los Cuerpos de Bomberos repartidos a lo largo y ancho de nuestro país,
nos enseñan cada día, con su abnegación, sobre lo que implica detener la fuerza
destructiva del fuego, para mitigar el dolor y el sufrimiento humano, y nos
ayudan a proteger los recursos de nuestro país, necesarios para abordar como
comunidad nacional los desafíos del mañana.
Así
lo hemos comprobado todos los chilenos, en todas las jornadas – las pequeñas y
las mayores – donde cada integrante de las distintas unidades del país, han
demostrado y siguen demostrando su compromiso con la ética y el servicio
bomberil.
A
nombre de todas las logias del país, saludamos reconocidos a todas y todos
quienes son parte del voluntariado bomberil, y les deseamos ¡Honor y Larga vida
a todos los Cuerpos de Bomberos de Chile!
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