Vengo
a esta última despedida al Querido
Hermano Rodrigo Pica, a expresar a nombre de la Gran Logia de Chile,
órgano superior de la Masonería chilena que está unida indisolublemente al
desarrollo de la República, nuestro profundo pesar y consternación ante la
repentina partida de un miembro de la Orden, que encarnó en su actuar público
las mejores virtudes masónicas.
No
era Rodrigo Pica un veterano del proceso de la Iniciación, sino un actor vivo
de la esperanza y el futuro. Pero en sus años de Aprendiz, Compañero y Maestro,
fue capaz de aquilatar las enseñanzas del proceso de la Iniciación, para
encarnar en su forma de actuar aquello que recibió del convivir logial, como
una responsabilidad que había que cumplir en la cotidianidad de la vida y del
actuar civil.
Tal
vez estaba en su naturaleza y en su temperamento, y la Masonería solo le
permitió patentizarlo. Tal vez en la Orden encontró los estímulos para
reafirmar sus convicciones y su carácter de hombre de bien.
Lo
cierto es que adhirió a nuestra Orden con fidelidad a sus principios y
doctrinas morales, que el masón debe poner en práctica en la civitas y
sus espacios de convivencia y de realización de lo humano. Al hacerlo, pronto
se transformó en un modelo de hombre público, que, ante su repentina partida,
los sentimientos y reflexiones de muchos han aflorado para llenarlo de elogio y
reconocimiento.
Conocí
personalmente al Querido Hermano Rodrigo
Pica cuando ya era un Maestro Masón, y su fama de hombre culto, tolerante,
dialogante, librepensador y exponente del Derecho republicano, estaba asentado
en distintos espacios.
Mi
recuerdo de su trascendencia humana siempre me lo presentará con su sonrisa y
su forma respetuosa de aproximarse a cualquier interlocutor, incluso del más
airado. Sus palabras en todo momento de relevancia, incluso en los más
modestos, siempre abundaban con vocablos que él resaltaba: Justicia, Derecho,
solidaridad, responsabilidad social, libertad, respeto, tolerancia, pluralismo,
equidad,
En su comprensión estaba siempre la idea de que, en
cualquier sociedad, la condición humana solo llega a realizarse en la vivencia
misma en la sociedad, en el ejercicio de la razón, donde lo argumentativo es la
base de toda construcción racional. La idea aristotélica de que para ser un
buen ser humano es necesario ser un buen ciudadano, recurrió en una de las
conversaciones que pudimos tener, producto de los tiempos que hemos vivido como
República en el último lustro.
Cuando nos reunimos a conversar sobre los
desafíos de Chile, luego de emparar el pan en aceite de oliva que vaciaba sobre
el platillo, mientras esperábamos el servicio del menú, comenzaba una reflexión
siempre seductora en torno a las ideas que jugueteaban en su mente, y que
adornaba con la elegante expresión de sus convicciones.
"Gran Maestro, estoy a su disposición", me decía,
cuando lo convocaba para conocer sus ideas sobre los debates de nuestro
atribulado Chile. ¿Cómo ayudar a que primara el diálogo? ¿Cómo inspirar debates
sobre lo realmente relevante, desterrando el ambiente de guerrillas o
montoneras? La respuesta de Rodrigo era simple: aceptando nuestra diversidad,
imponiendo tolerancia, poniendo en valor lo fundamental de la República.
A mediados de 2021 le pedí que fuera parte de una
Comisión Asesora que fuera capaz de reunir ideas para aportar a los debates que
se producirían dentro de la Convención Constitucional, en el primer intento de
tener una nueva Constitución para la República. Ideas que no tenían un propósito
político partidista, sino que fueran capaces de definir los fundamentos y
principios que debían inspirar el nuevo texto constitucional.
Ciertamente dejó en claro que nada podía aportar
desde su condición de Ministro del Tribunal Constitucional, pero que estaba
disponible para aportar desde sus convicciones del Derecho y de la Justicia.
Trabajó con gran entusiasmo colaborando en un
trabajo de realización vespertina, que un grupo de grandes e ilustrados
masones, que se tradujeron en un conjunto de documentos que hicimos llegar a
los órganos pertinentes de la Convención Constitucional.
Previamente, en el verano de 2021, a través del
canal de YouTube de la Gran Logia, realizamos diversos debates públicos
telemáticos, bajo la denominación de Debates en Occidente, para aportar ideas
sobre lo que parecían los temas más complejos a discutir. Fue la única vez que
permitió entregar su opinión como Ministro del Tribunal Constitucional. Era un
debate en que participó también la Ministra de la Corte Suprema Ángela Vivanco,
y donde el tema central fue “Justicia, Tribunal y Primacía Constitucional”.
Su argumentación erudita y reflexiva nos deja
El control de la constitucionalidad de la ley fue
su preocupación en esa oportunidad, poniendo como argumento poderoso la
experiencia de la Alemania con el advenimiento del nazismo, donde determinadas
leyes, si hubiesen sido sometidas a un Tribunal Constitucional, habrían
cambiado tal vez la historia humana, evitando una de las peores tragedias de la
Humanidad.
Hace algunas semanas nos reunimos a almorzar y a
conversar sobre el nuevo proceso constitucional. Llegó con su sonrisa
acostumbrada, vació aceite de oliva en el platillo y empapó el pan, y expuso
tres ideas muy relevantes que creía que debían ser motivo de análisis,
preponderantes para construir los fundamentos de una Nueva Constitución.
Son ideas que asombran por su sentido común
dentro del constitucionalismo moderno y en el estudio comparado, pero que tal
vez no haya madurez y sentido de futuro, para verlos plasmados en un nuevo
texto constitucional, donde lo recurrente tiende a sedimentarse con mayor
opción, cuando se desconocen los aportes de la diversidad bien argumentada.
Es una enorme pérdida fraternal esta partida, no
solo para quien habla y para la Orden, sino también para la historia y el
futuro de nuestro país. Ciertamente, es una perdida incalculable para su
familia, para la que pedimos al Gran Arquitecto del Universo, que la cobije y
le entregue consuelo ante lo irreparable.
Querido Hermano Rodrigo: tu recuerdo nos
iluminará con tus ideas y tu calidad de masón, y tu sonrisa será la imagen que
nos traerá a la memoria tus formas físicas. Te vas con nuestro elogio y nuestro
cariño fraternal.
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