domingo, 18 de abril de 2010

A PROPÓSITO DE LA INHABILITADA LIBERTAD DE INFORMACIÓN.




Para más de alguna persona, que haya leído mi reflexión sobre la inhabilitada libertad de información en las primeras semanas del gobierno piñerista, pudo parecerle excesivo que, con los pocos días de gestión de este, se pueda evaluar la condición de la prensa cuando aún no hay una política que se evidencie en ese ámbito. Ello en el supuesto de que el gobierno actual deba esbozar una acción al respecto.
Creo que en los cuatro años de este gobierno es absolutamente improbable que ello pueda ocurrir, ya que el escenario le es absolutamente favorable y propicio, por lo menos en lo que se refiere a los medios escritos y la televisión. La libertad de información no va a estar en la preocupación de las autoridades de gobierno, porque para ellos es un tema del mercado, no de la sociedad civil.
Y siendo proclives a las soluciones de mercado, y no a las que aconsejan la intervención para asegurar condiciones de igualdad, el actual escenario es absolutamente conducente a la mantención del statu quo, claramente orientado a su favor.
Analicemos la televisión abierta. Chilevisión es de propiedad del Presidente, a pesar de que este dijo que iba a venderlo antes de asumir su cargo. La Corporación de TV de la Pontificia Universidad Católica, le es afín por varios motivos, desde los políticos y económicos hasta los religiosos. Megavisión le será permanentemente afín por los mismos motivos. La Red no se queda atrás en la misma alineación, aunque no tenga impacto en la agenda informativa. Nos queda por revisar TVN, la cual se piñerizó apenas el empresario Presidente recibió la banda. Si Ud. tiene dudas sobre lo que estoy mencionando, tome nota todas las noches sobre lo que están informando estos medios en sus noticieros, los minutos de cada información y los contenidos incorporados.
Analicemos la prensa escrita de información. El Mercurio y sus diarios regionales, tienen un claro compromiso editorial. Si se incluye información de la oposición por ejemplo, es para destacar las contradicciones existentes y dar la imagen una desorientación, sin dar cuenta de contenidos. La Tercera y los medios vinculados están en la misma disposición. La Nación ha sufrido el mismo proceso de TVN. Si en este caso también tiene dudas, abra cualquier diario, cualquier día, y revise su contenido. Vea cuantas noticias escapan a la unidireccionalidad informativa.
Más allá de la indagación que le propongo, sin embargo, creo que lo que está en el fondo del problema, es que hay dos aspectos que afectan profundamente la libertad de información, y que van a producir profundas distorsiones en la libertad de conciencia de las personas y los grupos de interés de la sociedad civil. Ellos son la constatación de un escenario nacional monopolizado por una visión particular y la presencia de los monopolios en los medios de información.
En el primer aspecto, Chile vuelve a ser un país donde el gran empresariado toma el control de todos los espacios de poder en la sociedad. No solo controla la economía y parlamento, sino que también controla el gobierno. Ello es gravísimo para las libertades de conciencia y para los equilibrios sociales, es malo para el ejercicio de las libertades en los espacios de la sociedad civil, y significa un serio menguamiento del ejercicio ciudadano. Ello es más grave cuando quien ejerce el mando de la nación, tiene lógicas empresariales para la administración del Estado, y no lógicas políticas. El nombramiento de su Gabinete Ministerial fue la más fiel expresión de su lógica, así como la designación de los demás cargos relevantes de gobierno.
Una de las virtudes de la Concertación, fue representar una convergencia multisocial, que matizó radicalmente la composición de las esferas del poder, sobre todo en la composición del gobierno y el aparato del Estado. Con todos los defectos que puedan manifestarse en 20 años, lo cierto es que expresó un esfuerzo de equilibrio frente al poder económico, estableciendo ciertas cortapisas a la acción empresarial, que permitieron garantizar espacios de derechos que hicieron posibles ejercicios de ciudadanía crecientes.
Ello está experimentando significativos niveles de retroceso, desde el primer día del nuevo gobierno, a partir de la monopolización editorial de los medios, y la unidireccionalidad y unilateralidad informativa.
El segundo aspecto dice relación con la concentración monopólica de los medios de información, donde Chile pasa a convertirse en uno de los países democráticos con mayor evidencia de ese fenómeno, con la agravante que los monopolios en la prensa reflejan una misma matriz ideológica, política y cultural (en esto último incluyo la proveniencia social, religiosa y educacional).
En otros países donde se advierten similares procesos de concentración monopólica de los medios no se expresa el mismo nivel de unilateralidad. Acá no hay empresarios liberales con propiedad monopólica sobre los medios de información. Y cuando digo liberales, me estoy refiriendo al concepto convencional de liberalismo, no a la lectura liberal de algunos patricios chilenos, que se hacen llamar así por ser partidarios del libremercado o por esnobismo, y que no tienen ningún empacho cuando tienen que imponer políticas autoritarias y reducir los espacios de libertad de la sociedad civil, ya sea por razones políticas, económicas o religiosas.
Solo hay empresarios conservadores dominando los medios. Y cuando digo empresarios conservadores, me refiero a los que doctrinal y espiritualmente son proclives a antiguas concepciones del poder y de la relación con los espacios en que actúa la sociedad civil. La mayoría de ellos está vinculado a las expresiones autoritarias del poder religioso, a las expresiones autoritarias del ejercicio político y a las expresiones autoritarias del ordenamiento social. Para el conservadurismo las sociedades que progresan son aquellas subordinadas a su clase social, capaz de pensar por los demás y generar riqueza a cualquier precio “con trabajo, sacrificio y sobriedad” (de los subordinados desde luego).
Esa concepción de subordinación es coherente con lo que ocurre con el manejo de la información, por lo cual, no debemos engañarnos: la inhabilitación de la libertad de información es algo absolutamente coherente con la concepción no ciudadana y antirrepublicana de quienes hoy controlan todo el poder en el país.

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