El presidente de la FIFA ha renunciado a los pocos días de ser reelecto. Ocurre la renuncia en medio de una investigación que hace la Fiscalía norteamericana, ante evidencias de delitos de corrupción, conspiración y sobornos, producidos en la organización de la Copa América que se realizará en Chile dentro de pocos días. Como consecuencia de ellos hay un grupo de importantes dirigentes detenidos en Suiza y hay orden de detención contra otros personeros del fútbol sudamericano, entre los cuales está el ex presidente de la Conmebol, Nicolás Leoz.
Desde luego, las noticias diariamente han ido e irán aportando nuevos y sorprendentes antecedentes, que dan cuenta de una investigación que ha penetrado en lo que se consideraba la inexpugnable ciudadela simbólica de esta poderosa organización, capaz de poner en jaque las legislaciones y la jurisdicción de muchos países del mundo. Recordemos que en varias oportunidades problemas legales o controversias relacionadas con el fútbol, en muchos países no se han podido ventilar en los tribunales locales, ante la amenaza de la FIFA a las federaciones y organizaciones nacionales del fútbol, de castigos o sanciones draconianas emitidas desde la sede suiza de esa entidad, que prohíbe a sus asociados judicializar en los tribunales de cada país situaciones que solo pueden y deben ser resueltas por la FIFA.
De allí que ha resultado una sorpresa para todo el mundo, que la inexpugnable ciudadela del poder de los dirigentes mundiales de la FIFA, se esté permeando de modo tal, producto de la investigación de la fiscal general norteamericana Loretta Lynch, que ha acorralado a Blatter, cuyo largo mandato a la cabeza de este organismo está marcado por su absoluta voluntad y arbitrio. Blatter y varios de los altos dirigentes de la FIFA habían considerado que ellos estaban al margen del tiempo histórico y del mundo global que nos toca vivir a todos, y que sus acciones y decisiones no tenían otros límites que aquellos que derivan del ejercicio ilimitado de su poder.
De allí que es importante sacar lecciones y enseñanzas válidas para cualquier organización moderna, sea cualquiera su naturaleza y especificidad, y para quienes las dirigen. Cada lector de esta columna es parte de alguna organización, y la experiencia en torno a lo ocurrido en la FIFA, y lo que esté por ocurrir, es parte de lo que implica la calidad del liderazgo y la calidad de la organización que debemos tener y a la cual pertenecemos, sea esta de la sociedad civil, una organización gubernamental, política, empresarial, cultural, etc.
Blatter ha debido renunciar pese a prometer para su nuevo periodo de mandato que atacaría cualquier manifestación de corrupción. Objetivamente, al evidenciarse la acción de la fiscal norteamericana, sus expresiones como candidato a la reelección dejaron de ser válidas y creíbles como promesas, ya que él venía de ejercer tres periodos a la cabeza de la FIFA, ignorando en su accionar cosas importantes. Y al decir “ignorando”, no me refiero a que no hubiera sabido, sino que fue indiferente a lo que el tiempo histórico le señalaba.
Él y sus próximos en Zurich, no estaban en los confines del mundo, sino en relación directa con las grandes discusiones éticas que marcan la modernidad y las evoluciones del mundo moderno. De hecho, varios organismos internacionales están en el mismo país de la FIFA-Strasse. Lo que evidencia entonces es una supina ignorancia, que se manifiesta en tres aspectos fundamentales.
Primera ignorancia: Las obligaciones del liderazgo.
Ningún líder organizacional hoy día puede desprenderse de los eventos que se produzcan en la estructura bajo su conducción. Ello es aplicable para cualquier gerencia o presidencia. Así como los logros exitosos adornan el actuar de los líderes contemporáneos, las falencias, las conductas erróneas y los vicios que presente una organización son parte de las responsabilidades de quien la conduce o lidera.
Podría ser creíble para muchos que Blatter desconociera las conductas de determinados dirigentes de la FIFA, que están bajo acusación, y que el soborno y la corrupción se hizo presente en la organización de la Copa América, como se ha publicitado por la Fiscal estadounidense, sin que se enterara. Pero él era el primer responsable para evitar que ello ocurriera. Cualquier organización o liderazgo de una organización moderna sabe que las políticas ABC (Anti Bribery and Corruption) deben ser parte activa de todo liderazgo propio del siglo XXI.
No puede un líder de una organización internacional, de tan vasto alcance y que maneja enormes ingresos económicos, hacer expresiones de sorpresa, más aun conociendo la forma y la calidad de ciertos liderazgos locales y cómo funciona la corrupción en muchas de las federaciones nacionales, no pocas de países aún en formación y con una institucionalidad feble y corrupta.
La forma de liderazgo, autoritaria y centralizada, de la presidencia de la FIFA, obliga – por la composición misma de las organizaciones afiliadas, - a prever de manera activa cualquier vicio o conducta que sea propensa a un sistema de corrupción.
De allí que adquiere valor inmediato la segunda ignorancia de Blatter.
No establecer medidas contra la corrupción y el soborno.
Las legislaciones contra la corrupción y el soborno más avanzadas del mundo, consideran que toda organización que participa en el mercado es sospechosa de prácticas de ese tipo, en tanto no cuente con políticas específicas para impedir su ocurrencia. La “debida diligencia” y la definición de “banderas rojas”, es fundamental para hacer creíbles prácticas efectivas y eficaces contra la corrupción y el soborno.
La “debida diligencia” implica establecer procedimientos específicos para el actuar no corrupto de los miembros de una organización. Cuando los hechos ocurren y no hay procedimientos preventivos contra la corrupción y el soborno, cualquier liderazgo y cualquier organización pueden ser calificadas de sospechosas.
Las “banderas rojas” son señales que los procedimientos organizacionales deben considerar como advertencias de conductas sospechosas, tipificando de manera específica que es lo que se podría considerar como tal. Es decir, si una persona de una organización procede de determinado modo o toma determinadas decisiones, deberá percibirse claramente si está actuando de manera contraria a la probidad.
Claramente el Banco Mundial, la OCDE, el FMI, la ONU, etc. han ido tipificando conductas que pueden ser calificadas como “banderas rojas”, y que pueden ser parte de un procedimiento preventivo y contribuyente a detectar actividades corruptas y favorables al soborno.
¿Cuáles son las debidas diligencias y las banderas rojas que tiene la FIFA en sus procedimientos, para impedir que los enormes recursos que producen sus decisiones no generen corrupción dentro de su estructura organizacional?
Observando su página web no se advierten procedimientos, salvo mecanismos de denuncias e investigación hacia la actividad futbolística, pero no orientadas hacia el gobierno corporativo y la accountability, es decir, como dar cuentas públicas sobre la gestión de los recursos. En este último aspecto, tiene fundamental importancia la falta de transparencia en el manejo de los recursos económicos. Es un hecho comprobado que la poca transparencia es inversamente proporcional a la factibilidad de prácticas corruptas y la obtención de sobornos. A menor transparencia la corrupción aumenta. Cuando la transparencia se institucionaliza las posibilidades de corrupción se acotan significativamente.
Tercera ignorancia: Despreciar las legislaciones ABC del mundo.
Actualmente las políticas Anti Bribery and Corruption, tienen ya una consolidada data en los organismos internacionales, y legislaciones más drásticas son las de Estados Unidos y Gran Bretaña. Esta última incluso tiene alcances más amplios, ya que penaliza acciones corruptas de personas y empresas privadas donde la ley inglesa tenga alcance, aun cuando ellas ocurran fuera de sus fronteras.
Es decir, un inglés que reciba sobornos en África, siendo agente o funcionario de una empresa no inglesa, puede ser juzgado y condenado por tribunales ingleses por violación a las leyes ABC. Lo propio puede ocurrir, con un agente o funcionario no inglés que trabaje para una empresa o entidad inglesa, en cualquier país del mundo. Es más, también tiene alcance la ley inglesa ABC sobre agentes o funcionarios no ingleses de empresas no inglesas, que tengan relación de negocios con entidades, empresas u organizaciones sometidas a la legislación inglesa.
La ley norteamericana también se aproxima a ese alcance, más aún cuando se complementa con otras leyes del país, como la Ley Patriota, que, aun cuando tiene otros objetivos, ha permitido indagar las cuentas bancarias y la información privada que circula por las redes de Internet, en la persecución de delitos tan graves como el soborno, la corrupción y la conspiración para cometer ese tipo de delitos.
En consecuencia, sobre las enseñanzas que deja la experiencia en desarrollo de tan importante organización mundial como lo es la FIFA, saque Ud. sus conclusiones y observe lo que pasa en su organización, más aún si esta concursa en el mercado o maneja recursos financieros sujetos a rendición. Si la dirige, ponga acento en la transparencia y en el tipo de liderazgo que ejecuta.
Los tiempos han cambiado, y – como decía hace poco tiempo un fiscal chileno, citando un dicho campesino del Maule, que dice que uno puede ser tonto hasta el mediodía -, ya son más de las 12 del día en el tiempo histórico en el cual vivimos.