Quiero expresar mi reconocimiento y
gratitud, por el honor que se me ha conferido por parte de la Columna de la
Armonía y las Artes de la Gran Logia de Chile. De modo especial, a su Maestro
Jefe, Querido Hermano Eduardo Salgado Solovera, que con entusiasmo juvenil abordó la
organización musical de este hermoso regalo de afecto fraternal. Agradezco a
cada uno de los músicos, que han dado un espectáculo digno de los mejores y
selectos teatros del país.
Mi gratitud también a todo el equipo
operacional, encabezado por el Querido Hermano Guillermo Torres, que ha trabajado para hacer
posible este magno evento masónico-cultural, con el cual culminamos los actos
institucionales de la Gran Logia de Chile, desarrollados con motivo de la
instalación en nuestros cargos, que cada cual, desde anoche, ejerce en
propiedad por mandato de la Asamblea de nuestra Augusta Orden.
Y de manera muy especial, quien habla en
particular, y todo el Gobierno Superior de la Gran Logia de Chile, agradecen a
la Policía de Investigaciones, a su Director General y al Director de esta
Escuela policial, por haber dispuesto esta magnífica Aula Magna, que otorga
majestad y gran decoro a esta solemne expresión de la Belleza.
Desde hace apenas 24 horas, tengo la
investidura y la responsabilidad de Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, y
como tal debo ser capaz de dirigir los destinos de una de las instituciones más
antiguas de la República, pero que, sin embargo, sigue representando el pulso
vigoroso de la Modernidad, como opción de conciencia basada en la libertad, en
la tolerancia y la filantropía, valores supremos del universo simbólico de la
Masonería y de nuestra concepción ética de la construcción social.
Durante la presentación de los grandes
artistas que hoy nos han brindado su arte, estuvo presente la bella armonía de
su música. Y la armonía es otro de los valores sublimes que la Masonería acoge
en su universo simbólico como un desafío y una tarea, en la perspectiva de la
realización humana, tanto material como espiritual.
Recogiendo las más bellas expresiones de
las distintas artes, la armonía viene a ser el sustento fundacional de toda
expresión estética, sea en la elaboración musical o en cualquier manifestación
del arte y la construcción. Nada de lo
que el ser humano hace – nada de lo que hacen los hombres y las mujeres -,
tendría belleza, sin la necesaria armonía que produce el equilibrio mágico entre
el emisor y el receptor de la obra plasmada.
La Masonería aprecia y exalta el valor de
la armonía en las artes y en la arquitectura, porque exalta toda obra humana realizada
con el Arte Real de los más nobles artífices.
No solo eleva la armonía a una cualidad estética,
sino también a la cualidad ética, es decir, a un atributo de las acciones
humanas realizadas con los detalles armónicos de los más nobles propósitos, en
el plano de lo social y en toda forma de convivencia. Los Masones promovemos
con intensidad la armonía en todos los quehaceres relacionales humanos.
Valoramos significativamente cuando la armonía adorna el desarrollo de una
sociedad, de un país o de la comunidad internacional.
Todos quienes hemos concurrido a esta Gran
Gala Musical somos protagonistas de un tiempo lleno de oportunidades y amenazas
para la condición humana. No cabe duda de que se trata de una época que resulta
prodigiosa, en muchos aspectos, como también angustiante en no pocas
oportunidades. Vivimos cotidianamente eventos que nos sobrecogen y otros que
nos expanden armónicamente hacia límites insospechados.
Por sobre todas esas situaciones, positivas
y negativas, la Orden Francmasónica cree sustancialmente en el ser humano, y
exalta sus virtudes, y trabaja por hacer de sus miembros personas mejores, que
ayuden a la sociedad a encontrar las mejores respuestas, las más armónicas, para
el bien supremo de la Humanidad.
Seleccionamos buenos hombres para ser
mejores. Cuando hay situaciones límites en las encrucijadas de la historia, los
buenos hombres son fundamentales para encontrar los caminos de la sensatez, del
raciocinio, del diálogo, de la esperanza que puede ser armónicamente coronada.
Gracias, Queridos Hermanos músicos y organizadores de
esta Gran Gala, por darnos este regalo espiritual. Gracias a quienes nos han
dado la oportunidad de tan magnífico escenario. Y gracias a todos a quienes han
venido a acompañarnos en este momento jubiloso para la Gran Logia de Chile,
cuando inicia un nuevo ciclo de su gobierno simbólico, en la persistencia del
buen hacer y del mejor propósito: trabajar por una Humanidad mejor y en armonía.
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