lunes, 17 de febrero de 2020

La masonería chilena es inseparable de la República



(Saludo a Reunión Blanca de la Logia "Pedro Castelblanco Agüero", del 22 de enero de 2020)

Quiero expresar a todos los presentes, en primer lugar, el saludo fraterno de la Gran Logia de Chile, entidad que agrupa a 241 logias masónicas, a lo largo del país, y donde una de ellas es esta Logia que lleva el nombre de un destacado masón valdiviano, Pedro Castelblanco Agüero, quien fuera diputado de la República por tres periodos, y que luego, dirigiera con gran brillo a una de las ramas de la Masonería chilena, por más de una década.
Se constituyó esta logia con el propósito de servir de espacio de trabajo fraternal especialmente para quienes deben trabajar en el Congreso Nacional, considerando las variables que conlleva el trabajo parlamentario en cuanto a los tiempos y los espacios de trabajo masónico, pocas veces compatibles.
Así, nació esta logia de parlamentarios para hacer posible el trabajo fraternal que caracteriza el modo masónico, tendiente a favorecer el crecimiento ético de sus miembros, en torno a valores que dicen relación con el humanismo y el desarrollo de una
Como ya se dijo, este templo donde hoy compartimos, es para los masones un lugar muy especial, dedicado al estudio y al desarrollo espiritual. Para bien de nuestros caros principios y la más fructífera convivencia, cultivamos con esmero la tolerancia y la fraternidad, virtudes indispensables para que una institución como la nuestra, constituida por personas libres de los más diversos pensamientos y credos permanezca sólida y vigente.
Nuestra declaración de principios nos señala que “La Francmasonería es una institución universal, esencialmente ética, filosófica e iniciática, se funda en el sentimiento de la Fraternidad, constituyendo el centro de unión para los hombres de espíritu libre de todas las razas, nacionalidades y credos.”
La masonería ha querido compartir esta experiencia enriquecedora con Uds., invitándolos a participar de este espacio de reflexión, para que en un sano ejercicio de intercambio de ideas y opiniones puedan compartir sus personales convicciones y puedan aprender de las convicciones de los demás.
Hoy celebramos una Reunión Blanca por la República, por nuestra república y todo lo que ella significa, donde lo fundamental es que su objetivo único y final es el bien común. República, en esencia, es el espacio de participación y construcción social de todos, por todos y para todos, a partir de la soberanía popular, es decir, es el pueblo, la gente, la que permite la organización política con fines de interés común, y la satisfacción de las necesidades que hacen posible y el convivir, con el fin último de la felicidad, como lo establece la Constitución norteamericana y todos los esfuerzos de los Padres Fundadores de las repúblicas americanas.
Por eso es que expresamos con nítida convicción, que la masonería chilena es inseparable de la República. Porque la masonería es por esencia una institución humanista, es la condición humana en su integridad, el objeto y sujeto de sus afanes, y por ello estudiamos con vivo interés la sociedad en todas sus complejidades.
En efecto, la opción republicana de la emancipación y su reafirmación en el siglo XIX, son inseparables de la patriótica contribución de destacados masones, expresada en un Estado capaz de conducir los intereses de toda la sociedad, hacia el bienestar, el aseguramiento de los derechos y la legalidad,
Hay muchos hitos donde masones, como expresión de una conciencia fundada en el humanismo, fueron decisivos para su realización y establecimiento, siempre pensando en la República como un espacio de inclusión de todos los compatriotas, sin distinción. Así tenemos: la republicanización del proceso emancipacionista, que nos hizo como país; la laicización del registro civil y los cementerios; la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, dictada hace 100 años; las primeras leyes en favor del trabajador y la protección social, frutos del debate de la llamada “cuestión social”; el derecho a voto de la mujer; la difusión de los derechos humanos, en Chile y en América Latina, a partir de su proclamación universal en 1948; y todos los hitos donde pusimos el interés común sobre la mesa de debates ciudadana.
Es que la Masonería, aboga por un ideal de República, donde todos los ciudadanos son respetados en su condición humana, más allá de sus particulares ideas o de su origen social. Este ideal se expresa en el deseo universal del imperio de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.
Es cierto que, a partir del 18 de octubre pasado, todos hemos debido enfrentarnos con la incertidumbre, con un país que ya no nos habla, nos grita, y nuestra obligación, como la vuestra, es oír, entender y actuar.
Nada será como antes. Pero eso no debe asustarnos, pues todo cambia y nada es inmutable. Esa es una realidad permanente, y tal vez lo especial es la velocidad del cambio, pero esto tampoco es nuevo. Es parte de constatación del tiempo que privilegiadamente nos toca vivir, producto de la cualidad transformadora humana.
En ese contexto, observamos con esperanza y compartimos el “Acuerdo por la Paz Social y una Nueva Constitución”, alcanzado por nuestros dirigentes políticos el 15 de noviembre. Este logro es para nosotros doblemente esperanzador, por un lado, por su contenido, que pone de cara al pueblo - popularibus ius iudiciumque - la aprobación de una nueva Constitución, y por otro, la amplitud del espectro político de los convocados a dicho acuerdo, que nos recuerda las más recordadas gestas inspiradoras del patriotismo y de la racionalidad política.
Valoramos enormemente en ello el rol de los partidos políticos. Mucho se habla de la baja aprobación de los partidos políticos en la actualidad. Sin embargo, de ellos depende la política, y más allá de la simpatía social, el rol del político es buscar hacer realidad lo imposible, para bien de su soberano: el pueblo. El político de verdad no depende de las encuestas, sino del deber, porque es su deber. Solamente el trabajo bien hecho es lo que permite el justo salario, y el pueblo siempre agradece el sacrificio, la abnegación y el deseo de servirlo. Esa es una verdad republicana por esencia.
Por ello, permítanme hablar sobre los basamentos morales de la República, que recordamos en la Fraternitas de septiembre pasado, cuarenta días antes del estallido social. Allí señalamos que
LA REPUBLICA SE FUNDA EN LA LIBERTAD, porque este es un atributo fundamental de la condición humana. Somos libres porque somos personas humanas. Dotados de conciencia, cada persona tiene el derecho a la libertad de decidir en torno a su destino, comprenderse en la vida y decidir sobre sí mismo.
LA REPÚBLICA SE FUNDA EN LA IGUALDAD porque todos los individuos nacen iguales en su dignidad por el simple hecho de ser. Eso implica ver en cada semejante a un igual - un legítimo otro - y, al mismo tiempo, trabaja por mitigar las diferencias que la vida va dibujando de la mano del destino o de las injusticias.
LA REPUBLICA SE FUNDA EN LA FRATERNIDAD porque somos todos, en nuestro origen de la vida y en nuestro destino final, hermanos. La masonería propone a todos los integrantes de la Patria la búsqueda de un entendimiento fraterno, lo hacemos para que esta sea la más sublime forma de relacionarnos.
LA REPUBLICA SE FUNDA EN LA TOLERANCIA, no por la resignada aceptación de las diferencias con los otros, sino por la constatación de que la diversidad es la esencia de lo humano a partir de la comprobación de la propia existencia, distinta, única e irrepetible. La tolerancia es lo que hace posible el diálogo, el pluralismo, constituyéndose en la condición indispensable para la convivencia de los seres humanos.
LA REPUBLICA SE FUNDA EN EL PATRIOTISMO por que la Patria es el lugar donde el espíritu de hermandad adorna las conductas civiles, la patria nos hace libres pero conscientes del deber colectivo de la comunidad que nos vio nacer, a la cual nos sentimos ligados por destinos y esfuerzo comunes.
LA REPUBLICA SE FUNDA EN LA CARIDAD, sentimiento que se sostiene irrenunciablemente en el propósito de amar a los otros como a uno mismo. Practicar la caridad es un deber que surge del hecho de ser iguales, es decir, hermanos, lo que nos conmina a valorar y priorizar la condición humana como un objetivo de todo el actuar de lo humano.


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