La
Masonería reconoce en el trabajo la actividad que eleva la condición humana a
su realización espiritual, material y moral. La importancia del trabajo, así
entendida, hace de quienes trabajan – en toda su amplia comprensión – sean
reconocidos en su importante significación social y moral.
Quienes
son tipificados como trabajadores, en las leyes de los países y en los tratados
internacionales, constituyen un objetivo fundamental para hacer realidad los
logros de las naciones y para el género humano.
Así,
para una institución humanista como la que represento, la dignidad de los
trabajadores, el respeto a su elevación cualitativa, es un objetivo de un
quehacer permanente en la docencia que ocurre en nuestro histórico quehacer.
Desde
hace más de un siglo destacados líderes de las organizaciones sindicales y
gremiales han sido miembros de la Orden. Destaco figuras históricas tales como Carlos
Alberto Martínez, fundador y líder de la FOCH; a Alejandro Escobar Carvallo,
uno de los grandes líderes de trabajadores en el tránsito del siglo XIX y XX. A
Augusto Pinto, de notable aporte en las luchas por la jornada de 8 horas.
Cientos de destacados dirigentes en un siglo, se suman a esos nombres.
La
búsqueda de la dignificación del trabajo de los profesionales permitió que
destacados masones de los años 1940, lideraran la formación de los colegios
profesionales que tanta importancia tuvieron para la dignificación del
ejercicio profesional de médicos, químicos farmacéuticos, contadores,
agrónomos, veterinarios, etc.
Pero,
no se trata solo de aquello tan importante. La sociedad democrática y un orden
institucional republicano requieren de órganos que expresen la organización
social. La organización gremial y sindical juega un rol de intermediación
fundamental, no solo de carácter específicamente económico, sino también
social, moral y político.
En
la sociedad civil se expresan distintos intereses y objetivos, dentro de la
amplia trama de voluntades y aspiraciones. Imposible que los que aportan con su
trabajo manual o intelectual, no tengan las necesarias fortalezas de
representación e interlocución.
Los
acontecimientos nacionales de fines de 2019, desde el punto de vista de las
organizaciones de trabajadores planteó un serio desafío, ante la carencia de
organizaciones sociales fuertes y con capacidad de conducir las
reivindicaciones de importantes sectores de la sociedad.
Acaso
la falta de organizaciones representativas poderosas sea una de las explicaciones
de la violencia y la incapacidad de consensuar caminos hacia la solución de los
problemas que afectan a nuestra sociedad, donde no solo tiene valor la
vertiente política.
Pero
para construir fortalezas en la organización social, que se expresa a través de
gremios y sindicatos, se requiere de formación de líderes que conozcan la
legislación, que aprendan el arte de la negociación, que conozcan las
tradiciones y la historia, que entiendan en propiedad el rol que les compete.
Las
escuelas sindicales, la realización de cursos, la generación de seminarios y
otros instrumentos, son los objetivos que nos hemos planteado para hacer
posible el proyecto de la Fundación Moisés Poblete Troncoso.
Sabemos
que hay otras entidades que cumplen los mismos objetivos. Valoramos a quienes
nos preceden en este trabajo.
Nuestro
propósito no es competir, sino sumar un acento distinto, sobre la base de no
representar un acento ideológico o una particularidad de otro tipo. Queremos
generar una línea de trabajo precisamente sin intereses ideológicos o
perspectivas específicas, que no sean aquellas puestas en el interés de formar
y consolidar liderazgos de calidad, orientados hacia el servicio de sus
organizaciones y de la sociedad. El aporte laico, el acento humanista, el pluralismo,
la convicción democrática, el sentido republicano del hecho social, serán parte
de la gestión que debe abordar la fundación.
Esperamos
que la inspiración que nos entrega el legado del destacado impulsor de la
legislación laboral en Chile, en América Latina y el mundo, sea un estímulo
para colaborar en la formación de una generación de liderazgos, que conduzcan
procesos favorables para la dignificación del trabajo.
Agradezco
la participación en este acto de Fabio Bertranou, representante de la OIT, a
quien lo tuvimos en el acto del centenario de su organización, la más antigua
de las organizaciones internacionales; a José Pérez Debelli, presidente de la
ANEF; a Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT; y a Mónica Vargas, presidenta
de la Asociación de Colegios Profesionales. Uds le han dado un marco de
trascendencia a esta ceremonia tan importante para nosotros.
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