domingo, 21 de noviembre de 2010

UNAMUNO: MENSAJERO DE LA LIBERTAD


Sebastián Jans


Ubicación histórica de Unamuno y su tiempo.

Miguel de Unamuno y Jugo ( 1864-1936) fue parte de una notable generación intelectual española, la más importante antes que la post-franquista, la que navegó un mar terriblemente tempestuoso, entre dos islas indómitas: la I República y la II República. Filósofo, literato, filólogo y poeta, sus obras en el ámbito filosófico más importantes son: En torno al casticismo (1895), Soledad (1905), Del sentimiento trágico de la vida (1913) y La agonía del cristianismo (1925).
Unamuno es identificado como parte de la llamada “Generación del 98”, es decir, de aquella generación de escritores españoles que escriben en un momento dramático de la afirmación nacional española, cuando se produce la pérdida de las últimas grandes colonias (Cuba, Puerto Rico, Filipinas).
Ese año – 1898 - es el desencadenante de una fuerte crisis nacional, un episodio traumático para la sociedad española, que llevó al país al aislamiento, tanto económico como cultural, y a la crisis social y política, que produce una profunda desazón, conmoviendo las certezas de aquellos que viven aquellos episodios históricos en la colectiva y más honda desmoralización. Pero es el momento también del grito de quienes intentaron la regeneración de esta sociedad en ruinas
Son creadores que se preocupan por los problemas de su sociedad y que conciben la literatura como un instrumento para mejorar las condiciones vitales del hombre. De su creación nacerá una literatura que se alimenta de la experiencia y trata de colmar el horizonte de expectativas de la pequeña burguesía y el proletariado, en consonancia con ideologías políticas progresistas y aún revolucionarias.
Éstas son las características que conforman las señas de identidad del espíritu de la llamada “Generación del 98”, denominados de ese modo por Azorín. No se trata de un grupo homogéneo, ya que conviven distintas escuelas literarias, por lo cual, como todo debate español esta definición es bastante vapuleada y muchos eruditos prefieren simplemente reconocerlos como creadores del fin del siglo decimonónico. La Generación del 98 propende hacia lo rural, hacia un marcado interés por lo europeo, la bohemia literaria, el republicanismo, hacia la revisión de los parámetros de la vieja literatura española, confluyendo las trayectorias de creadores tan dispares como Unamuno, Baroja, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, Azorín y Machado.
Todos, en general, tienen una formación literaria autodidacta, con la excepción de Unamuno que tenía una formación universitaria, y se alejaron de los focos de cultura española tradicional. Fueron influenciados por los alemanes Kant, Schopenhauer y Nietzsche. Sus medios de expresión fueron liberales, republicanos y socialistas (El Imparcial, El Progreso, El País, Las Noticias, El Globo, La lucha de clases), y fueron activos colaboradores en las mismas revistas literarias (Juventud, Germinal, Electra, Alma Española, La Vida Literaria, Vida Nueva, Revista Nueva).
Unamuno, desde Salamanca, pone su particularidad y su diferencia. Se siente atraído por las ideas progresistas y producto de su vinculación con el pensamiento social realiza la traducción de la obra de Kautsky “El problema agrario”, y luego, atraído por las ideas de Schopenhauer, traduce su libro “El mundo como voluntad y representación”.
En el marco del debate español de su tiempo, fustiga los vicios de la sociedad burguesa, pero en otras entra a defender algunas de sus bases frente a la crítica del pensamiento socialista. Su teoría de la “intrahistoria”, que abordaremos mas adelante, tiene un valor sociológico progresista que rebatirá las concepciones tomistas, de carácter nacionalistas y antropológico sociales, de la historia española,
Condenaba la guerra y la calificó como un fenómeno incompatible con el progreso y la moral humana universal. No vaciló en condenar el aplastamiento por parte de España del movimiento de liberación nacional cubano, encabezado por José Martí, como también la acción española en Marruecos, y criticó toda doctrina que exaltara la guerra.
Identificado en el ámbito literario con la bien o mal llamada “Generación del 98”, en su concepción filosófica se alejará progresivamente hasta establecer su propia perspectiva, que termina por negar cualquier sistema filosófico y que algunos tratadistas optan por calificar de “pre-existencialista”.

Su búsqueda filosófica y sus aproximaciones al existir.

Para los tratadistas del pensamiento filosófico de Unamuno, este estuvo fuertemente influenciado por las ideas de Pascal y Kirkegaard. Pero no los siguió en todo. En el centro de la filosofía de Unamuno, efectivamente, se encuentra el problema de la existencia del hombre, abstraído de la condicionalidad histórica como todo existencialista, pero no desde la relación del pensamiento y el ser, sino desde la perspectiva del problema intrínseco del hombre común.
En su momento critica a Descartes y afirma que su fórmula “Cogito ergo sum” (pienso, luego existo), hacía caso omiso de la individualidad de la existencia humana. Propone contrariamente la fórmula “Sum ergo cogito” (existo, luego pienso). En virtud de ello puede decirse que Unamuno entiende por existencia a la existencia humana en sus relaciones más concretas y hasta cotidianas. Su planteamiento del ser material tiene sentido real sólo en los límites de su vinculación temporal con la vida cotidiana del hombre. Existir significa ser una esencia subjetiva que se determina a sí misma. La vida del hombre es real por cuanto es el conjunto de cosas que se hallan en conflicto con los anhelos del individuo. La propia existencia no se revela en la diversidad palpable de las relaciones entre el sujeto y el ser.
El sentido de la existencia del “yo” individual – su peculiaridad -, desde el punto de vista de Unamuno, se pone de manifiesto, ante todo, al examinar las relaciones entre la vida y la muerte. La vida del hombre, plantea, es una dramática y transitoria realidad, que tiene una dependencia de la muerte, y la principal “cuestión humana” viene a ser “saber que habrá de ser de mi conciencia, de la tuya, de la del otro y de la de todos, después de que cada uno de nosotros se muera” . Unamuno se manifiesta por la idea de que vivir es propiamente vivir en agonía, vivir luchando con la muerte. Tal sería una de las bases del sentimiento trágico que tiene la vida. En el centro de sus ideas está “este hombre concreto, de carne y hueso, (que) es el sujeto y el supremo objeto a la vez de toda filosofía” .
Dice Carlos Fortín que el hombre de carne y hueso unamuniano, es un mamífero vertical llamado hombre o ser humano, sujeto y supremo objeto de toda filosofía. En otras palabras, sin el hombre que es materia y espíritu la filosofía no existiría. Al decir de Unamuno cuando digo “yo amo”, “yo deseo”, lo pienso y lo grito como materia y espíritu, como carne u hueso. Fortín agrega que de esto podemos concluir, que el hombre, por su condición compleja de carne, hueso y espíritu, de conciencia y materia, no puede ser tratado como una cosa ni tampoco reducirse a una vaga idea metafísica.
El enfoque de Unamuno de ese hombre lo hace desde su formulación de lo que llama la “intrahistoria”, que contrapone a la historia como un conjunto transitorio de fenómenos sociales y culturales (políticos, ideológicos, científicos, literarios, etc.). En su formulación intrahistórica hay un resultado de actos concretos (materiales y espirituales) de los hombres, sobre todo de los menos significativos en el ámbito social: “Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia que, a todas las horas del día y en todos los países del globo, se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que, como la de las madréporas suboceánicas, echa las bases sobre las que se alzan los islotes de la historia” .
En sus reflexiones intenta demostrar que la muerte engendra en el hombre un anhelo inmanente de inmortalidad, y que es ese anhelo, aunque no pueda verse cumplido, lo que le confiere un sentido esencial a la existencia humana.
Sin renunciar por completo a la razón, a la lógica y a la ciencia, niega la posibilidad ilimitada del conocimiento objetivo del mundo que nos rodea. El conocimiento, afirma, se da en virtud de cierta contradicción entre la razón y la vida, y estriba en que la primera tiende constantemente a fijar el ser en formas rígidas, mientras que la segunda fluye irracionalmente. Así, la razón solo puede llegar a conocer los nexos entre los distintos fenómenos: “lo racional, en efecto, no es sino lo relacional; la razón se limita a relacionar elementos irracionales” . En consecuencia, proponía que la esencia de los fenómenos no era asequible a la razón y veía que el criterio de la verdad de nuestros conocimientos se reducía a una “verdad personal”, bastante subjetiva: “Verdad es lo que se cree de todo corazón y con toda el alma” .
Como consecuencia de ello, una de las cuestiones más importantes de la filosofía de Unamuno estriba en la idea de que la religión ha de ser universal, pero libre de los dogmas de la Iglesia oficial. “La religión –dice – debe ser algo común a los hombres todos, algo de que todos ellos participan”, A pesar de su condición agnóstica, sin embargo da valor al hecho religioso, desde el punto de vista de la libertad individual: “uno de los jefes de la denominada revolución social dijo que la religión es el opio del pueblo. Realmente…opio. Sin embargo, démosle al pueblo y que éste duerma y sueñe” . Admitía la existencia de Dios y, en ocasiones, lo identificaba con cierta perspectiva panteísta a través de la naturaleza, pero tendía más a identificarlo como un resultado del anhelo de inmortalidad del hombre: “Hemos creado a Dios para salvar el universo de la nada…Y necesitamos a Dios para salvar la conciencia…” . “racionalmente – plantea – no podemos afirmar la existencia de Dios. Y en cambio, la fe obra el prodigio de no solamente creer en Dios sino en crearlo”.
La influencia del pensamiento de Unamuno en España, en relación con la religión, llevaría al Vaticano a incluir su obra “Del sentimiento trágico de la vida”, en el index de libros prohibidos en 1957, es decir, en pleno apogeo franquista.

La literatura existencialista de Unamuno.

En la creación literaria de Unamuno, como en su reflexión, batallan permanentemente y se superponen una serie de principios opuestos: la razón, la fe, la vida, la muerte, lo temporal, lo intemporal, para proporcionarle a sus obras un rasgo peculiar. Su poesía, su dramaturgia, su narrativa y su ensayo de pensamiento y crítica literaria van a ser géneros ampliamente cultivados por el catedrático de Salamanca, que van a estar marcados siempre por aquellas dicotomías.
En toda su creación literaria, se explaya sobre los temas que le son recurrentes: la tragedia individual de la vida, la obsesión en torno a la inmortalidad, la abulia, el fracaso, el hastío del existir. Unamuno rechazaba la concepción materialista de la esencia del hombre, así como la concepción idealista objetiva, y proponía que la novela existencialista era el único medio que podía permitir describir el sentido de la existencia humana. Su primera novela existencialista – “Paz en la guerra” – aparece en 1897.
En Abel Sánchez (1917), aparecen la envidia y el mito como puntos preferentes de la reflexión unamuniana. El ansia de maternidad y la moral convencional surgen con descarnada fuerza en La tía Tula (1921). En Niebla (1925), quizá su obra más lograda para el gusto de los críticos, desarrolla el tema de la realidad o irrealidad de la existencia. La cuestión de la fe perdida, pero que da sentido de vida en San Manuel Bueno, mártir (1933), rumbea por el lado de sus contradicciones con las ideas agnósticas que le acosan como fantasmas omnipresentes.
A través de la voz de sus contradictorios personajes, o en los prólogos de sus obras, Unamuno reflexiona o habla sobre la vida, sobre el desamor, sobre los problemas de la fe, nos aproxima a su concepción de la intrahistoria y a sus inquietantes hombres de carne y hueso.
De todos los géneros, sin embargo, declaraba sentir su predilección por la poesía: “Yo soy ante todo y sobre todo un espíritu ilógico e inconcreto. No busco ni pruebas ni precisión en nada y lo que hago con más gusto es la poesía”.
Por ello, no es solo en la narrativa donde desarrolla su visión sobre la existencia y sobre el hombre individual, sino también ella está intensamente expresada en su obra poética. “Por lo pronto – dice el chileno Luis Muñoz G. – diremos que Unamuno busca, pide el retiro y la soledad como punto de partida para su hacer y la búsqueda de la unidad más plena. El camino para alcanzar esa unidad es la soledad y el silencio” . La soledad se convierte en Unamuno en la búsqueda de la singularidad frente a la multiplicidad, asevera Muñoz, del individuo frente a la muchedumbre. “Mi amor a la muchedumbre es lo que lleva a huir de ella. Al huirla la voy buscando”, expresa Unamuno en su libro “Soledad”.
Y luego se extiende: “No hay más diálogo verdadero que el diálogo que entablas contigo mismo y ese diálogo solo puedes establecerlo estando a solas. En soledad, y solo en soledad, puedes conocerte a ti mismo como prójimo, y mientras no te conozcas a ti mismo como prójimo, no podrás llegar a ver en tus prójimos otros vos. Si quieres aprender a amar a los otros, recógete en ti mismo”.
Esta perspectiva se expresa en su poesía de manera intensa:

“Soledad, soledad de soledades,
sueño de eternidad de las edades,
soledad!
………..
“Silencio y soledad son dos hermanos
que cruzando sus dos pares de manos
nos llevan en cruz, cuna de vida
a sepultarnos en la eternidad”
………….
“Apartaos de mi, pobres hermanos,
dejadme en el camino del desierto,
dejadme a solas con mi propio sino,
sin compañero”

Lo propio ocurre con sus personajes que emergen de su narrativa en condiciones de soledad recurrente, enfrentando la condición relacional de vida. ¿Acaso no es el patetismo de Ramiro, en “La Tía Tula” la mejor expresión de un individuo solitario que es víctima de las obligaciones y angustias del convivir? ¿No tiene el mismo patetismo el pobre Don Juan de “Dos Madres”, en las “Tres Novelas ejemplares y un prólogo”? ¿Cómo no palpar esa soledad existencial de tragicómico dramatismo que se da entre Alejandro y Julia en “Nada menos que todo un hombre”?
Son expresiones de una realidad dramática en la cuestión del cada día, en las personas simples que componen el ámbito de las ciudades o los poblados, lejos de todo sentido épico en el existir. Sin embargo, Unamuno, bien sabemos, se niega al realismo.
“¿Cuál es la realidad íntima, la realidad real”? pregunta Unamuno en el prologo de las Tres Novelas Ejemplares. Y más adelante responde. “el hombre más real, realis, más res, más cosa, es decir, más causa, es el que quiere ser o el que no quiere ser, el creador”. “Solo que este hombre que podríamos llamar, al modo kantiano, numénico, este hombre volitivo e ideal, - de idea-voluntad o fuerza – tiene que vivir en un mundo fenoménico, aparencial, racional, en el mundo de los llamados realistas”.

Más allá de su pensamiento: su ciudadanía.

Cuando se trata de explorar el pensamiento de Unamuno, conocer su creación filosófica y literaria, lo que se expresa de manera inevitable es su condición española. Podemos hacer cualquier análisis de su pensamiento y de su obra, pero este no soportaría el ensayo de situarlo de un modo universal, como ocurre con otros pensadores. Nada de lo que Unamuno escribió puede descontextualizarse de su condición intrínsicamente española. Hay que leerlo y conocerlo a partir del español, y no me cabe duda que la traducción de su obra a cualquier idioma, mata inexorablemente la esencia de sus ideas.
Es que por sobre todo, más que su pensamiento y su obra, pesa su ciudadanía. No su nacionalidad, que es cosa diferente. Unamuno es un ciudadano español, no es un súbdito. Es un hombre que se expresa en lo público, más allá que cualquiera de sus pares contemporáneos.
Fortín nos afirma este criterio, cuando define a Unamuno, en el sentido que tenía el saber y el sabor del idioma, y que quiso llevar una cruz a cuestas para encarnar mejor el espíritu de la España moderna (la de su tiempo, desde luego). Su conflicto persistente entre la fe y la razón, entre la vida y el pensamiento, entre el espíritu y el intelecto, entre el cielo y la civilización, es el conflicto de la España misma . Me atrevo a decir, de la España moderna histórica.
El exiliado en Chile, Vicente Mengod, recordaba en el centenario de su nacimiento, cuando le conoció en su exilio de París: “…monologaba sin descanso. Cada tres pasos se detenía para tomar impulso. Comentaba los acontecimientos políticos y literarios, decía sus juicios como si fueran sentencias del Eclesiastés. Los grandes hombres de España, en quienes la juventud tenía puesta su esperanza, eran derribados de un soberbio golpe excluyente. Decía que los novelistas contemporáneos habían escamoteado la realidad. Los filósofos jugaban con vidrios de colores. Y los políticos no conocían las cogitaciones de Aristóteles. En fin, España en aquel momento, era un panorama cerrado, un yermo, sin una flor auténtica, con infinitos pájaros agoreros, de canto estridente” .
Sonadas fueron sus contradicciones con todos los intelectuales de su tiempo. Mengod da cuenta de su relación con Pío Baroja, por ejemplo, los cuales se ignoraban al compartir espacios comunes, pero no vacilaban en lanzarse agudas estocadas. En sus recuerdos de veinte días con Unamuno, recuerda una conferencia dada por este y que presenciara, y la siguiente frase: “Los españoles somos puntillosos y complicados. No concebimos la paz, sino la guerra. Frente al ejército somos antimilitaristas, el clero nos desata la posición filosófica anticlerical”.
Esas contradicciones están en la historia de Unamuno en relación con la historia de España. Es un hecho que Unamuno perdió la fe católica en su juventud. Fue seducido por la figura de Pablo Iglesias, el padre del socialismo obrero español, donde militó por tres años, entre 1894 y 1897, cuando tenía poco más de 30 años. Allí, a poco andar, fue crítico del “dogmatismo marxiano”, lo que le llevó a abandonar el partido y concentrarse en la filosofía y en los temas de la vida y la muerte.
En 1901, bordeando ya los 40 años, asume la rectoría de la Universidad de Salamanca, a la cual quedará indisolublemente ligado en su trayectoria intelectual e histórica. Debió abandonarla en 1914, por razones políticas y sus vinculaciones con los liberales. En 1921 regresa como vicerrector, pero lo destituye de su cargo la dictadura de Primo de Rivera, en 1924, siendo desterrado a las Islas Canarias, de donde viajó a refugiarse a Francia.
Volvió a Salamanca en 1830, en medio de la apoteosis de la ciudad que salió a recibirlo. Se presenta candidato a concejal con el apoyo de republicanos y socialistas resultando elegido ampliamente, y en esa condición proclama la adhesión de Salamanca a la II República, en 1931. Desde el balcón del ayuntamiento, cuan tribuno de las masas, el filósofo proclama “una nueva era” y el término de “una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y entontecido”. Es electo luego diputado y la República le repone en el cargo de Rector de la Universidad salamantina.
Pero pasados los primeros años de efervescente republicano, comienza a distanciarse y expresa públicamente sus críticas a la reforma agraria, a la clase política, al gobierno republicano y su política religiosa. En su transitar por la España rotunda de los días de la guerra civil, Unamuno expresará las contradicciones de su condición cultural, y no estuvo distante de aquellos que se sintieron satisfechos con el alzamiento de Franco, Mola y los otros generales. Incluso adhiere a un llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyen a los sublevados, declarando que representaban la defensa de la civilización occidental y de la tradición cristiana.
El 26 de septiembre de 1936, firma una proclama de protesta contra las atrocidades de los republicanos que, a su juicio, pretendían exterminar a sus adversarios antes que ganar la guerra. Sin embargo, el curso de los acontecimientos lo llevarán al desengaño, lo que se expresa con crudeza cuando las tropas franquistas toman el control de Salamanca.
La irrupción de los nacionalistas en el paraninfo de la Universidad, cuando se celebraba el Día de la Raza, le lleva a pararse y hacer una alocución de la cual ha quedado consignada su histórica reivindicación de la razón social: “¡Éste es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir, y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España”.
Fruto de esa intervención memorable será nuevamente despojado de la rectoría de la Universidad. Muy poco después – el 31 de diciembre de 1936 - morirá bajo arresto domiciliario.

sábado, 31 de julio de 2010

MERIDIANO




“…en nuestra franja horaria, que mora entre los meridianos 70 y 80, en medida boreal similar a nuestra condición austral, encontramos la mágica voz de una mujer mágica de Quebec: Francesca Cagnon. Ella, por historia y vocación, se mueve por idiomas y culturas con belleza y naturalidad, nosotros, por historia y necesidad, somos una tribu que se mueve por el mundo a la caza de esos tesoros”.
Con esas palabras Jorge Coulon, líder de Inti Illimani, presenta el nuevo disco del grupo de músicos chilenos – “Meridiano” - realizado esta vez con la hermosa y espléndida voz de la canadiense del Cirque du Soleil.
Un trabajo sorprendente para quienes seguimos por más de 40 años al grupo, y da cuenta de una evolución profunda en la naturaleza de sus sonidos, fruto de la influencia de Meriño. Con este trabajo, que reúne 11 temas rupturistas en la tradición de los Inti, el grupo llega a su más alto meridiano de búsqueda, presentando su alcance más universal en su desarrollo musical, superando todo determinismo.
Sin las evocaciones típicas a su pasado, ni persistencias en las reposiciones, tan recurrentes en los grupos chilenos de los 60, sin remilgos relacionados con su caracterización identitaria, el disco es una apuesta efectiva a favor de su futuro musical, en un tiempo de constantes cambios y nuevas sensibilidades espirituales.
En su apuesta universalista, con sonidos que presentan un eclecticismo musical perfectamente logrado, “Meridiano” viene a ser un producto de la aldea global por excelencia, pero pone al grupo en el punto cósmico que está al borde del no retorno. Del éxito del disco puede devenir una exploración mucho más distante de su meridiano original, que lo aleje definitivamente de las raíces, y tal vez terminen llevando en su mochila solo un disco de oro para informar de su origen, como el Voyager, donde se podrá leer “venimos de una historia lejana”. Queda la interrogante si, como Cortés, Coulon y Meriño quemarán las naves para impedir el retorno.
La voz de Francesca Cagnon sobrecoge con su timbre y sus matices hasta embrujar al más rudo de los pliegues auditivos. Y en la hacienda mansiana pone un desafío que será difícil para quien aborde con seriedad la interpretación del mítico “Cuando me acuerdo de mi país”: jamás nadie podrá dar esos esbozos de desgarro y ausencia que la dulce Francesca pone en el cantar de los versos del compositor.
Notable el Inti Illimani en su viaje por el espacio ancho e imprevisible del mundo musical global. Y lo hace en este disco con la mejor de las compañías: una dulce y afectiva voz de mujer.

miércoles, 30 de junio de 2010

INCENTIVOS PARA EL MATRIMONIO.




Uno de los anuncios más novedosos que ha presentado el nuevo gobierno en el primer mensaje del Presidente de la República, Sr. Sebastián Piñera, el 21 de mayo pasado, se refiere a la bonificación para los matrimonios que cumplan 50 de años.
No es posible ignorar el contexto valórico que está detrás de esta propuesta, que no puede ser obstáculo para considerar que es una propuesta que tiene méritos, más allá de espectro institucional que tiende a ser satisfecho con su enunciado. Existe una crisis en la institucionalidad matrimonial, que se expresa, por ejemplo, en que hoy ya los divorcios son más que los matrimonios celebrados, y que grupos etáreos específicos sean cada vez más renuentes a vincularse legalmente a través del matrimonio. Esto se expresa también en el hecho que sean parlamentarios conservadores – siempre apegados a ciertas categorías absolutas en el convivir social -, los que estén hoy preocupados en legislar sobre las uniones de hecho.
Por cierto, la estabilidad matrimonial como componente basamental de la vida familiar, es una aspiración legítima de las personas contrayentes de este vínculo civil. Porque en el momento en que una pareja decide unir sus vidas, lo hace como consecuencia de un acto de amor, un proceso emocional que solo compete a los contrayentes de ese compromiso, pero que posteriormente tendrá todas las implicancias que la ley, el derecho, las costumbres y la ética, establecen en una sociedad estructurada e históricamente determinada.
¿Qué significa ello? Que de un acto de amor que solo compete a dos personas, a su intimidad, a su esfera más personal, se desprenden inevitablemente un conjunto de consecuencias que marcarán la suerte y el destino de esa pareja, que están vinculadas a temas esencialmente societarios y jurídicos, donde hay un peso de responsabilidades y exigencias que muchas veces llevan al inevitable fracaso.
Seguramente, la ponderación de las envergaduras que se desprenden de ello, es lo que hace que, muchos profesionales jóvenes de nuestro país, aquellos que han tenido la oportunidad de crecer a través de la educación y del ejercicio profesional, de un modo porcentualmente cada vez más significativo, evadan la responsabilidad que implica el matrimonio, ya que las limitaciones y la obligaciones que significan la vida en pareja se transformen en una carga que cuesta mucho de sobrellevar.
Objetivamente, nuestra sociedad en su conjunto, en sus distintas variables, es la que induce a que el matrimonio sea algo inviable para aquellos que están en condiciones de sostener una vida conyugal de mejor manera desde el punto de vista socio-económico. Contrariamente, en los niveles socioeconómicos más deficitarios, la tendencia hacia la vida conyugal parece ser más propicia precisamente por las limitaciones que impone la vida individual, y donde el matrimonio permite cohesionar algunas disponibilidades escasas para logros comunes. No pensemos, sin embargo, que ello es motivo para señalar una tendencia, ya que el fracaso en las uniones conyugales es tan relevante como en las clases medias o en los sectores más pudientes.
Bonificar a los matrimonios que cumplen una larga vida conyugal, entonces, tiende más bien a poner cierto acento valórico específico, para dar satisfacción a los obispos, antes que representar una acción del Estado que favorezca la vida matrimonial y consecuencialmente familiar.
Hace varias décadas, cuando se estableció la asignación familiar en el sistema de bonificaciones a los imponentes de las instituciones previsionales, se dio mucho más impulso a la sociedad familiar que cualquier otra medida de estímulo matrimonial. Por lo menos, tuvo efectos más determinantes que cualquier señal valórica. Si esa medida socio-económica fue determinante, también lo fue contar con una educación pública potente y con políticas de salud que garantizaban la atención médica para todos los niños.
Cuando había políticas públicas que favorecían el sostenimiento de una vida familiar, por cierto, la vida conyugal podía ser mucho más exitosa y eficiente para establecer condiciones estabilizadoras en el tiempo. El riesgo de tener hijos con garantías en salud y educación, con ciertos estándares básicos resueltos, cuando había menos recursos nacionales, cuando no había esa pretenciosa aspiración de ser país desarrollado, producía menos amenazas al propósito constituyente familiar.
Sin embargo, algo parece haber contrario a la vida conyugal y familiar en el sistema socio-económico en que nos desenvolvemos. Algo perverso parece estar actuando para desnaturalizar las mejores intensiones de las instituciones que ven en el matrimonio la expresión más firme de sus aspiraciones y concepciones morales, y la concreción de su proyecto societario.
Creo que lo perverso está en la naturaleza misma de los valores que transmiten la educación y los medios, basados en una concepción monetarista de la vida, de logros profesionales orientados al éxito económico, de competitividad desenfrenada, donde la idea de desarrollo se sustenta persistentemente en cifras económicas y en índices de éxito, y no en calidad de vida, en parámetros de seguridad a escala humana, o en valores sustentados en la vida en común.
¿Acaso no son los centros de educación de las instituciones religiosas las que promueven el individualismo mas exacerbado? ¿Acaso eso no es lo que proponen los medios conservadores y con fuerte predominio confesional, donde el exitismo viene a ser el centro de toda motivación?
Esas tendencias son las que generan la perversidad que esconde el modelo de Chile hacia el desarrollo y que debemos debatir mucho más profundamente que con lugares comunes o golpes de efecto, para ciertas satisfacciones institucionales.
La crisis del matrimonio y sus variables de inviabilidad como vínculo básico de nuestra estructura social, es un problema que tiene un enorme impacto futuro, y lo debemos abordar con la seriedad que es esperable de las políticas públicas de mediano y largo plazo.

viernes, 25 de junio de 2010

LA INSTITUCIÓN MÁS PRESTIGADA






Son 37.000 en todo el país. Su actividad es exclusivamente voluntaria. Sus directivos no reciben sueldos, ni hacen declaraciones grandilocuentes sobre el servicio a los demás. Cada uno aporta de su propio bolsillo para solucionar una serie de problemas propios de la funcionalidad de la institución.
Cuando se produjo el terremoto y tsunami del 27 de febrero, cerca 15.000 de sus miembros salieron a los pocos minutos de producido, a cumplir con su deber de socorrer a la población afectada. Ellos no se relajaron. Sabían claramente lo que tenían que hacer y pasaron largas jornadas sin descanso, sin esperar retribución alguna, más que la íntima satisfacción del deber cumplido. Fueron miles de horas de trabajo, miles de siniestros enfrentados, miles los damnificados que recibieron su ayuda. Ello, a pesar de haber perdido 70 cuarteles, o de haber tenido daños importantes en 200 de ellos.
Por ello, los chilenos han reconocido su esfuerzo. Tres encuestas sobre el rol de las instituciones frente a la catástrofe, señalan que Bomberos de Chile es la institución que ocupa el primer lugar en el reconocimiento de la población por la labor realizada para enfrentarla..
Si hay algo que como país podemos vanagloriarnos ante el resto del mundo, es contar con una institución de voluntarios como los Bomberos de Chile, que no solo cumplen la labor de apagar incendios, sino que realizan un conjunto de acciones de apoyo, rescate y socorro, ante distintos tipos de siniestro, inestimable en sus alcances.
Para ellos individualmente no piden nada, pero si lo hacen a favor de su institución, porque los recursos que requieren para operar son de alto costo. Necesitan cuarteles, centrales telefónicas, carros bombas funcionando, sistemas de radio, trajes anti-ignición, cascos especiales, zapatos dieléctricos, máquinas diversas de uso manual, etc. Piense Ud. lo que significa vestir a un bombero para que este se encuentre en condiciones de enfrentar un siniestro. Gran parte de ese equipamiento es de procedencia extranjera y de un costo elevado por su especialización.
Quienes son bomberos en nuestro país, en su gran mayoría corresponden a sectores de clase media y pobladores. Todos son hombres de trabajo, muchos profesionales, que hacen de su labor la expresión más alta de filantropía que conoce nuestro país, desde 1851. Son los que han hecho del servicio voluntario una expresión de doctrina que ha prevalecido en el tiempo con la fortaleza de las profundas convicciones. Fue esa doctrina la que los enalteció una vez más, cuando hace algunos años de mencionó la posibilidad de establecer bomberos a sueldo. Ante esa posibilidad muchos incluso se indignaron y apelaron a la historia de una impecable eficacia y eficiencia al servicio de los chilenos. Eficacia y eficiencia que la ciudadanía reconoce, especialmente los afectados por las periódicas catástrofes que afectan a nuestra larga geografía.
Hoy para recuperar o reparar sus cuarteles requieren de 22 mil millones de pesos. Una cifra que no es posible de conseguir sin los aportes de las grandes empresas y del Estado de Chile. Esperamos que las más altas autoridades del país, valoren la acción de la institución mejor evaluada del país, y pronto se arbitren medidas que permitan que los cuarteles bomberiles sean reparados o reconstruidos, porque nuestros compatriotas de cualquier lugar del país requerirán de su acción, y los cuerpos de bomberos diseminados en ciudades y pueblos estarán haciendo honor a su compromiso de verdaderos voluntarios.

martes, 8 de junio de 2010

La Influencia de Diego Thompson en Bernardo O´Higgins




Me parece muy destacable la iniciativa del Instituto O´Higginiano de acoger la presentación del libro “La Influencia de Diego Thompson en Bernardo O´Higgins”, de autoría del Historiador y Pastor Dr. Muñoz Condell, efectuada el pasado martes 01 de junio de 2010, porque se trata de una obra y un autor que indaga sobre los valores que motivaron la acción de aquella generación de chilenos que hicieron la Independencia Nacional y que fundaron nuestra República.
Fueron valores que establecieron una idea de construcción nacional y societal, basada en la diversidad, en la libertad de conciencia y en una idea precisa de convivencia, abierta a los nuevos tiempos que anunciara la Ilustración y la superación histórica del absolutismo y las hegemonías religiosas preestablecidas.
El libro presentado toma dos figuras centrales, que serán determinantes en la idea de la libertad religiosa en nuestro país, y recoge el rol cumplido por algunas figuras que, en un plano secundario, serán también decisivas para abrir las conciencias hacia la diversidad y los derechos a sostener creencias más allá de los determinismos hegemónicos.
En este libro, nuevamente David Muñoz Condell nos pone en la indagación sobre quienes han aportado a construir el país, en un plano de expansión espiritual basado en las libertades de conciencia. Es una indagación historiográfica coherente con lo que ha sido el rol del autor, en la búsqueda del encuentro inter-religioso sobre la base de las libertades de conciencia y los derechos que de ellas emanan. No en vano, el Pastor Muñoz Condell preside una vez más la Fraternidad Ecuménica de Chile, que vincula a las tres vertientes del cristianismo presentes en nuestro país.

domingo, 23 de mayo de 2010

TERREMOTO Y ESPIRITUALIDAD.




Los efectos del terremoto y tsunami en las regiones afectadas, presentan distintas facetas que requieren ser enfrentadas por las autoridades políticas y económicas del país, dando respuestas a demandas crecientes de los diversos sectores afectados. En la primera línea de la contingencia, está el problema de los pobres que quedaron sin techo, a los cuales hay que darles cobijo urgente para enfrentar el invierno. En esa misma línea está el funcionamiento de los servicios básicos. No menos importante es tener todos los servicios públicos funcionando en aquellos lugares en que todo quedó paralizado. La educación, la salud, el sistema de administración de justicia, los servicios de aseo, las oficinas públicas, etc. tan necesarias para la vida de las personas y para la constatación comunitaria.
De más está señalar la trascendencia que tiene el funcionamiento de la infraestructura y la conectividad vial, del cual dependen los suministros y la vida económica de las regiones afectadas. Y completa ese cuadro de necesidades, la normalización de la capacidad productiva y económica, que tiene que ver directamente con el empleo.
Sin embargo, no solo de aspectos materiales vive el hombre y su sociedad. También hay un elemento sustancial y tiene que ver con su espiritualidad. Las personas tienen sus creencias, sus convicciones, su relacionamiento con condiciones específicas en torno a sus categorías culturales y sociales. En fin, aspectos que tienen que ver con la relacionalidad y la asociatividad, con la forma en que se expresa su relación con los demás, y como entiende su ubicación en el vida.
Una de esas facetas es la religiosidad, que tiene mucha importancia para un importante sector de la sociedad. Ello implica que también deben hacerse esfuerzos para que la vida religiosa de las personas recupere su normalidad. Ello implica no discriminar, no privilegiar en función de un credo en particular, excluyendo a quienes no presentan la misma comprensión de Dios de quienes toman las decisiones. Es lamentable y carente de toda equidad cuando alguna autoridad privilegia a los que tienen su misma concepción religiosa, o cuando una autoridad no confesional toma partido por una institución religiosa en particular, favoreciéndola desmesuradamente.
Pero, la religión no es la única alternativa para el espíritu humano. También lo puede ser la filosofía, u otro tipo de cosmovisiones no necesariamente religiosas. Efectivamente, hay opciones espirituales fundadas en el hombre, de manera privilegiada, que tienen el mismo valor que aquellos que se fundan en la observancia hacia lo divino.
Y cuando hay señales que se advierten que propenden hacia el exclusivismo o la hegemonía, es necesario que se tenga presente que no hay solo una concepción espiritual en la zona que ha sido afectada por el terremoto y el tsunami.
El último censo nacional, realizado el año 2002, demostró que en las regiones afectadas por la catástrofe del 27 de febrero, sobre 2.414.420 habitantes mayores de 15 años, un 67,2 % se reconocía católico, un 21,52 como de religión evangélica, un 3,1% reconocía credos específicos de otro tipo, y un 9,7 % se definía como ateo, agnóstico o de un credo no definido en las alternativas presentadas.
Un 6,5% de los habitantes de la Regiones afectadas que no profesan religión alguna. ¿Debe suponerse que esas personas no tienen ninguna forma de espiritualidad? ¿Debe suponerse que su condición de minoría constituye un motivo para marginarlos?
Sanar las heridas sociales de la catástrofe del 27 de febrero no es solo una tarea para una mayoría relativa. Y digo mayoría relativa, porque no todos los que adhieren a una idea religiosa practican sus ritos y acuden a sus servicios religiosos, sino que simplemente lo asumen como algo cultural.
En ese contexto, hoy día una parte importante de las casas masónicas se encuentran irreversiblemente dañadas. Los masones son hombres que activamente manifiestan una opción espiritual, tan legítima como la religiosa. Muchos de ellos incluso son parte de las religiones existentes en el país. Y así como concurren a sus cultos religiosos, también concurren a cultivar su espiritualidad fundada en el hombre.
No son hombres de riquezas ni poderosos señores del poder económico, como algunos tienden a creer. Son profesores de escuelas y liceos, abogados, académicos, médicos, pequeños empresarios, prestadores de servicios, funcionarios públicos, gente de las clases medias de este país, que viven de su trabajo, y que deben enfrentar los sacrificios del día a día.
Construir una casa masónica es un enorme sacrificio que demora años, pese a la sencillez de sus instalaciones y a lo elemental de sus requerimientos. Y como la casa familiar construida con muchos sacrificios, cuando ha sido siniestrada por la acción de la naturaleza, cuesta mucho reconstruirla cuando no se tienen grandes recursos, ello se hace vivo en la realidad de las casas masónicas que han desaparecido, o que tienen daños irrecuperables. Sobrecoge ver las imágenes del sitio ya baldío de la casa masónica de Talcahuano, o como quedó la vieja casa masónica de Rancagua o el lugar donde funcionada la de Constitución
Es dable esperar entonces, que las autoridades regionales y nacionales, tengan presente la diversidad espiritual de las regiones afectadas, y cuando los recursos fluyan hacia regiones afectadas, más allá de la impronta elemental y subsistencial, consideren esa diversidad. Y si los recursos no son suficientes para ello, se establezcan condiciones legislativas favorables para todos.

miércoles, 12 de mayo de 2010

CARLOS FREDES, MAESTRO DE GENERACIONES





El maestro de generaciones, historiador e intelectual del pensamiento laico, Carlos Fredes Aliaga, ha muerto a los 79 años de edad. Una larga trayectoria como profesor de Estado, académico de la U. de Chile y de la Universidad Técnica del Estado, profesor invitado de diversas Universidades extranjeras. Bombero de toda la vida, tuvo un destacado rol en sus distintas instancias institucionales. Autor de destacados libros en el ámbito económico, pedagógico e historiográfico.
Fue consultor de la Unesco, colaborador del diario Las Noticias de Ultima Hora y directivo del Canal de Televisión de la Universidad de Chile. Participó en la Masonería Chilena y Ecuatoriana, miembro siempre referencial de la Respetable Logia “Franklin” # 27, donde se inició, le correspondió dirigirla entre 1970 y 1972.
Sus restos han sido velados en el Club de la República, donde concurría habitualmente, incluso hasta hace pocos días, para seguir cumpliendo sus labores de Obrero de Paz.
La Masonería, el Cuerpo de Bomberos, el laicismo chileno, tienen que lamentar su pérdida, ya que una de sus brillantes luces corpóreas se ha apagado, aún cuando su luz espiritual seguirá brillando con particular intensidad. Carlos Fredes siempre amó con intensidad esas tres referencias republicanas y éticas, y ellas encontrarán en su legado la fuerza de la constancia y del esmero sincero.
Respecto de la primera, la esperaba vigorosa y recuperada en su trascendencia, y siendo la inspiradora de una sociedad que requiere la fortaleza del pensamiento libre y del valor de la libertad de conciencia. La anhelaba siempre influyendo en los grandes valores republicanos, en la construcción ciudadana del día a día, en la referencialidad ética de la convivencia en diversidad.
En coherencia con esa convicción de Carlos Fredes, un ex Presidente de la República que fue su alumno en la secundaria, concurrió a su velatorio a expresarle a su hija, a sus hermanos de logia y amigos, sus sentimientos de pesar. No pude evitar preguntarle, que le había enseñado Carlos Fredes cuando fue su profesor. Su respuesta: me enseñó a mirar la sociedad.
Sin duda, quienes somos parte de la Masonería chilena, queremos que siempre, nuestros hermanos que actúan cotidianamente en la sociedad, sepan enseñar a mirar la sociedad a sus integrantes, con los ojos de la libertad y el libre discernimiento.

Bicentenario de la batalla de Ayacucho. La gesta final en Perú.

  Sebastián Jans Pérez - Manuel Romo Sánchez Introducción La batalla de Ayacucho es exaltada por la historia de nuestras naciones por ser el...