martes, 1 de febrero de 2022

Fraternitas de la República 2021

 

Señor Vicepresidente de la República,

Señora Presidenta del Senado

Señor Presidente de la Corte Suprema

Autoridades en sus cargos y dignidades,

 Representantes de las Instituciones presentes,

Compatriotas,

En estos días, cuando la vida pública comienza a renacer en nuestro país, luego de mucho tiempo de incertidumbre y encierro, a causa de la pandemia del COVID, la que ha cobrado la vida de más de 37 mil compatriotas, y que ha alterado y puesto a prueba nuestra esencia como seres humanos en los más diversos ámbitos - en la vida familiar, en el trabajo, en los estudios y en nuestra convivencia nacional -, la masonería reabre las puertas de su templo principal, para convocar a los hombres y mujeres de nobles sentimientos, a seguir pensando en nuestra patria y en los valores que debemos compartir para renacer a un mañana más próspero y más justo.

Les damos a todas la autoridades presentes, políticas y sociales, la bienvenida a este Fraternitas de la República 2021, encuentro donde la Gran Logia de Chile y la Gran Logia Femenina de Chile, reciben a los representantes de las principales instituciones de nuestra República a compartir en un ambiente de respeto, fraternidad y tolerancia, para fortalecer nuestros lazos cívicos, donde nos podemos reconocer como hermanos e hijos de una tierra común.

En los próximos días, celebraremos doscientos once años desde que nuestros Padres de la Patria, con pundonor y a riesgo de sus propias vidas, se hicieron parte de la obra de legarnos una nación libre y soberana.

Pero también nos plantearon el desafío de construir un país acogedor, tal como lo señalaba el Libertador Bernardo O´Higgins en su carta a los pueblos originarios: “Nosotros hemos jurado y comprado con nuestra sangre esa Independencia, que habéis sabido conservar al mismo precio”- les dice, y destaca señala que, siendo idénticas sus respectivas causas, no debían reconocer en esta tierra otro enemigo de ella que no fuera el poder colonial. “No hay ni puede haber una razón que nos haga enemigos – les expresa -, cuando sobre estos principios incontestables de mutua conveniencia política, descendemos todos de unos mismos Padres, habitamos bajo de un clima; y las producciones de nuestro territorio, nuestros hábitos y nuestras necesidades respectivas no invitan a vivir en la más inalterable buena armonía y fraternidad”.

Aquellas inspiraciones dieron origen a nuestra naciente República, la que se ha ido consolidando a lo largo de los años, con la participación de todas y todos quienes nos han precedido, en una historia matizada de luces y sombras, de bonanzas y deudas.

En relación a ellas, con preocupación y prioridad, debemos hacernos cargo de una deuda histórica, con los hijos de la Araucanía. Arauco tiene una pena, decía una cantautora popular, y esa pena subsiste. La Masonería considera fundamental el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios y respalda los llamados efectuados para un diálogo constructivo, celebra la presencia del Centro Nansen para el Diálogo y la Paz, y hace votos para que este proceso germine en su semilla y traiga fructífera cosecha.

Compatriotas:

Enormes desafíos y enseñanzas nos han dejado estos últimos años. Primero con el estallido social, y luego con la pandemia, donde se han exaltado los sentimientos de solidaridad y de responsabilidad social, con esta aprendimos que cuidarnos trasciende lo individual y se transforma en un bien comunitario.

Así, también, hemos sido partícipes de la exitosa campaña de inmunización, donde las autoridades cumplieron a cabalidad su rol de planificar a tiempo y con responsabilidad, comprometiendo las necesarias dosis para cubrir a toda la población.

Agradecemos al Presidente de la República y a su gobierno, los esfuerzos y su visión sanitaria que ha permitido que, a través de un eficaz plan de vacunación, hoy estemos mirando con más seguridad el desarrollo de la pandemia dentro de las fronteras nacionales.

De modo especial, queremos destacar esta mañana a la Doctora Paula Daza Narbona, Subsecretaria de Salud, por su templanza y abnegada labor, en medio de tensiones y exigencias de un tiempo de grandes desafíos.

Agradecemos también a los trabajadores y trabajadoras de la salud, especialmente de los servicios públicos, que, con dedicación y entrega, se hicieron cargo del cuidado de los enfermos e implementaron el plan nacional de vacunación.

Nuestro recuerdo agradecido a aquellos funcionarios que dieron su vida, sucumbiendo ante el coronavirus, mientras cumplían sus exigentes horarios. A sus familias nuestro afecto y solidaridad ante la pérdida irreparable.

La palabra masón significa constructor. Cada uno de los masones y masonas que vienen a nuestros templos se comprometen a trabajar en ser mejores personas, mejores ciudadanos y ciudadanas, para ser parte de una obra mayor, a la que todos estamos convocados: hacer de Chile una nación más solidaria, más justa, más fraterna y más humana.

La masonería se nutre de la diversidad; a sus templos acuden hombres y mujeres de todas las nacionalidades, de todas las etnias, de todos los credos, de todas las ideologías, donde se respetan como iguales y comparten los mismos ideales y principios.

Para que una institución como la nuestra permanezca en el tiempo, es necesario estar unidos por el sentimiento de la fraternidad más pura. Es nuestra esperanza, que este amor de hermanos y hermanas permee a toda nuestra sociedad.

Es en este ánimo que hoy efectuamos esta Fraternitas de la República, donde nos ponemos como siempre a disposición de nuestro país, de sus autoridades y representantes políticos y sociales, para trabajar sin descanso por un futuro mejor, sin exclusiones, donde los sueños de nuestras niñas y niños, de las y los jóvenes, se puedan hacer realidad.

No existe nada más hermoso que construir un país que acoja los anhelos de quienes viven en su suelo, donde nadie se sienta marginado, donde todos y todas se sientan respetados en su dignidad, siendo parte de un destino común. 

Compatriotas:

Desde hace 23 meses, nuestro país ha estado sometido a un estrés permanente, muchas de sus gentes viven con temor y mantienen condiciones de afectación emocional que tendrán efectos por el resto de sus vidas; muchos han cambiado de modo determinante sus esperanzas, y sus proyectos de vida han experimentado cambios que, tal vez en la magnitud de sus alcances o en la perspectiva que los soñaron, nunca volverán a ser los mismos.

Al inicio de este tiempo de estrés, vivimos un estallido social que nadie se imaginó en su alcance, aun cuando había indicios ciertos de que los componentes de injusticia, de dogmatismo, de mal trato, de inequidad, de corrupción, de insuficiencias, estaban creando las condiciones para una manifestación social de rechazo de vastas proporciones.

La crisis de representación, que venía siendo una causa del descrédito creciente del contrato social, que surgiera de la transición a la democracia, tenía una evidencia que ningún integrante de nuestras élites había considerado adecuadamente en su análisis, pero donde nunca se dieron consensos para darle un nuevo enfoque a la práctica política y resolver los enormes rezagos que la democracia estaba provocando.

Durante una década, cada dos años, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, había puesto ante los ojos de las élites de nuestro país, el socavamiento de las instituciones de la democracia y la erosión de ellas, con un diagnóstico que consideraba 5 puntos claves: la desigualdad multidimensional; el abismo entre las élites y los ciudadanos; la inseguridad en ámbitos claves de la vida social, tales como la salud, las pensiones, el desempleo y la delincuencia; la creciente desconfianza frente a las instituciones, raptadas por una comprensión elitaria o por la corrupción; la desafección a la política tradicional y a las formas de organización representativas, incluyendo las de tipo gremial o reivindicativas.

No voy a abundar en aquello, ya que todos los chilenos tenemos una comprensión personal frente a lo ocurrido, y como la institucionalidad ha debido dar respuesta sobre la marcha a la presión de los acontecimientos, para crear una nueva idea de país, que logre conducirnos hacia un nuevo contrato social, siempre en la mira de satisfacer las legítimas aspiraciones de todos los que viven en este país, en un ambiente de justicia social, equidad y fraternidad, pero también de progreso, de trabajo y creativa pujanza.

Cuando recién se echaban a andar los primeros acuerdos, que abrió la puerta hacia el diseño de un proceso hacia una nueva Constitución, sobrevino lo menos esperado, y nuestro país fue pronto presa de la pandemia que ha afectado a la Humanidad, produciendo muerte, inseguridad y enormes descalabros socio-económicos.

Raptados de la vida cotidiana, millones de chilenos se vieron privados de su libertad y de sus planes existenciales, de la cotidianidad de su vida, no pocos vieron partir a uno de los suyos, abandonando prematuramente la oportunidad de vivir.

Durante la pandemia se ha profundizado la pobreza y la desigualdad, hemos visto la proliferación de campamentos, el aumento del desempleo, el incremento de la migración y la pérdida de expectativas para la vejez de millones de chilenos sigue planteando el problema de las bajas pensiones.

En el mismo contexto pandémico, el alma nacional se ha visto crecientemente violentada por el aumento de los flagelos de la delincuencia y el narcotráfico, de la violencia de sectores contrarios a los consensos y de hechos contra la propiedad, donde las pequeñas empresas y los emprendimientos de muchos chilenos laboriosos han sido destruidos por saqueos y actos irracionales.

Tarea fundamental, será enfrentarlos con decisión e inteligencia, con una visión de largo plazo, donde se aborde este problema social de manera integral, donde la educación debe ser uno de sus principales pilares.

Estudios de opinión, nos hablan de las preocupaciones que afectan el alma y la emocionalidad de los chilenos, tensionando la comprensión del presente y del futuro: la pandemia, por cierto; la profunda crisis institucional; la violencia de unos pocos, y una insuficiencia para abordar problemas tan acuciantes como el crimen y la violencia delictiva, la pobreza y la desigualdad, el desempleo, la educación de los niños y jóvenes, y la corrupción en las élites.

La posibilidad de los efectos del cambio climático sobre nuestro territorio, señalan desde ya hace tiempo, que las contingencias climáticas nos llevarán a nuevas tensiones, con eventos climáticos catastróficos como los producidos en países desarrollados en semanas recientes.

El cambio climático ya golpea con inclemencia a toda nuestra geografía, con una sequía que se extiende por más de una década, con localidades que no tienen agua suficiente para satisfacer sus necesidades básicas.

Resolver estas apremiantes carencias será una obligación en el futuro inmediato, y con seguridad en el futuro deberemos profundizar el desarrollo sustentable de las actividades productivas.

Aún frente a esas amenazas, debemos reconocer los avances del país en la generación de energía, a partir de alternativas que no generan huella de carbono. Nuestro esfuerzo es modelo para el mundo y debemos reconocer la virtud de las políticas del Estado y de las decisiones de inversión privada, que demuestran que es posible avanzar hacia la descarbonización.

Compatriotas:

La vida es un continuo renacer, y hoy estamos viviendo un proceso de profunda reflexión sobre nuestro futuro, de pensar en cómo nos organizaremos para construir un mañana mejor.

Los masones y masonas somos profundamente republicanos y demócratas, tenemos la convicción que del diálogo honesto y tolerante debe nacer la semilla de la patria que queremos.

Este año, los chilenos y chilenas en un proceso único en nuestra historia, hemos elegido a 155 compatriotas para constituir la Convención Constitucional, cuya misión es diseñar un nuevo contrato social, escribir una nueva Constitución.

Vivimos un momento único, donde se definirá nuestra forma de convivencia, la manera como nos relacionaremos, los valores con los que construiremos el alma nacional, y más allá de las contingencias temporales, en su trabajo está depositada la esperanza de millones de compatriotas.

La elección de la Señora Elisa Loncón como Presidenta de la Convención Constitucional, representante del pueblo mapuche, refleja con claridad el espíritu de un nuevo país que estamos avizorando, que reconoce la diversidad cultural como uno de los bienes más preciados que debemos atesorar y reconocer, donde tengan cabida nuestras particulares cosmovisiones. A ella, y a todas y todos los convencionales les expresamos nuestros mejores augurios de éxito en esa trascendental tarea.

En el mismo sentido de futuro, enfrentaremos antes del fin de año la elección de la autoridad que dirigirá el país en los próximos años, se renovará por completo la Cámara de Diputados y una parte del Senado.

Será el tiempo en que las diferentes visiones sobre cómo enfrentar los desafíos que tiene nuestro país, se someterán al escrutinio y a la voluntad popular.

La Masonería respeta todas las visiones y opiniones honestas que reflejan las particulares convicciones políticas. Respeta, así mismo, de manera irrestricta a toda autoridad emanada de procesos legales, constitucionales y democráticos. En eso consiste la democracia.

Ayudaremos en todo lo que podamos a prestigiar a quienes postulan a los distintos cargos, en valoración a la labor pública, y como preludio al debido reconocimiento y respeto para cuando sean elegidos.

Sabemos que la próxima administración del país deberá hacerse cargo de numerosos desafíos pendientes y otros que han emergido con fuerza en los últimos años, y desde este espacio, invitamos a quienes aspiran a dirigir nuestra patria, a reflexionar sobre su importancia y urgencia para enfrentarlos.

Encuestas encargadas por las dos universidades más importantes del país, a fines del año pasado, indicaban que los chilenos están consideran que “es importante llegar a acuerdos en los grandes temas del país” y que “es importante escuchar distintas opiniones para resolver los problemas”.

Pero también, tres cuartos de las personas que fueron encuestadas tienen la comprensión de que “se ha instalado un clima de descalificación donde no se respeta la opinión de los que piensan distinto”.

Encontramos coherente esos resultados con nuestra percepción, pues advertimos que hay una incapacidad de construir un lenguaje de debate que nos esté en la descalificación y la impertinencia, en la agresividad o la prepotencia.

No hay hogar que pueda sustentar su convivencia en medio de un ambiente enrarecido por prácticas descalificatorias y por un trato agresivo. No hay familia que pueda mirarse con afecto y respeto, en medio de un constante incordio.

Pensemos a nuestro país como un gran hogar, una gran familia que debe congregarse dentro de un ambiente de convivencia, donde podemos discrepar, pero no agredirnos ni maltratarnos. Todo habitante de nuestro país, salvo pequeños grupos, anhela un mejor ambiente de convivencia. 

Compatriotas:

El símbolo de esta ceremonia Fraternitas de la República 2021 es la espiga de trigo. En ella queremos plasmar alegóricamente el proceso histórico que vive nuestro país.

La espiga florece, luego es fruto, y puede ser transformada en alimento vital y satisfacer de buena manera las necesidades y aspiraciones de nuestro pueblo. La espiga es también semilla, y puede regresar a la tierra para iniciar un nuevo ciclo, bajo los cuidados de otros hombres y mujeres, los que mañana cosecharán y podrán disfrutar de nuevos frutos. 

La Masonería cree profundamente en la capacidad del ser humano para ser mejor cada día, es por eso que nuestro mensaje en tiempos de incertidumbre, es de sincero optimismo, porque más allá de la racionalidad que debe guiar nuestras acciones, sabemos que toda obra humana debe tener también convicción y propósito, no solo debe estar bien pensada en cómo realizarla, sino, y por, sobre todo, debe ser ejecutada para producir cambios positivos.

Así como las espigas de trigo florecen e inundan nuestros campos, fruto del paciente y dedicado cuidado que se les brinda, tenemos la esperanza que la conjunción de voluntades bien intencionadas, con responsabilidad y respeto, hará posible construir una sociedad mejor, más digna y más humana, un Chile como lo sueñan nuestros hijos y nietos.

Muchas gracias y reciban todas las personas de buena voluntad, presentes en este templo a la razón y el humanismo, nuestra fraterna acogida.

 

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