Señor Vicepresidente de la República,
Señora Presidenta del Senado
Señor Presidente de la Corte Suprema
Autoridades en sus cargos y dignidades,
Representantes
de las Instituciones presentes,
Compatriotas,
En estos días, cuando la vida pública comienza a
renacer en nuestro país, luego de mucho tiempo de incertidumbre y encierro, a
causa de la pandemia del COVID, la que ha cobrado la vida de más de 37 mil
compatriotas, y que ha alterado y puesto a prueba nuestra esencia como seres
humanos en los más diversos ámbitos - en la vida familiar, en el trabajo, en
los estudios y en nuestra convivencia nacional -, la masonería reabre las
puertas de su templo principal, para convocar a los hombres y mujeres de nobles
sentimientos, a seguir pensando en nuestra patria y en los valores que debemos
compartir para renacer a un mañana más próspero y más justo.
Les damos a todas la autoridades presentes, políticas
y sociales, la bienvenida a este Fraternitas de la República 2021, encuentro
donde la Gran Logia de Chile y la Gran Logia Femenina de Chile, reciben a los
representantes de las principales instituciones de nuestra República a
compartir en un ambiente de respeto, fraternidad y tolerancia, para fortalecer
nuestros lazos cívicos, donde nos podemos reconocer como hermanos e hijos de
una tierra común.
En los próximos días, celebraremos doscientos once
años desde que nuestros Padres de la Patria, con pundonor y a riesgo de sus
propias vidas, se hicieron parte de la obra de legarnos una nación libre y
soberana.
Pero también nos plantearon el desafío de construir un
país acogedor, tal como lo señalaba el Libertador Bernardo O´Higgins en su
carta a los pueblos originarios: “Nosotros hemos jurado y comprado con nuestra
sangre esa Independencia, que habéis sabido conservar al mismo precio”- les
dice, y destaca señala que, siendo idénticas sus respectivas causas, no debían reconocer
en esta tierra otro enemigo de ella que no fuera el poder colonial. “No hay ni
puede haber una razón que nos haga enemigos – les expresa -, cuando sobre estos
principios incontestables de mutua conveniencia política, descendemos todos de
unos mismos Padres, habitamos bajo de un clima; y las producciones de nuestro
territorio, nuestros hábitos y nuestras necesidades respectivas no invitan a
vivir en la más inalterable buena armonía y fraternidad”.
Aquellas inspiraciones dieron origen a nuestra
naciente República, la que se ha ido consolidando a lo largo de los años, con
la participación de todas y todos quienes nos han precedido, en una historia
matizada de luces y sombras, de bonanzas y deudas.
En relación a ellas, con preocupación y prioridad, debemos
hacernos cargo de una deuda histórica, con los hijos de la Araucanía. Arauco
tiene una pena, decía una cantautora popular, y esa pena subsiste. La Masonería
considera fundamental el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios
y respalda los llamados efectuados para un diálogo constructivo, celebra la
presencia del Centro Nansen para el Diálogo y la Paz, y hace votos para que
este proceso germine en su semilla y traiga fructífera cosecha.
Compatriotas:
Enormes desafíos y enseñanzas nos han dejado estos
últimos años. Primero con el estallido social, y luego con la pandemia, donde
se han exaltado los sentimientos de solidaridad y de responsabilidad social, con
esta aprendimos que cuidarnos trasciende lo individual y se transforma en un
bien comunitario.
Así, también, hemos sido partícipes de la exitosa
campaña de inmunización, donde las autoridades cumplieron a cabalidad su rol de
planificar a tiempo y con responsabilidad, comprometiendo las necesarias dosis
para cubrir a toda la población.
Agradecemos al Presidente de la República y a su
gobierno, los esfuerzos y su visión sanitaria que ha permitido que, a través de
un eficaz plan de vacunación, hoy estemos mirando con más seguridad el
desarrollo de la pandemia dentro de las fronteras nacionales.
De modo especial, queremos destacar esta mañana a la
Doctora Paula Daza Narbona, Subsecretaria de Salud, por su templanza y abnegada
labor, en medio de tensiones y exigencias de un tiempo de grandes desafíos.
Agradecemos también a los trabajadores y trabajadoras
de la salud, especialmente de los servicios públicos, que, con dedicación y
entrega, se hicieron cargo del cuidado de los enfermos e implementaron el plan
nacional de vacunación.
Nuestro recuerdo agradecido a aquellos funcionarios
que dieron su vida, sucumbiendo ante el coronavirus, mientras cumplían sus
exigentes horarios. A sus familias nuestro afecto y solidaridad ante la pérdida
irreparable.
La palabra masón significa constructor. Cada uno de
los masones y masonas que vienen a nuestros templos se comprometen a trabajar
en ser mejores personas, mejores ciudadanos y ciudadanas, para ser parte de una
obra mayor, a la que todos estamos convocados: hacer de Chile una nación más
solidaria, más justa, más fraterna y más humana.
La masonería se nutre de la diversidad; a sus templos
acuden hombres y mujeres de todas las nacionalidades, de todas las etnias, de
todos los credos, de todas las ideologías, donde se respetan como iguales y
comparten los mismos ideales y principios.
Para que una institución como la nuestra permanezca en
el tiempo, es necesario estar unidos por el sentimiento de la fraternidad más
pura. Es nuestra esperanza, que este amor de hermanos y hermanas permee a toda
nuestra sociedad.
Es en este ánimo que hoy efectuamos esta Fraternitas
de la República, donde nos ponemos como siempre a disposición de nuestro país,
de sus autoridades y representantes políticos y sociales, para trabajar sin
descanso por un futuro mejor, sin exclusiones, donde los sueños de nuestras niñas
y niños, de las y los jóvenes, se puedan hacer realidad.
No existe nada más hermoso que construir un país que
acoja los anhelos de quienes viven en su suelo, donde nadie se sienta
marginado, donde todos y todas se sientan respetados en su dignidad, siendo
parte de un destino común.
Compatriotas:
Desde hace 23 meses, nuestro país ha estado sometido a
un estrés permanente, muchas de sus gentes viven con temor y mantienen
condiciones de afectación emocional que tendrán efectos por el resto de sus
vidas; muchos han cambiado de modo determinante sus esperanzas, y sus proyectos
de vida han experimentado cambios que, tal vez en la magnitud de sus alcances o
en la perspectiva que los soñaron, nunca volverán a ser los mismos.
Al inicio de este tiempo de estrés, vivimos un
estallido social que nadie se imaginó en su alcance, aun cuando había indicios
ciertos de que los componentes de injusticia, de dogmatismo, de mal trato, de
inequidad, de corrupción, de insuficiencias, estaban creando las condiciones
para una manifestación social de rechazo de vastas proporciones.
La crisis de representación, que venía siendo una
causa del descrédito creciente del contrato social, que surgiera de la
transición a la democracia, tenía una evidencia que ningún integrante de
nuestras élites había considerado adecuadamente en su análisis, pero donde
nunca se dieron consensos para darle un nuevo enfoque a la práctica política y
resolver los enormes rezagos que la democracia estaba provocando.
Durante una década, cada dos años, el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo, había puesto ante los ojos de las élites de
nuestro país, el socavamiento de las instituciones de la democracia y la
erosión de ellas, con un diagnóstico que consideraba 5 puntos claves: la
desigualdad multidimensional; el abismo entre las élites y los ciudadanos; la
inseguridad en ámbitos claves de la vida social, tales como la salud, las
pensiones, el desempleo y la delincuencia; la creciente desconfianza frente a
las instituciones, raptadas por una comprensión elitaria o por la corrupción;
la desafección a la política tradicional y a las formas de organización
representativas, incluyendo las de tipo gremial o reivindicativas.
No voy a abundar en aquello, ya que todos los chilenos
tenemos una comprensión personal frente a lo ocurrido, y como la institucionalidad
ha debido dar respuesta sobre la marcha a la presión de los acontecimientos,
para crear una nueva idea de país, que logre conducirnos hacia un nuevo
contrato social, siempre en la mira de satisfacer las legítimas aspiraciones de
todos los que viven en este país, en un ambiente de justicia social, equidad y
fraternidad, pero también de progreso, de trabajo y creativa pujanza.
Cuando recién se echaban a andar los primeros
acuerdos, que abrió la puerta hacia el diseño de un proceso hacia una nueva
Constitución, sobrevino lo menos esperado, y nuestro país fue pronto presa de
la pandemia que ha afectado a la Humanidad, produciendo muerte, inseguridad y
enormes descalabros socio-económicos.
Raptados de la vida cotidiana, millones de chilenos se
vieron privados de su libertad y de sus planes existenciales, de la
cotidianidad de su vida, no pocos vieron partir a uno de los suyos, abandonando
prematuramente la oportunidad de vivir.
Durante la pandemia se ha profundizado la pobreza y la
desigualdad, hemos visto la proliferación de campamentos, el aumento del
desempleo, el incremento de la migración y la pérdida de expectativas para la
vejez de millones de chilenos sigue planteando el problema de las bajas
pensiones.
En el mismo contexto pandémico, el alma nacional se ha
visto crecientemente violentada por el aumento de los flagelos de la
delincuencia y el narcotráfico, de la violencia de sectores contrarios a los
consensos y de hechos contra la propiedad, donde las pequeñas empresas y los
emprendimientos de muchos chilenos laboriosos han sido destruidos por saqueos y
actos irracionales.
Tarea fundamental, será enfrentarlos con decisión e
inteligencia, con una visión de largo plazo, donde se aborde este problema
social de manera integral, donde la educación debe ser uno de sus principales
pilares.
Estudios de opinión, nos hablan de las preocupaciones
que afectan el alma y la emocionalidad de los chilenos, tensionando la
comprensión del presente y del futuro: la pandemia, por cierto; la profunda
crisis institucional; la violencia de unos pocos, y una insuficiencia para
abordar problemas tan acuciantes como el crimen y la violencia delictiva, la
pobreza y la desigualdad, el desempleo, la educación de los niños y jóvenes, y
la corrupción en las élites.
La posibilidad de los efectos del cambio climático
sobre nuestro territorio, señalan desde ya hace tiempo, que las contingencias
climáticas nos llevarán a nuevas tensiones, con eventos climáticos
catastróficos como los producidos en países desarrollados en semanas recientes.
El cambio climático ya golpea con inclemencia a toda nuestra
geografía, con una sequía que se extiende por más de una década, con
localidades que no tienen agua suficiente para satisfacer sus necesidades
básicas.
Resolver estas apremiantes carencias será una
obligación en el futuro inmediato, y con seguridad en el futuro deberemos
profundizar el desarrollo sustentable de las actividades productivas.
Aún frente a esas amenazas, debemos reconocer los
avances del país en la generación de energía, a partir de alternativas que no
generan huella de carbono. Nuestro esfuerzo es modelo para el mundo y debemos
reconocer la virtud de las políticas del Estado y de las decisiones de
inversión privada, que demuestran que es posible avanzar hacia la descarbonización.
Compatriotas:
La vida es un continuo renacer, y hoy estamos viviendo
un proceso de profunda reflexión sobre nuestro futuro, de pensar en cómo nos
organizaremos para construir un mañana mejor.
Los masones y masonas somos profundamente republicanos
y demócratas, tenemos la convicción que del diálogo honesto y tolerante debe
nacer la semilla de la patria que queremos.
Este año, los chilenos y chilenas en un proceso único
en nuestra historia, hemos elegido a 155 compatriotas para constituir la
Convención Constitucional, cuya misión es diseñar un nuevo contrato social,
escribir una nueva Constitución.
Vivimos un momento único, donde se definirá nuestra
forma de convivencia, la manera como nos relacionaremos, los valores con los
que construiremos el alma nacional, y más allá de las contingencias temporales,
en su trabajo está depositada la esperanza de millones de compatriotas.
La elección de la Señora Elisa Loncón como Presidenta
de la Convención Constitucional, representante del pueblo mapuche, refleja con
claridad el espíritu de un nuevo país que estamos avizorando, que reconoce la
diversidad cultural como uno de los bienes más preciados que debemos atesorar y
reconocer, donde tengan cabida nuestras particulares cosmovisiones. A ella, y a
todas y todos los convencionales les expresamos nuestros mejores augurios de
éxito en esa trascendental tarea.
En el mismo sentido de futuro, enfrentaremos antes del
fin de año la elección de la autoridad que dirigirá el país en los próximos
años, se renovará por completo la Cámara de Diputados y una parte del Senado.
Será el tiempo en que las diferentes visiones sobre
cómo enfrentar los desafíos que tiene nuestro país, se someterán al escrutinio
y a la voluntad popular.
La Masonería respeta todas las visiones y opiniones
honestas que reflejan las particulares convicciones políticas. Respeta, así
mismo, de manera irrestricta a toda autoridad emanada de procesos legales,
constitucionales y democráticos. En eso consiste la democracia.
Ayudaremos en todo lo que podamos a prestigiar a
quienes postulan a los distintos cargos, en valoración a la labor pública, y
como preludio al debido reconocimiento y respeto para cuando sean elegidos.
Sabemos que la próxima administración del país deberá
hacerse cargo de numerosos desafíos pendientes y otros que han emergido con
fuerza en los últimos años, y desde este espacio, invitamos a quienes aspiran a
dirigir nuestra patria, a reflexionar sobre su importancia y urgencia para
enfrentarlos.
Encuestas encargadas por las dos universidades más
importantes del país, a fines del año pasado, indicaban
que los chilenos están consideran que “es importante llegar a
acuerdos en los grandes temas del país” y que “es importante escuchar distintas opiniones para resolver
los problemas”.
Pero también, tres cuartos de las personas que fueron encuestadas
tienen la comprensión de que “se ha instalado un clima de descalificación donde no se respeta
la opinión de los que piensan distinto”.
Encontramos coherente esos resultados con nuestra
percepción, pues advertimos que hay una incapacidad de construir un lenguaje de
debate que nos esté en la descalificación y la impertinencia, en la agresividad
o la prepotencia.
No hay hogar que pueda sustentar su convivencia en
medio de un ambiente enrarecido por prácticas descalificatorias y por un trato
agresivo. No hay familia que pueda mirarse con afecto y respeto, en medio de un
constante incordio.
Pensemos a nuestro país como un gran hogar, una gran
familia que debe congregarse dentro de un ambiente de convivencia, donde
podemos discrepar, pero no agredirnos ni maltratarnos. Todo habitante de
nuestro país, salvo pequeños grupos, anhela un mejor ambiente de convivencia.
Compatriotas:
El símbolo de esta ceremonia Fraternitas de la
República 2021 es la espiga de trigo. En ella queremos plasmar alegóricamente
el proceso histórico que vive nuestro país.
La espiga florece, luego es fruto, y puede ser
transformada en alimento vital y satisfacer de buena manera las necesidades y
aspiraciones de nuestro pueblo. La espiga es también semilla, y puede regresar
a la tierra para iniciar un nuevo ciclo, bajo los cuidados de otros hombres y
mujeres, los que mañana cosecharán y podrán disfrutar de nuevos frutos.
La Masonería cree profundamente en la capacidad del
ser humano para ser mejor cada día, es por eso que nuestro mensaje en tiempos
de incertidumbre, es de sincero optimismo, porque más allá de la racionalidad
que debe guiar nuestras acciones, sabemos que toda obra humana debe tener
también convicción y propósito, no solo debe estar bien pensada en cómo
realizarla, sino, y por, sobre todo, debe ser ejecutada para producir cambios
positivos.
Así como las espigas de trigo florecen e inundan
nuestros campos, fruto del paciente y dedicado cuidado que se les brinda,
tenemos la esperanza que la conjunción de voluntades bien intencionadas, con
responsabilidad y respeto, hará posible construir una sociedad mejor, más digna
y más humana, un Chile como lo sueñan nuestros hijos y nietos.
Muchas gracias y reciban todas las personas de buena
voluntad, presentes en este templo a la razón y el humanismo, nuestra fraterna
acogida.